EL PAíS › EL NUEVO JEFE DE LA AFIP

Llega otro Fernández

Sus saltos de un lado al otro de la administración pública alimentan conjeturas sobre sus presuntas fidelidades y padrinazgos políticos. Pero Carlos Fernández, el nuevo titular de AFIP, es básicamente un técnico especializado en las finanzas provinciales al que se le encomiendan misiones difíciles. El último desafío fue el de reemplazar a Gerardo Otero, el ministro de Economía bonaerense, que renunció jaqueado por la obligación de afrontar un aumento a los docentes sin tener los recursos para hacerlo.

Es un bonaerense, no sólo por nacimiento sino porque su formación académica tuvo lugar en Económicas de la Universidad de La Plata y gran parte de su carrera administrativa también, aunque con alternancias permanentes con cargos nacionales.

Hasta su salto al Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires, en marzo del año pasado, Fernández era el hombre encargado de transferir fondos y monitorear las deudas de los veinticuatro estados del interior. Fue el responsable de las relaciones económicas con las provincias desde el Palacio de Hacienda, por entonces bajo el comando de Felisa Miceli. Había ingresado a la coordinación fiscal con los estados del interior en 1989, como dependiente de la Secretaría de Programación Económica. Casi dos décadas después, ocupaba un cargo en Hacienda.

En esa secretaría trabajó como dependiente de Hugo Mosse, otro bonaerense que por su función tenía contacto directo con el ex presidente Néstor Kirchner, a quien casi a diario le pasaba el reporte de las cuentas públicas. Por propiedad transitiva hay quienes le adjudican a Fernández buena llegada a la Casa Rosada.

Cuando Otero renunció al Ministerio de Economía bonaerense, disconforme porque desde la Nación se fijaban las pautas salariales de los docentes, Carlos Fernández recibió la misión de reemplazarlo, integrando provisoriamente las huestes de Felipe Solá. Para algunos, una intervención al ex gobernador. Para otros, una designación natural, ya que hasta ese momento había trabajado sobre las cuentas del conjunto de las provincias. Buenos Aires era la más compleja, no sólo por la envergadura de sus cuentas sino por el creciente déficit a cubrir.

De ahí volvió a la Nación, pero esta vez no a Economía sino a la Jefatura de Gabinete, como secretario de Evaluación Presupuestaria. Este reporte directo a Alberto Fernández es otro de los datos de su periplo administrativo que hacen suponer algún lazo estrecho con lo más encaramado del poder. Antes este técnico había hecho su aporte para la gobernación de Eduardo Duhalde, colaborando con Jorge Sarghini, por entonces ministro de Economía de la provincia más rica y de cuentas más conflictuadas del país.

El desafío ahora es manejar la recaudación nacional, a la luz de su buena performance, una tarea más sencilla y gratificante.

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