EL PAíS

Estar Chivo

 Por Horacio Verbitsky

Luego de emplazar el busto de Héctor J. Cámpora en la Casa Rosada la presidente CFK exaltó “la perseverancia de los trabajadores argentinos en adherir a la propuesta de un proyecto nacional, la lealtad de dirigentes conocidos como Héctor J. Cámpora y la valentía de miles y miles de jóvenes que lucharon hasta lograr que Perón retornara al país”. También desarrolló una idea de la construcción política: “Cuando se parió el peronismo el 17 de octubre del ’45 se incorporaron conservadores, radicales, socialistas, anarquistas, porque el peronismo vino después; lo que surgió en ese momento fue la continuidad del movimiento nacional, que adquiere distintas caras en distintas etapas de la historia, pero que es siempre uno solo, la defensa irrestricta e irrenunciable de los intereses de los argentinos”. Al terminar el acto en la galería de los bustos, Néstor Kirchner bromeó con un invitado por la resolución de la Corte sobre la libertad sindical: “Ahora entiendo por qué el gobierno de Cámpora duró 49 días. Ustedes quieren todo ya mismo”. Aun jocosa, la frase refleja una lectura de las relaciones de fuerza y no sólo respecto de la CGT. Al día siguiente de la victoria sobre el duhaldismo en octubre de 2005, en vez de avanzar sobre los vencidos Kirchner los recogió con la ambulancia oficial. Cuando eligió a Daniel Scioli como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires explicó que para afirmar las transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales el gobierno debía evitar los errores de aquella JP que él integró hace tres décadas. Pero los errores del pasado no son los únicos posibles para quien ahora preside el grupo mausoleo que antes satirizaba. El pragmatismo extremo con que privilegia al PJ es comprensible, sobre todo a la luz del escaso desarrollo de otras fuerzas significativas a la izquierda del kirchnerismo, pero lo coloca frente a graves dilemas cuyas soluciones tienden a realimentarse en un círculo vicioso. Kirchner quiere que Carlos Reutemann sea el primer candidato del justicialismo santafesino para el Senado el año próximo. Pero el productor sojero que votó en contra de la resolución 125 pone como condición que el actual presidente del bloque de diputados Agustín Rossi, quien se sumó al Frente para la Victoria en 2002, no se postule para la reelección. El sacrificio de un colaborador de la calidad y eficacia de Rossi, probada en los momentos más ásperos de este año, desalentaría la construcción renovadora y el control del Senado es imprescindible para cualquier proyecto político. Ambas proposiciones son verdaderas. El mensaje de Kirchner en el foro progresista de Chile, igual que las últimas medidas del gobierno de su esposa, expresan el impulso transformador que ha hecho de ellos una feliz excepción en el último medio siglo argentino. Subsisten tanto la duda de si es posible sustentarla dentro de los restringidos límites de un partido que ya no expresa la diversidad del movimiento nacional al que aludió Cristina ante el busto de Cámpora como la esperanza de que las respuestas progresistas a la crisis reordenen cada vez mejor los alineamientos políticos. Los acuerdos de la CCL y la UCR, los de Macri con Cobos, son indicios auspiciosos.

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