Martes, 10 de enero de 2012 | Hoy
EL PAíS › ESPECIALISTAS ENDOCRINóLOGOS COINCIDEN SOBRE LA OPERACIóN A CFK
Especialistas consultados por este diario coinciden en que, dado el diagnóstico, la intervención quirúrgica era el tratamiento más adecuado. Y critican a los médicos que opinan sin ser especialistas ni conocer el caso.
Por Ailín Bullentini
Mientras algunos medios y sectores de la oposición construyen libremente hipótesis de todo tipo alrededor de la salud de Cristina Kirchner, médicos expertos en endocrinología aseguraron a Página/12 que un cambio en el diagnóstico como el de la Presidenta –intervenida quirúrgicamente por un carcinoma papilar que tras la biopsia fue recategorizado como un tumor benigno– es posible. Además, avalaron la extirpación total de la glándula tiroidea como el “mejor tratamiento” ante esos casos y advirtieron sobre las dificultades para opinar sobre la salud de personas a las que no se atiende como pacientes. “Nada más alejado de la ética profesional”, recalcó el presidente de la Sociedad Argentina de Endocrinología, Hugo Boquete, ante lo cual su colega y jefa del área de Endocrinología del Hospital Ramos Mejía, Alicia Gauna, coincidió: “Todo lo que se dijo en los medios es una presunción”.
Hasta el momento de la operación de la Presidenta, el tratamiento de la información en relación con su enfermedad y las apariciones públicas de los referentes de la oposición fueron medidos. Las opiniones divergentes comenzaron a circular luego de conocido el resultado del análisis de la tiroides extirpada. Colegas de la especialidad, Boquete y Gauna, coincidieron además en que el comportamiento de los médicos consultados por los medios debe transitar siempre el terreno de las hipótesis. “Se han dicho muchos disparates. Incluso médicos que no eran endocrinólogos sentenciaban diagnósticos sin sentido”, advirtió la profesional, y en ese sentido añadió que “es muy importante que quien es consultado por un paciente que no siguió como profesional hable desde la generalidad y no de casos particulares”.
Para Boquete, “las certezas absolutas no son las más convenientes en un diagnóstico mediático”. Según el médico, “se ha puesto demasiada atención en el dos por ciento de posibilidad de fallos que tiene el análisis que efectuaron a la Presidenta, pero la realidad es que la gran mayoría de los endocrinólogos con experiencia en cáncer de tiroides hemos visto falsos positivos de la punción y falsos negativos”.
El primer diagnóstico obtenido por Cristina Kirchner el 22 de diciembre a partir de una punción aspirativa con aguja fina había mencionado “una compatibilidad con un carcinoma papilar en la glándula tiroidea”, por lo que se dispuso su extirpación como tratamiento. El examen patológico de la glándula extirpada obligó al diagnóstico a virar hacia un adenoma.
“El adenoma es un tumor absolutamente benigno originado en la tiroides, los mismos en los que se puede generar un carcinoma. La diferencia entre ambos es que el adenoma, tenga el tamaño que tenga, nunca se sale de sus límites, nunca rompe la cápsula en la que se crea. No invade tejidos adyacentes, no produce invasión de vasos sanguíneos ni linfáticos, no produce metástasis. El carcinoma, incluso cuando tiene tan solo un par de milímetros, no tiene límites de acción”, explicó Boquete.
La discusión se disparó para varios lados, algunos disparatados, incluso sugiriendo que el Gobierno había utilizado políticamente la situación.
¿Podría haberse obtenido el diagnóstico final antes de la intervención quirúrgica? ¿Se podría haber evitado la operación? No habría sido fácil de llegar a ninguna de las dos situaciones, reflexionaron los profesionales consultados por Página/12 que, con la advertencia de quien habla desde la generalidad porque “no se puede dar sentencias cuando se habla de alguien que no es paciente de uno”, evaluaron de manera positiva el procedimiento realizado en el caso de la Presidenta.
La médica, que además integra el Comité Científico de la Sociedad Latinoamericana de Tiroides, confirmó que “la distinción entre un carcinoma y adenoma es a veces muy difícil de realizar por la punción aspirativa con aguja fina”. ¿De qué depende la posibilidad de distinguir a los dos tumores? De la composición del tumor, remarcó Boquete. “Los tumores muy diferenciados son los más difíciles de definir como carcinoma o adenoma –explicó el presidente de la Sociedad Argentina de Endocrinología–. Los diferenciados son aquellos cuyas células son muy similares a las de la tiroides normal. Entonces, al momento de la punción es complicado de detectar presencia del tumor en la glándula, único detalle que indica que ese tumor sale de su cápsula.” En estos casos, los diagnósticos indican “sospecha”, “compatibilidad”, “similitud”; nunca una certeza, ya que son los análisis posoperatorios, el estudio patológico, los que darán la palabra final. “Cuando se obtiene el nódulo, el lóbulo o la glándula entera, el patólogo hace cortes muy delgados y examina todos los tejidos y comprueba si el tumor invadió o no lo que lo rodea”, concluyó.
Por último, los profesionales coincidieron en que la intervención quirúrgica para extirpar parte o la glándula tiroidea entera es el tratamiento más adecuado tanto para un diagnóstico de carcinoma como para uno de adenoma. “La conducta es quirúrgica. Ante la presencia de tumor, hay que sacarlo”, sentenció Gauna.
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