“Etchecolatz fue el culpable de los sufrimientos que he padecido estos últimos 30 años”, sostuvo ayer María Isabel Chorobik de Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo y suegra de Diana Teru- ggi, que fue asesinada en un operativo comandado por el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense Miguel Etchecolatz. Luego de matarla, los policías se robaron a la nieta de Chicha Mariani, Clara Anahí, a quien todavía busca. En el juicio al represor, reveló ante los jueces que su nieta fue sacada por el policía Carlos “El Oso” García. Mariani pidió ante el tribunal que se lo detenga.

“El 24 de marzo último fue un hombre a la casa de calle 30 (donde fue asesinada su nuera) y dijo que él sabía cómo fue sacada Clara Anahí. Ya declaró ante el juez (Arnaldo) Corazza. En reconocimiento fotográfico, reconoció a Carlos García como el que estaba en el auto y recibió a la nena”, relató Mariani a los jueces. Corazza investiga la apropiación de Clara Anahí. “El vio por una ventana a un hombre corriendo con una criatura –continuó Mariani– en brazos que se acerca a un celular y alguien dentro se la recibe. Y cuando lo ven mirando, le advirtieron que entrara o lo iban a matar. Dijo que iba a declarar por amor a la música de mi esposo, se le tomó declaración y reconoció a García como el que estaba en el auto.” En un reportaje publicado ayer por Página/12, Mariani explicó que quien recibió a su bebé era el jefe de la Regional, Juan Fiorillo, quien está detenido: “Es tristemente célebre porque mató a Felipe Vallese”.

La abuela de Clara Anahí fue acompañada hasta su silla por una secretaria del juzgado, ya que tiene problemas en la vista y fue recibida con un aplauso cerrado por los asistentes al juicio. Relató entre lágrimas el ataque a la casa de su nuera, que acribillaron a balazos. “En la casa habían instalado una fábrica de escabeche de conejo, con una receta mía, con la que pensaban dar trabajo a otras personas. Yo visitaba la casa, pero no sabía que en los fondos había una imprenta”, detalló, en referencia a la imprenta montonera que funcionaba allí. “Yo estaba en mi casa tejiendo una batita cuando escucho que pasan tanques, me aterroricé porque sabía que estaban matando mucha juventud. Pasaban helicópteros, se sentían bombas y disparos y pensaba a quién estarán matando. No sabía nada de política, pero sabía que habían matado a mis mejores alumnos”, explicó Mariani, que era profesora de dibujo. “Mi tejido quedó en un punto, hasta hoy está así”, concluyó.

“Fuimos a la Comisaría Quinta de La Plata a pedir los cadáveres. Un policía me dijo que yo era la madre de un subversivo, que no me debía nada. A mi consuegra le dijeron que no le iban a entregar el cuerpo de Diana, porque estaba carbonizado, y que de mi hijo sólo habían quedado sus anteojos”, contó Mariani. Luego relató cómo comenzó la búsqueda de su nieta y concluyó: “El próximo 8 de agosto mi nieta va a cumplir 30 años y yo no puedo darme permiso para morirme. Debo encontrarla antes”.