ESPECTáCULOS

“Allegro ma non troppo”, el clown para toda edad

La obra de Clun es otro notable paso en su filosofía de que la risa forme parte de la canasta básica.

 Por Silvina Friera

La compañía Clun, formada por Marcelo Katz, se aparta de ciertas convenciones a la hora de concebir un espectáculo para chicos y adultos, como lo demostró –de un modo más solapado– en Clun, ternado al premio ACE en 1998. En Allegro ma non troppo, su más reciente creación grupal, se cumple el lema de que “la risa debe formar parte de la canasta familiar”, pero, además, los textos, la música y el trabajo de los intérpretes sustentan una historia de pasiones y desengaños, narrada desde la mirada absurda del clown. No es habitual que un grupo se atreva a abordar temáticas complejas como la muerte, el fracaso, la desesperación y el suicidio sin despertar el prurito de los que defienden a ultranza la idea de que los chicos son “inmaduros” para enfrentar la crudeza de problemas que rompen el paradigma infantil de la inocencia. La dramaturgia de Martín Joab, Azul Borenstein, Irene Sexer, Diego Lejtman y el propio Katz consigue tamizar estas tensiones a través un registro clownesco pendular: el humor es más ácido e irónico cuando el guiño está dirigido al adulto, más directo y gestual si los destinatarios son los más chicos.
Marta, Sensato y Varreto son los protagonistas de un triángulo de enredos tan disparatados como románticos. Ella es una joven obsesiva y frágil, que busca a ese amor que la besa en sus sueños. Aunque todos los hombres que figuran en la guía telefónica le envían cartas con un beso, las ilusiones de Marta se esfuman al comprobar que ninguno de esos besos se corresponde con el buscado. Sensato, músico sensible y tímido que ama a Marta en secreto, le pide ayuda a un excéntrico y desopilante inventor, Varreto, para que con sus estrafalarias invenciones le robe alguna sonrisa a la desdichada joven. Los estrepitosos fracasos de Varreto (un notable trabajo actoral de Lejtman) despiertan a Sensato, que se anima a escribir una apasionada carta de amor a Marta, encubierto bajo el seudónimo de Lisandro. A pesar de que el beso de Sensato-Lisandro es el que busca la joven, los personajes, que construyen sus caracteres y crecen a medida que transcurren las escenas, son víctimas –vaya paradoja– de sus propias creaciones. El músico, que mantiene una fluida correspondencia con la joven, sucumbe frente a la propuesta de casamiento de su enamorada, que ni siquiera sospecha quién es la mano que escribe y firma como Lisandro.
El diseño de la escenografía (tomada de un libro de juguetes de lata), el vestuario y la iluminación contribuyen a generar una atmósfera de ensoñación y encantamiento. La puesta opta por aproximar los momentos más poéticos, al tiempo que distancia y oscurece los más dramáticos, para tornarlos digeribles mediante la ironía. Esto se percibe cuando Sensato (Katz, con riguroso dominio del lenguaje del clown) decide “matar” al alter ego que inventó para conquistar a Marta. Aferrada a la vida por la ilusión de su casamiento con Lisandro, la joven apela a la “salvación romántica” del suicidio, la única alternativa que vislumbra en medio de su desesperación por encontrarse con el ser amado. En esta circunstancia retorna el acomodaticio Varreto –ahora aliado de Marta–, que ayudará a la joven a “morir de emoción” con otro de sus grotescos proyectos en vía de experimentación.
El ritmo escénico pierde efectividad con las idas y vueltas de las cartas que escriben los personajes, escenas algo extensas y que podrían ser simplificadas sin perder la eficacia e intriga. No obstante, en el final se recupera la agilidad gracias a una mirada burlona sobre el happy end, en boca de Varreto. Clun (creadora de la ONG Clowns para el mundo,que brinda funciones en zonas de emergencia) muestra cómo contar una historia donde el recurso de la ironía disuelve los prejuicios respecto de lo que los chicos pueden o no ver. La risa –esa canasta básica familiar, hoy más que nunca indispensable– en Allegro ma non troppo se convierte así en un bien común, al servicio de todos los espectadores.

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El espectáculo de la compañía de clowns divierte a grandes y chicos, aunque aborda temas complejos.
 
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