EL PAíS
Una contribución activa al debate sobre la ESMA
El libro Memoria en Construcción recopila obras artísticas y propuestas sobre el Espacio para la Memoria. Publica, además, fotos de desaparecidos en la ESMA rescatadas por un sobreviviente.
Por Victoria Ginzberg
“La dictadura y también algunas democracias tenían como meta cortar el hilo histórico. Este libro lo restablece, restablece esa unidad”, dijo Víctor Basterra ayer, en la presentación de Memoria en Construcción, un texto en el que el fotógrafo Marcelo Brodsky reunió obras de 65 artistas y diferentes miradas y propuestas sobre el destino del Espacio para la Memoria que funcionará en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Basterra no mencionó las fotos, las imágenes de los desaparecidos que él pudo recuperar del centro clandestino de detención y que están editadas en el libro. Pero los presentes no necesitaban esa explicación, lo aplaudieron de pie hasta que pidió “por favor, basta”.
Las fotos de los secuestrados en la ESMA fueron sacadas de ese lugar por Basterra en el final de su cautiverio, mientras estaba detenido pero podía hacer algunas salidas. Arriesgó sus posibilidades de sobrevivir para poder aportar un testimonio irrevocable contra los asesinos de sus compañeros. También se llevó un puñado de retratos de represores, que durante todos estos años sirvieron para identificarlos y probar su paso por el centro clandestino de detención.
Las fotos figuraron en una publicación del CELS y luego en el Diario del Juicio. Ahora, las imágenes de los desaparecidos mientras estaban ya desaparecidos –la prueba de que estaban ahí, en un sitio determinado y no como decía el dictador Jorge Rafael Videla (“no están”)– interpelan desde las páginas de Memoria en Construcción.
Además de presentar las fotos recuperadas por Basterra, el libro de Brodsky, editado por La Marca Editora, se presenta en sí mismo como parte del debate acerca de la “resignificación de la ESMA”. Y lo hace a través de ensayos históricos y sociológicos, obras visuales y testimonios. El texto recopila también parte de los proyectos y propuestas sobre el destino de la ESMA que fueron presentados ante la comisión bipartita integrada por el gobierno nacional y la ciudad de Buenos Aires.
“Un libro con una suma de géneros en su interior”, definió ayer Horacio González, subdirector de la Biblioteca Nacional, lugar donde se presentó el libro. Autor de uno de los ensayos de Memoria en Construcción, González aseguró que el libro –al que mencionó como “un objeto vivo que se entromete en el debate”– viene a decir que la pregunta sobre qué hacer con la ESMA sigue siendo actual y urgente. “La ESMA es un edificio y es el conjunto más emblemático del horror y de la responsabilidad del Estado en la historia moderna argentina”, aseguró.
Estela Carlotto y el artista Felipe Noé fueron las otras dos personas que acompañaron a Brodsky en el escenario de la colmada sala Jorge Luis Borges. “Sin memoria no hay historia, pero sin historia no hay memoria. No hay olvidos por decreto”, señaló Noé, que habló en representación de los 65 artistas que aparecen en Memoria en Construcción, entre ellos, Carlos Alonso, Carlos Gorriarena, León Ferrari, Guillermo Kuitka, Guillermo Roux y el Grupo de Arte Callejero. “Este libro es una obra imprescindible: convierte a la memoria en reflexión y restituye una canción ausente”, afirmó.
La presidente de Abuelas de Plaza de Mayo volvió sobre la figura de Basterra, que estaba sentado a su lado y que vive cerca de su casa en La Plata. Lo definió como “uno de esos héroes anónimos que el barrio no conoce”. Carlotto habló de las fotos de los desaparecidos en la ESMA como un “registro” y señaló que eran un indicio de que los militares llevaban sus registros. “Por eso –dijo– nosotros buscamos los archivos.”
“Falta la respuesta concreta de esta historia, la verdad que los canallas no confiesan, se mueren sin hablar”, afirmó la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que también tuvo unas palabras para el documento que la cúpula de la Iglesia dio a conocer el sábado pasado y que generó una dura respuesta del presidente Néstor Kirch-
ner acerca del rol de la jerarquía eclesiástica durante la última dictadura. “Hoy pretenden seguir enseñándonos que hay que olvidar, que la historia está mal contada y que hay dos demonios”, dijo Carlotto.
Brodsky cerró la presentación haciendo alusión a “la responsabilidad que tenemos los argentinos frente a nosotros y a las nuevas generaciones” ante la posibilidad de narrar y explicar en la ESMA lo ocurrido durante el terrorismo de Estado en el país. Agradeció a todos los que participaron del libro pero especialmente a Basterra “por haber tenido los huevos de sacar las fotos de ahí y haberse jugado la vida para ir al CELS con su bolsito en 1984 para jugar el rol del testigo inefable”.