Domingo, 27 de enero de 2008 | Hoy
EL PAíS › EL FRENTE PARA LA VICTORIA Y LOS RADICALES K
Por Fernando Cibeira
De la reticencia histórica a tener algo que ver con la formalidad del Partido Justicialista, Néstor Kirchner pasó a comandar un operativo a todo vapor que pretende entronizarlo en la presidencia partidaria a más tardar en junio, con la escala previa de una convocatoria a los congresales nacionales en marzo. La movida, aseguran en su entorno, no descarta la vieja idea transversal, sino sólo consolidar al peronismo como núcleo del kirchnerismo, sin agotarlo. Por eso, en los planes oficiales figura más adelante darle una institucionalidad propia al Frente para la Victoria –donde ingresan fuerzas como el Partido de la Victoria, el Frente Grande, el PI, Nueva Dirigencia y el socialismo K–, que también presidiría Kirchner. En cambio, el bisoño partido Concertación Plural podría diluirse, dada la intención de los radicales K de ir en búsqueda de la conducción de la dispersa UCR oficial. Si lo consiguen, el radicalismo en pleno se sumaría luego al Frente para la Victoria. “Esa es una tarea para Julio Cobos”, se entusiasman en la Casa Rosada.
Kirchner siempre entendió que él –o al menos las ideas que pretende encarnar– son superadoras del PJ, “pejotismo”, en su despectiva definición. “Le explicamos que nuestra fuente de poder no es el peronismo, es el mismo gobierno”, comentó un funcionario que mantiene el trato diario con el ex presidente en sus oficinas de Puerto Madero y que estuvo entre quienes lo convencieron para que reviera su postura. “Pero que el peronismo es un instrumento importante que no podemos permitir que se vaya para otro lado o que elaborara un perfil crítico, que necesitaba tener un conductor real. Si ponía un delegado, como se barajó en algún momento, nadie le iba a responder porque no sería el verdadero jefe”, agregaba el hombre de la Casa Rosada, acostumbrado a los códigos del peronismo.
En cuestión de días, dicen, Kirchner pasó a ver las cosas desde otra óptica. Hubo una última duda, pensó en voz alta cómo podría tomarlo su esposa, la Presidenta. “¿Y qué va a decir? Si Cristina es quien más necesita un Partido Justicialista fuerte que esté apoyando su gobierno”, le respondieron.
Ahí mismo se armó la arquitectura de la convocatoria, que terminará con una interna a fin de mayo o principios de junio. En el kirchnerismo no imaginan sobresaltos. De tanta confianza, dudan de tener algún rival que no sea Juan José Mussa. “Para los Rodríguez Saá es todo pérdida. Si se presentan, porque pierden por escándalo después de haber reclamado la normalización del partido. Y si no se presenta, es un papelón”, concluían.
Los planes
Desde fines del año pasado, el ex presidente viene elaborando la posibilidad de convertir al PJ en un partido de cuadros, a la manera del PSOE español, un modelo que lo entusiasma. De esa forma, explicaba tiempo atrás a Página/12, podría tener equipos listos en cada área para asumir responsabilidades de gestión cuando fuera necesario, algo que admitía como “la pata renga” de su gobierno.
En esa búsqueda, en los próximos días desde el oficialismo se lanzará el portal espaciodeideas.org.ar, como punta de lanza de un instituto de formación de dirigentes partidarios, con clases temáticas ofrecidas por especialistas de prestigio. Detrás de la idea están hombres vinculados a Alberto Fernández como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y el director de la Escuela de Gobierno, Nicolás Trotta.
“Lo del PSOE es una buena idea pero diría que impracticable en la Argentina por una cuestión: esos cuadros del socialismo de España son profesionales y cobran un sueldo. Yo creo que lo que Kirchner quiso decir es que buscará que el PJ se convierta en un partido de ideas, con mucho debate interno”, interpretaba un dirigente cercano al ex presidente. No quería ni imaginar las cosas que podría decir la oposición si la dirigencia del PJ, aunque fueran cuadros técnicos, pasara a cobrar un salario. Por otro lado, también el partido debería contar con un funcionamiento tal que permitiera su financiamiento.
Con cuadros o sin cuadros, la vuelta al PJ no descarta la idea de que el espacio kirchnerista va más allá del peronismo tradicional. De ahí que el próximo paso, para el que aún no hay plazos, sea la búsqueda de la institucionalidad del Frente para la Victoria, por ahora una mera alianza electoral. Una vez que se lo dote al Frente de los instrumentos legales típicos de un partido, entonces Kirchner también encabezaría la alianza, comprendiendo al PJ como su tronco principal.
En una de las muchas conversaciones que mantuvo Kirchner por estos días, habló con Carlos “Chacho” Alvarez. En una entrevista con este diario, algunas semanas atrás, el ex vicepresidente no descartaba ocupar alguna responsabilidad en el armado de centroizquierda del kirchnerismo. Dirigentes como el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, y el intendente de Morón, Martín Sabbatella, suelen hablar con Chacho y le comentan lo bueno que sería que Kirchner convocara a conversar a dirigentes progresistas por algún lugar por fuera del peronismo. El institucionalizado Frente para la Victoria, entonces, vendría a ocupar ese espacio.
Para el radicalismo K hay planes mayores. La ambición de quedarse con el cetro de la UCR suena posible si se tiene en cuenta que todos los gobernadores del radicalismo –con distinto grados de fanatismo– son K. En la Casa Rosada dejan la tarea en manos de Cobos, aunque el vicepresidente arranca con alguna debilidad dada la sorpresiva derrota que sufrió en octubre en Mendoza quien era su candidato a sucederlo en la gobernación. “Lo importante es que triunfó su estrategia de aliarse con el Gobierno”, subrayaban en la Casa Rosada.
El radicalismo jugó sus fichas a apoyar la candidatura de Roberto Lavagna –el presidente de la UCR, Gerardo Morales, fue su compañero de fórmula– y salió en un cómodo tercer puesto. Para algunos fracasó para otros salvó la ropa, pero lo cierto es que nadie en el radicalismo volvió a mencionar al ex ministro de Economía. Con el partido de nuevo sin rumbo cierto, los radicales K sienten que tienen probabilidad de convencer a la mayoría de sus correligionarios de pegar el salto.
Si Kirchner consigue unir bajo un mismo techo al peronismo y al radicalismo, su sueño de hacer confluir a todo el centroizquierda –sostenían en la Casa Rosada– casi que podría verse superado.
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