“Como integrante de la comisión investigadora puedo decir que está fehacientemente comprobado que los militantes peronistas (Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi) fueron secuestrados en un bar de Rosario, y que posteriormente el asesinato, la ejecución, se produjo en un paraje cercano a Zárate. No existió ningún tipo de enfrentamiento como se quiso hacer creer.” La afirmación pertenece al radical Federico Storani y fue reproducida por el desaparecido diario La Voz en 1983. Y quien sigue diciendo aún hoy que el homicidio de Cambiasso y Pereyra Rossi –del que la semana pasada se cumplieron 23 años– se trató de un enfrentamiento en el que participó es el represor y aspirante a diputado Luis Patti. En diálogo con Página/12, el actual diputado Storani dijo que, en principio, piensa votar a favor de la asunción de Patti en la banca que ganó en las elecciones de octubre, tal como decidió la mayoría del bloque UCR de la Cámara baja. Pero admitió que se pronunciaría en contra si esa bancada diera libertad de conciencia. “Fui abogado de los Cambiasso, tanto me involucré que puse mi firma en aquel momento, pero no puedo tolerar el ultraoportunismo del peronismo que lo llevó en sus listas y le dio los votos que son la base de su legitimidad”, argumentó. El destino político de Patti se definirá en la sesión especial de la mañana, y el radicalismo parece dispuesto a pagar el costo político de sumarle apoyos para su ingreso al Congreso, para lo cual necesita 80 votos (ver página 7).

En su edición del sábado 18 de junio de 1983, el diario La Voz daba cuenta de una conferencia de prensa en la cual el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) había dado a conocer los resultados de la autopsia y el cambio de juzgado de la causa. “Tanto Cambiasso como Pereyra Rossi fueron secuestrados y asesinados, y la mentira y el ocultamiento siguen siendo norma encubridora de las autoridades nacionales”, afirmó el CELS. Según las conclusiones de los médicos forenses que realizaron la autopsia de Cambiasso, el cadáver presentaba hematomas producidos antes de la muerte de la víctima, así como una herida de bala provocada a menos de un metro. En la misma página, bajo el título “Conspiración antidemocrática”, Storani era presentado como ex presidente de la FUA y militante del radicalismo alfonsinista. Sobre el caso afirmaba que “es la vigencia del aparato represivo ilegal”. Storani también era miembro del equipo de abogados patrocinantes de la familia Cambiasso, junto a Augusto Conte Mac Donell, Marcelo Parrilli, Néstor Vicente, Guillermo Frugoni Rey, Angel Di Paola, Luis Zamora y Nilda Garré. “Patrociné a la familia Cambiasso, no me arrepiento. En aquella época integraba los organismos, había militado en la APDH en la dictadura, y obvio que he denunciado a Patti muchas veces, pero aquel sobreseimiento (del represor en la causa) fue consentido y no hubo interés en seguir impulsando el juicio”, explicó a este diario.

–¿Cómo piensa votar?

–De mi grupo, el tema lo lleva el diputado (Pedro) Azcoiti (vicepresidente de la comisión que analizó las pruebas contra Patti) y opina que Patti debe ingresar a la Cámara, es un ex secuestrado él mismo. Y a pesar del antecedente que tengo, no quiero ir contra esto. No sé qué pasará en la reunión del lunes (por hoy) con Gil Lavedra, pero me inclino por votar orgánicamente con la mayoría.

–¿Es posible que el bloque otorgue libertad de conciencia?

–Podría ser una salida, pero hay que respetar el trabajo de Azcoiti, quienes se oponen llegan tarde con el planteo. El es una autoridad de comisión, un tipo que tiene pergaminos, y que aclaró que no se defiende a una persona. No hay que hacer la más cómoda.

–Pero si vota a favor de Patti le van a volver las náuseas que sintió cuando votó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.

–En este caso no, es diferente. Esto debió haberse impugnado antes, incluso cuando fue candidato a gobernador. (El diputado José María) Díaz Bancalari ahora está en contra, pero cuando compartía la lista con él no dijo nada. Claro que si se diera libertad de conciencia sería más cómodo, no votaría a favor.

–Uno de los argumentos que tiene su partido es la falta de condenas de Patti, pero el represor Domingo Bussi tampoco las tenía y fue impugnado.

–Es cierto que no las tenía, pero estaban en curso procesos abiertos. Hoy se juzga si Patti tiene o no título para ser diputado, y no tiene cuentas pendientes salvo que se decida reabrir el proceso Cambiasso-Pereyra Rossi. Con Patti siempre quedó la duda, y en derecho se aplica in dubio pro reo. Aunque, obviamente, creo que no es trigo limpio.

–Pero el caso Gonçalves está abierto y además tiene un procesamiento firme por encubrir a un acusado de delitos de lesa humanidad.

–No hay duda de que su historial es complicado. Yo en campaña lo denunciaba por torturador y me sentía con autoridad para hacerlo. No como los oportunistas de hoy.

–¿El radicalismo apoya a Patti para evitar entregarle su cabeza al presidente Néstor Kirchner antes de la Plaza del 25?

–No comparto que se trate de no darle su cabeza al oficialismo. Me preocupa el precedente que se pueda dejar sentado.

–Sin embargo, en el antecedente Bussi quedó claro que sólo se aplica en casos en que el aspirante al cargo haya estado implicado en violaciones a los derechos humanos.

–Eso es relativísimo. El caso Patti no tiene la jerarquía del de Bussi. No se puede estirar tanto la interpretación sobre delitos de lesa humanidad.

–¿No piensa que el radicalismo pagará un alto costo político si Patti finalmente ingresa?

–En tal caso será de todos, sobre todo del Peronismo Federal (donde están los ex duhaldistas, hoy alineados con el kirchnerismo) porque ellos posibilitaron que tuviera esa cantidad de votos. Ellos tienen el fardo porque ésa es la base de su legitimidad.