Lunes, 25 de junio de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA RELACIóN COMERCIAL CON CHINA Y LAS INVERSIONES DEL PAíS ASIáTICO
Desde 2003, el intercambio comercial creció de manera exponencial y las inversiones chinas en Argentina también se incrementaron de manera sustantiva. Ese relación no estuvo exenta de tensiones.
A comienzos de noviembre de 2004, fuentes oficiales dejaron trascender que el entonces presidente Néstor Kirchner tenía entre manos un anuncio espectacular que involucraba inversiones chinas millonarias. Se llegó a hablar incluso de un megaplán de 20 mil millones de dólares que había comenzado a negociarse cuando Kirchner visitó China, en julio de ese año, y que se anunciaría cuando llegase el presidente Hu Jintao, el 16 de noviembre. Finalmente, las expectativas se fueron diluyendo y Hu Jintao anunció inversiones de empresarios chinos por 19.710 millones de dólares, pero a realizarse en el plazo de diez años. El plazo propuesto para el desembolso fue tan amplio y el destino tan difuso que las versiones que precedieron a la visita de Hu Jintao fueron calificadas por algunos analistas como un verdadero “cuento chino”. Sin embargo, al observar la relación bilateral en perspectiva histórica se puede ver que desde entonces el intercambio comercial creció de manera exponencial y las inversiones chinas en Argentina también se incrementaron de manera sustantiva.
En 2003 el intercambio comercial entre ambos países involucró, según datos oficiales, 3203,3 millones de dólares, con un saldo favorable a la Argentina de 1763 millones. El año pasado, en cambio, ese intercambio trepó a 16.596 millones, un 841,3 por ciento más. El superávit que Argentina tenía entonces se revirtió y en 2011 el déficit fue de 4550 millones, pero sobre un volumen mucho más significativo, que se explica por el aumento y la mejora en los precios de las exportaciones a ese país y por las crecientes importaciones que demandó la economía nacional durante nueve años de fuerte expansión. No obstante, en el primer cuatrimestre de este año el déficit se desaceleró con respecto al mismo período de 2011 por las restricciones oficiales a las importaciones. En los primeros cuatro meses de aquel año el saldo fue negativo en 2126,5 millones de dólares y en el igual lapso de 2012 se redujo a 1728,2 millones.
Otra asignatura pendiente en materia comercial es la diversificación de las exportaciones argentinas a China, que eran y siguen siendo fundamentalmente de productos primarios. Según datos del Centro de Estudios de la Producción, organismo dependiente del Ministerio de Industria, en 2003 el 50,1 por ciento de los ingresos que reportaron las exportaciones al país asiático correspondieron a productos primarios y en el año pasado ese porcentaje fue del 75 por ciento. Ese dato está influido por la fuerte suba que registró la cotización de la soja, principal
commodity que se exporta a China. Sin embargo, si se observa la evolución de las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial al país asiático se puede ver que entre 2003 y 2011 cayeron de 187,3 a 170,9 millones de dólares.
Si la relación bilateral se juzga por la evolución de las inversiones chinas en el país, también queda en evidencia un vínculo más estrecho. Según datos de la Cepal, China fue en 2010 el principal inversor extranjero en el país, con un aporte de 5550 millones de dólares de los 6193 recibidos en total. La inversión china estuvo entonces representada por el desembolso de la estatal Cnooc para la compra del 50 por ciento de la petrolera Bridas (por unos 3100 millones) y el pago de 2450 millones para adquirir la petrolera Occidental Petroleum por parte de Sinopec.
El año pasado los desembolsos continuaron pues el banco Industrial & Commercial Bank of China (ICBC) se quedó con la filial local del Standard Bank. El ICBC puso 187,5 millones de dólares para quedarse con un 25 por ciento de la entidad, hasta entonces en poder del grupo Sielecki y la familia Werthein, y poco más de 400 millones para comprar oro 55 por ciento de la entidad que estaba en poder del Standard Bank Sudáfrica.
Además, en 2009 las bancas centrales de la Argentina y China firmaron un acuerdo de contingencia que permite contar con una herramienta monetario-financiera inmediata para amortiguar el impacto de la crisis. Ese acuerdo no incluyó condicionalidades para la política económica local, como sigue exigiendo el FMI, y amplió los márgenes de maniobra del Gobierno para administrar la deuda pública.
El vínculo entre ambos países no estuvo, sin embargo, exento de dificultades. A comienzos de 2010, el gobierno argentino fijó un valor mínimo de 13,4 dólares por cada par de calzados provenientes del gigante asiático para poner fin a maniobras de dumping y subfacturación. El gobierno chino se quejó entonces y aseguró que las restricciones no eran nuevas porque en 2009 Argentina ya había iniciado 18 casos de investigaciones antidumping contra productos chinos, el 64 por ciento de todas las medidas de igual carácter que se tomaron en América latina. Al poco tiempo, China frenó la compra de aceite de soja durante casi seis meses. Y si bien aseguró que era por motivos sanitarios (redujo la cantidad de solvente aceptable en el aceite importado), el gobierno argentino lo interpretó como una represalia. Esas tensiones son propias de países que mantienen un intercambio comercial creciente y seguramente continuarán porque Argentina quiere ponerle freno al creciente déficit comercial con China para preservar el superávit de su balanza comercial.
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