EL PAíS › KIRCHNER EN LA ONU: DERECHOS HUMANOS, MULTILATERALIDAD Y DEUDA
“No se puede cobrar a los muertos”
En su primer discurso ante la ONU, el Presidente reivindicó a las Madres y las Abuelas y a la Justicia universal, dijo que la AMIA y la Embajada de Israel habían sido “nuestras Torres Gemelas” y describió un mundo regido por la supremacía de un solo país.
Por Sergio Moreno
El desarrollo de los conceptos sobre la estrecha relación entre la multilateralidad, la seguridad y la economía constituyó el núcleo del discurso que ayer, a las 11 de Nueva York, ofreció el presidente Néstor Kirchner ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Una dura crítica al Fondo Monetario, a la Organización Mundial del Comercio y a la política unilateral de Estados Unidos para combatir militarmente el terrorismo (base ideológica de la invasión a Irak) que se combinó con una definición fuerte sobre derechos humanos: “Somos los hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”.
“La defensa de los derechos humanos ocupa un lugar central en la nueva agenda de la República Argentina y por ello insistimos en apoyar en manera permanente el fortalecimiento del sistema internacional de protección de los derechos humanos y el juzgamiento y condena de quienes los violen”, dijo el Presidente en ese tramo de su discurso, que así contuvo una definición sobre el valor de la Justicia universal en oposición a la territorialidad que excluye el juzgamiento internacional de los delitos de lesa humanidad. “Respeto a la diversidad y a la pluralidad y combate sin tregua contra la impunidad constituyen principios irrenunciables de nuestro país después de la tragedia de las últimas décadas”, explicó ante la Asamblea.
Su posición sobre derechos humanos y sobre el mundo es la puesta en negro sobre blanco de lo que ha venido diciendo y haciendo hasta el momento en este viaje a Nueva York: el martes se lo expuso escuetamente a George W. Bush, anteayer se lo había dicho al mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y al mexicano Vicente Fox, y ayer mismo se lo adelantó al secretario general de la ONU, Kofi Annan, a quien vio media hora antes de derramar su mensaje entre las marmoladas paredes del plenario. El Presidente oficializó a Annan la propuesta argentina para que Carlos “Chacho” Alvarez fuera titular de la Comisión Económica para América latina, que depende de la ONU (ver también página 4). También le adelantó la idea de formar una única bancada con Brasil en el Consejo de Seguridad durante el período correspondiente a ambos países (2004-2006). Conversaron sobre la deuda que mantiene el país con el organismo internacional y la voluntad criolla de pagarla y, finalmente, Kirchner solicitó las buenas gestiones del africano ante el reino de Jordania para que Gabriela Arias Uriburu pueda volver a ver a sus tres hijos, actualmente en poder del padre de los niños. En otro momento, Kirchner agradeció la solidaridad de Annan con la Argentina cuando negociaba su acuerdo con el FMI.
El concepto central del patagónico en su discurso es que el terrorismo tiene un alto componente de pobreza, injusticia y desigualdad social; que su solución no puede ser únicamente militar; que los países centrales deben comprometerse en el desarrollo de los países emergentes quitando trabas en el comercio global y reformulando las instituciones que mantienen políticas equivocadas e injustas hacia los más chicos, éstos son FMI y OMC; y que toda medida que se tome debe tener el consenso general, sea a través de Naciones Unidas, a través de los países que integran los organismos citados.
“Resulta imprescindible advertir la íntima conexión existente entre seguridad, multilateralidad y economía”, sostuvo. Kirchner también diseñó una nueva imagen vinculada al terrorismo que sufrió la Argentina: comparó a los atentados a la embajada de Israel en Buenos Aires y a la AMIA con el sufrido en el World Trade Center. “Nosotros también tuvimos nuestras Torres Gemelas”, dijo, frase que fue repetida por su mujer, Cristina Fernández, ante Hillary Clinton por la tarde, en una reunión que mantuvieron en Washington (ver nota aparte).
Los tramos salientes del discurso presidencial son los siguientes:
- “La revitalización de este ámbito de representación global (Naciones Unidas) es fundamental para el derecho internacional vuelva a ser el instrumento racional que nos permita dirimir conflictos y enfrentar amenazas. Retomar... el rol político primordial que ostentara en los albores de esta organización... es una cuestión central para fortalecer la seguridad de todos los ciudadanos del mundo”.
