EL PAíS › ESCRACHE AL TORTURADOR JORGE BERGES EN EL HOSPITAL
“Acá está el hijo de puta”
Cuando lo detectaron en una sala de clínica general del Hospital Ramos Mejía, vecinos y médicos de San Cristóbal escracharon al médico torturador Jorge Bergés, quien está internado por orden judicial.
Por Irina Hauser
“Acá está el hijo de puta”, tronó el primer grito en la sala general de internación del Hospital Ramos Mejía. Al fondo, entre los últimos enfermos, estaba el represor Jorge Bergés, internado por un chequeo. En el horario de visitas del feriado lluvioso, él recibió las propias. Un grupo de médicos, ex detenidos y vecinos de San Cristóbal se dieron el gusto de escracharlo a pocos centímetros de su cama. Mientras algunos le espetaban “asesino” una y otra vez, otros les explicaban a los pacientes y sus familiares de quién se trataba. El ex médico de la Policía Bonaerense será indagado hoy en la causa sobre los crímenes cometidos durante la dictadura en el área del Primer Cuerpo de Ejército.
Bergés había recuperado la libertad el 5 de agosto, sólo cuatro meses después de recibir una condena a siete años de cárcel por la apropiación de la joven hija de desaparecidos Carmen Gallo Sanz. Una semana después, el jueves último, el juez federal Rodolfo Canicoba Corral ordenó volver a detenerlo, pero esta vez fue en la causa del Primer Cuerpo, a raíz de que algunos sobrevivientes lo reconocieron como uno de los secuestradores y torturadores de la Brigada de San Justo. Durante el fin de semana estuvo internado para que le realizaran estudios, pero el magistrado puso fecha para interrogarlo hoy.
Fueron algunos médicos y enfermeros de la comisión interna del Hospital Ramos Mejía los primeros en avisar, indignados, sobre la presencia del represor en la institución. Pasadas las dos de la tarde de ayer, unas diez personas de la Asociación de ex Detenidos-Desaparecidos y de la organización Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad entraron a la sala general de clínica médica para varones como cualquier visita. Caminaron hasta el final de la hilera de camas y en cuanto lo encontraron, comenzaron a descargar toda la furia en su propia cara.
“Asesino”, “torturador”, “robaste chicos”, “torturaste embarazadas”, “hijo de puta”, le gritaban. Varios trabajadores del hospital se sumaron entonces al repudio, que el ex médico policial escuchaba recostado con cara de piedra. Hubo quienes se ocuparon de explicarles a las demás personas que se encontraban en el lugar quién es Bergés y por qué lo estaban escrachando. Y así empezó a correr la voz. “¿Sabés quién está acá? Un torturador”, le decía una señora a su marido mientras le pasaba pañitos fríos por la frente. “¿Qué tiene que hacer en esta sala?”, protestaron otras visitas.
El bullicio creció y se propagó. Recién entonces los dos policías que custodiaban al represor emergieron del cubículo apartado donde se encontraban pasando el rato e intentaron echar a los que estaban más cerca de Bergés. “No le vamos a hacer nada, sólo le queremos decir que es un asesino”, explicaron los manifestantes, que al rato se fueron pacíficamente y reconfortados. Se quedaron un rato en la cafetería, reviviendo lo que acababa de pasarles. “Fue algo increíble, estar pegados a su cama, decirle de todo y a la vez recibir las felicitaciones de los enfermeros y la gente que estaba por ahí”, comentó Adriana Calvo, de la Asociación de ex Detenidos-Desaparecidos.
Además de la causa en la que debe declarar ahora, Bergés está imputado en otras tantas. La investigación sobre la desaparición de los padres de la joven Carmen Gallo Sanz podría costarle una pena de prisión. También tiene un papel clave en el expediente “Camps”, sobre crímenes de la Bonaerense.