Viernes, 6 de febrero de 2009 | Hoy
EL PAíS › CRISTINA Y UNA MIRADA DE OBAMA
Mientras presentaba el acuerdo social y salarial con los gremios de Aerolíneas Argentinas, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner comparó al flamante primer mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, con Juan Domingo Perón por sus declaraciones acerca de la importancia de los sindicatos. “No se si Obama habrá leído a Perón, pero créanme que se pareció mucho.”
El clima era de fiesta en el quincho de la Quinta de Olivos. Los dirigentes y trabajadores celebraban un convenio salarial y exhibían su rol protagónico en la recuperación de Aerolíneas y Austral. La Presidenta les brindaba lisonjas acerca de la confianza en su capacidad y voluntad. En ese marco, aludió a Obama y el cambio cultural que el afroamericano está protagonizando.
“Cuando el otro día escuché al presidente del país más poderoso de la Tierra, en términos tecnológicos, financieros, decir que los sindicatos no son parte del problema, sino que son parte de la solución, y que quiere también sindicatos grandes y prósperos junto a empresas grandes y prósperas, yo no sé si Obama habrá leído a Perón pero... déjenme decirles que se pareció mucho.”
La presidenta argentina no dejó el tema ahí. “Ustedes saben, lo dije la otra vez en La Habana, tengo grandes expectativas, como tiene casi todo el mundo, en las decisiones que pueda tomar este primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Pero cuando escucho estas cosas, cuando veo que por primera vez en la Casa Blanca entran sindicatos después de más de una década de no hacerlo y se tiene esta concepción de cómo se solucionan los problemas, de que los trabajadores nunca pueden ser el problema, que son parte de la solución, porque forman parte del consumo, de la actividad económica, del crecimiento, una siente la confirmación de años de ideas, de años de luchar, muchas veces contra los molinos de viento, cuando las prácticas y la prédica neoliberal parecía que definitivamente se habían incorporado al pensamiento único”.
A su lado, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, sonreía casi orgulloso, como si la reivindicación del sindicalismo fuera un elogio para él. Pero, sin dudas, fue Julio De Vido, ministro de Planificación Federal, quien disfrutó más el momento y alimentó más su ego. La única ovación personalizada que se escuchó durante el acto, se la dedicó el personal de las líneas aéreas que copaba el salón, saludándolo con un “Olé, olé olé olé, Julió, Julió”, tal como sonaba. Ni siquiera la mención de Juan Domingo Perón, en el discurso de la Presidenta y como mentor de Barack Obama, había logrado tanto.
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