- “Hoy, objetivamente... estamos ante la existencia de una supremacía tecnológica, militar y económica de un país sobre el resto, que es lo que caracteriza la actual situación mundial”.
- “(...) reafirmar la multilateralidad no puede agotarse en un mero ejercicio discursivo, sino que requiere una doble estrategia: por un lado, apertura intelectual que permita comprender en toda su dimensión el nuevo escenario, que es objetivo. Por el otro, reformulación de instrumentos y normas”.
- “Multilateralidad y seguridad son elementos inseparables pero no únicos en esta nueva ecuación”.
- “El más grande riesgo es el ensanchamiento de la brecha existente entre ricos y pobres. Países centrales y países periféricos no son escalas de un ejercicio intelectual. Tampoco una cuestión de ideologías. Muy por el contrario, reflejan una realidad lacerante en términos de pobreza y exclusión social sin precedentes. Nuestra prioridad debe ser lograr que la globalización opere para todos y no para unos pocos”.
- “(Esto) es además una cuestión que atañe a su propia situación, a su propia seguridad (de los países centrales). Hambre, analfabetismo, exclusión, ignorancia son algunos de los presupuestos básicos donde se generan las condiciones para la proliferación del terrorismo internacional”.
- “En la integración económica y en la multilateralidad política está la clave de un porvenir donde el mundo sea un lugar más seguro. Necesitamos construir instituciones mundiales y asociaciones efectivas, en el marco de un comercio justo y abierto, y además fortalecer el apoyo a los países más postergados”.
- “La relación de países como el nuestro con el mundo está signada por una aplastante y gigantesca deuda, tanto con organismos multilaterales de crédito como con acreedores privados. Nos hacemos cargo como país de haber adoptado políticas ajenas para llegar a tal punto de endeudamiento. Pero reclamamos que aquellos organismo internacionales que –al imponer esas políticas– contribuyeron, alentaron y favorecieron el crecimiento de esa deuda también asuman su cuota de responsabilidad. Resulta casi una obviedad señalar que cuando una deuda adquiere tal magnitud, la responsabilidad no es sólo del deudor sino también de acreedor”.
- “Sin medidas que promuevan su crecimiento (de los países endeudados) y desarrollo sustentable, favoreciendo su acceso a los mercados y el crecimiento de sus exportaciones, el pago de la deuda se torna una verdadera quimera”.
- “Nunca se supo de nadie que pudiera cobrar deuda alguna a los muertos”.
- “Resulta paradójico y casi ridículo que se pretenda que paguemos nuestra deuda y al mismo tiempo se nos impida comerciar y vender nuestros productos”.
- “Se necesita rediseñar organismos con el Fondo Monetario Internacional. Ese rediseño... debe incluir el cambio de sus paradigmas de modo que el éxito o el fracaso de las políticas económicas se mida en términos de éxito o fracaso en la lucha por su crecimiento, la equidaddistributiva, la lucha contra la pobreza y el mantenimiento de niveles adecuados de empleo”.
Sobre Malvinas, dijo ser partidario “de la resolución pacífica de los conflictos, sobre todo... en la disputa de la soberanía que mantenemos por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marinos circundantes”. Afirmó que “las Naciones Unidas han reconocido que esta es una situación colonial por parte del Reino Unido y que debe ser resuelta a través de negociaciones bilaterales entre la República Argentina y éste” y exhortó “al Reino Unido a responder de manera afirmativa a la reanudación de las negociaciones bilaterales”.
En el apartado sobre el terrorismo opinó que “la lucha contra el terrorismo exige una nueva racionalidad” porque “estamos ante un enemigo cuya lógica es provocar reacciones simétricas a sus acciones”. La “legitimidad en la respuesta” y el “respaldo de la opinión pública internacional son dos supuestos básicos para enfrentarlo”. Según Kirchner, “la sola respuesta de la fuerza, por más contundente que sea o parezca, termina en muchos casos presentando a los victimarios como víctimas. Se cierra de esa manera la lógica perversa a la que aludimos”.