Martes, 28 de febrero de 2012 | Hoy
EL PAíS › TODOS JUNTOS POR LA BANDERA
Por Luis Bastús
Ni los 800 habitantes del Pago de los Arroyos de doscientos años atrás, ni el propio general Belgrano aventuraron que aquellas agrestes barrancas donde la bandera flameó por primera vez albergarían los picnics rosarinos en el tercer milenio, ni que un aluvión de personas llegadas desde varios puntos del mapa confluirían para honrar aquella gesta y, además, para ratificar –buena parte de los presentes– su adhesión a la presidenta Cristina Fernández. De todo eso hubo un poco ayer frente al Monumento a la Bandera, en una convocatoria que hizo convivir a un enjambre de banderas kirchneristas en la primera fila con vecinos de a pie, turistas y familias en reposeras que siguieron el acto en los bordes del parque.
Hacia las cuatro de la tarde, los alrededores del Monumento lucían casi como cualquier feriado de sol, salpicados por los vendedores de banderas a 10, 20 y 30 pesos, las vallas en torno del escenario de espaldas al río y las primeras chicas de La Cámpora, la Martín Fierro y Kolina, que ensayaban cantitos. Pronto, de una treintena de ómnibus empezaron a asomar las múltiples columnas que componen la constelación de agrupaciones kirchneristas, llegadas no sólo desde Rosario sino desde Buenos Aires y su conurbano, Córdoba y Entre Ríos. Su entrada en escena tuvo más espectacularidad que la del propio general y sus soldados. Bajaron por calle Córdoba a puro bombo y petardos. Primero, sinfonía albiceleste en las banderas de La Cámpora, que copó la derecha del escenario. Pausa, otro bombazo y bengalas rojas y negras para anunciar el avance del Movimiento Evita.
El locutor arengó las vivas previsibles: que la bandera, que Belgrano, que Rosario, Santa Fe y Argentina. El público respondió, consecuente y a su turno. Pero la barra siguió el juego y vivó a Néstor Kirchner a bombo batiente, y en las butacas del palco central se apreciaron algunos gestos incómodos entre representantes de las gestiones provincial y municipal. Temían una escena difícil para lo que vendría, y todavía ni Cristina ni el gobernador Antonio Bonfatti habían arribado.
La impecable versión del Himno Nacional, a cargo de Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale, amalgamó por un instante a todos y a todas, y hubo ojos húmedos en el gentío cuando el “Oh juremos con gloria morir” retumbó entre miles de banderitas batientes. Entonces apareció el general Belgrano, escoltado por Cosme Maciel. Habían marchado desde las quebradas del Saladillo, en la puesta llamada Ruta Apasionada, que recreó el avance del ejército del creador de la bandera, camino al norte. En la piel del actor rosarino Matías Martínez, don Manuel habló en presente. “Juntemos nuestras voces en una sola y juremos amarla y defenderla a esta bandera celeste y blanca que nos hermana a todos”,
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