Martes, 20 de septiembre de 2016 | Hoy
EL PAíS › CONVERSACIóN DE PACHO O’DONNELL CON MYRNA TORRES, AMIGA DE ERNESTO CHE GUEVARA
Myrna Torres conoció al médico argentino cuando recién había llegado a Guatemala atraído por la reforma agraria de Jacobo Arbenz pero todavía ajeno a un pensamiento marxista. Torres cuenta las influencias que durante nueve meses definieron sus ideas.
Por Pacho O’Donnell
Ochenta y nueve años que hacen sonrojar a mis setenta y cinco: cuerpo y mente ágil, memoria infalible, afectividad punzante. Myrna Torres fue una persona fundamental en la vida de Ernesto Che Guevara, de esas que hacen preguntarse si Ernesto Guevara de la Serna hubiera sido el Che de no haberla conocido.
Nuestro compatriota llega a Guatemala luego de haber decidido en Guayaquil cambiar el itinerario de su segundo viaje por Latinoamérica. Atraído por las noticias de una Reforma Agraria excepcional en medio de naciones centroamericanas gobernadas por gobiernos tiránicos rumbea hacia la Guatemala de Jacobo Arbenz, quien ha osado incautar tierras de la omnipotente United Fruit and Co. norteamericana , dueña del comercio de frutas en Centroamérica. A pesar de ser latifundios no explotados provocó la reacción de los Estados Unidos quien armó un ejército mercenario de guatemaltecos, hondureños y nicaragüenses y asaltó el poder.
–Yo trabajaba en el Instituto de Fomento a la Productividad, INFOP. Allí mismo trabajaba Hilda Gadea, una economista peruana exiliada, miembro del APRA de Haya de la Torre. Un día llegó un argentino con una carta de recomendación para el director quien había estudiado en Argentina. Era Ernesto Guevara, médico. Le encargaron a Hilda que le mostrara las oficinas y el funcionamiento de la institución. Fue allí cuando me lo presentaron.
–Yo tenía y tengo mucha simpatía por Argentina. Gardel, la gran actriz Libertad Lamarque, Mirtha Legrand, era el cine que veíamos entonces … Mi padre, maestro, tenía gran admiración por Sarmiento, estudiábamos con libros de Kapelusz, leíamos Billiken. Además sabíamos que Rubén Darío había vivido allí.
–Sí, mi padre, Edelberto Torres Espinoza, tuvo que exiliarse en Guatemala por razones políticas. Era un liberal antiimperialista. Siendo estudiante dio un discurso incendiario delante del embajador norteamericano y ya no pudo concurrir más a la universidad.
–Hizo lo que sus ataques de asma le permitían. Buscó relacionarse con gente que podía darle un trabajo. No tenía todavía un pensamiento político formado. Hilda Gadea fue su ángel protector, estaba muy enamorada de él y lo alojó en su casa, lo atendía en sus crisis asmáticas y cubría sus modestos gastos.
–Hubo una reunión en casa que fue muy importante para el Che. El tenía mucho interés de conocer y de escuchar a mi padre y lo visitaba con frecuencia. Cierta vez coincidió con un grupo de cubanos, fue la primera vez que el Che tuvo contacto con cubanos. Eran “Nico” López, Armando Arancibia, Antonio “Bigotes” López, Mario Dalmau y algún otro. No eran escapados del asalto a la Moncada sino de la acción del Bayamo. No eran muy cultos pero hablaban de la revolución con mucha convicción y entusiasmo. Y se referían a Fidel Castro con una admiración que impresionaba. En esas reuniones se hablaba de Sandino, de la enmienda Platt, de muchos temas. El Che se interesó mucho en los cubanos. Con Nico se hicieron grandes amigos.
–No sé, los cubanos se adjudican todo lo que tiene que ver con el Che. Puede ser. Lo que sí es cierto es que ya en Méjico le presenta a Raúl Castro quien luego lo juntará con Fidel.
–Andaban siempre juntos. Para ganar algún dinero los dos se unieron para vender imágenes del Cristo de Esquipulas en las calles y plazas. Le habían puesto un marco y lucecitas pero no les duró mucho porque la venta era muy magra.
–No es así, Hilda era aprista y por lo tanto anticomunista, yo seguía las ideas de mi padre, esencialmente socialistas y antiimperialistas pero no marxistas.
–Curiosamente un norteamericano, Harold White, un profesor de la Universidad de Columbia que llegó como turista y se quedó a vivir en Guatemala. El predicaba el marxismo en sus clases y el Che se interesó en escucharlo y conversar con él. White les dio a él y a Hilda un libro suyo con sus ideas para traducirlo al castellano, lo hicieron y esa debe de haber sido una circunstancia muy formativa para el Che.
–Simpatizó con la Alianza de la Juventud Democrática, una rama del Partido Comunista, y asistió a varias de sus reuniones donde se discutía sobre política y se daban charlas formativas.
–Totalmente. El Che y Arbenz se conocieron muchos años después en Cuba.
–La invasión se produce a mediados de julio. La resistencia se organiza en dos Brigadas , la estudiantil y la obrera. El Che se incorpora a la primera decidido a luchar.
–Una falacia. Arbenz no tenía armas para entregar. Las había comprado en Checoslovaquia y fueron desviadas a Puerto Barrios, un puerto norteamericano en tierra guatemalteca. No hubo forma de sacarlas de allí. Una anécdota interesante es que al Che le encargan hacer guardia nocturna en la sede de la Alianza de la Juventud Democrática y le dan una ametralladora. Es un nicaragüense de apellido Romero quien le enseña a manejarla.
–También es decisivo que el Che sale de su experiencia guatemalteca con un alto concepto de los comunistas. Escribe a su madre algo así como que a pesar de la catástrofe del triunfo antirrevolucionario mantienen intacta su fe y su compañerismo y los señala como el único partido político que se comportó como correspondía en tan graves circunstancias.
–Puede decirse que el Ernesto Guevara de la Serna que llegó a Guatemala el 24 de diciembre de 1953 ya es el Che Guevara cuando se va a Méjico nueve meses después.
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