ESPECTáCULOS › REUNION DEL CHE Y PERON EN “HISTORIA CONFIDENCIAL”
Dos potencias se saludan
En el programa de Pacho O’Donnell se difundirán entrevistas y y comentarios sobre la relación secreta entre Perón y el Che. Testimonio del comandante cubano Jorge “Papito” Serguera.
Por Luis Bruschtein
Perón y el Che, cara a cara, en 1964. El comandante guerrillero acaba de enterarse del fracaso del foco guerrillero del periodista Jorge Masetti en Argentina, pero no abandona el proyecto sudamericano. El ex presidente está preparando su retorno a la Argentina: “Vuelvo en forma pacífica o por intermedio de una revolución”, ha dicho. Dos de los hombres más importantes de la historia reciente se miran a la cara en un encuentro que se mantuvo en secreto durante decenas de años y del cual surge el apoyo financiero del Che para el primer retorno de Perón a la Argentina.
Hoy a las 23.00 en el programa “Historia Confidencial”, de Canal 7, se verá una entrevista realizada por Pacho O’Donnell en Cuba al comandante Jorge “Papito” Serguera, que en 1964 era embajador de Cuba en Argelia y el encargado de los contactos entre el Che y Perón. “A fines de 1963 -recuerda Papito Serguera– vinieron a Argel dos personas, Valentín Luco y Héctor Villalón, que dijeron ser enviados de Perón. Decían que el peronismo estaba de acuerdo con la revolución cubana. Estuvimos hablando bastante y estas dos personas, muy simpáticas, estaban de acuerdo con todo lo que les decía. La vida me demostró que, cuando hay más de dos personas, es raro que estén de acuerdo en todo.”
Luco y Villalón expresaron a Serguera el deseo de Perón de hacer un contacto con el Che. Papito viajó a Madrid y se reunió con el general exiliado en Puerta de Hierro. De allí viajó a La Habana. “Tú haces lo que te diga el Che, él se encarga de eso”, le dijo Fidel. En su periplo latinoamericano y su participación en la revolución cubana, el Che se había hecho un replanteo sobre el peronismo, como lo muestran las cartas a su madre Celia y al escritor Ernesto Sabato, luego del golpe de 1955. Así como ha reconocido el carácter antiimperialista y popular del peronismo, no termina de digerir la figura de su líder, hacia quien tiene más de una frase despectiva. Pero lo intriga el relato de Serguera. “¿A ti qué te parece?”, le pregunta. “Mira, Che, el hombre está dispuesto a hablar con nosotros, veamos qué pasa”, le responde Papito según su relato. “Tú sigue la relación y veamos cómo camina”, le ordena el Che y antes de que emprenda el viaje le acerca un maletín. “Entrégale esto de mi parte.” Estaba repleto de dólares, los primeros para la creación de los “Fondos de la Liberación” y que en parte habrían servido para apoyar el primer retorno de Perón a la Argentina.
Perón designó al empresario Julio Gallego Soto como encargado de los fondos. “Gallego Soto fue un eximio conspirador que construyó como una obra de arte su bajo perfil, a pesar de haber vivido momentos históricos junto a Perón –señaló el periodista Rogelio García Lupo, también presente en el programa de esta noche–; se llevó muchos secretos a la tumba sin nombre cuando un comando militar lo secuestró en 1977, pero en algún momento sintió la necesidad de relatar a su amigo, el contador público Alberto T. López, cómo había sido aquella noche en que Perón lo mandó a buscar y en su residencia de Madrid le propuso en presencia del Che que tomara a su cargo los ‘fondos de la liberación’.”
Según el relato de Gallego Soto, cuya versión escrita llegó a manos de García Lupo, el encuentro se realizó entre el 17 de marzo y el 17 de abril. El Che viajaba a Ginebra para presentar a Cuba en la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo. Gallego Soto había emprendido un tour de placer y negocios por Europa. En Madrid se alojó en el Hotel Plaza. Una noche un monje capuchino llegó a su habitación y le expresó el deseo de Perón de que ambos se encontraran con él esa noche. En Puerta de Hierro, el monje se baja la capucha y era el Che. En presencia del comandante guerrillero, Perón le propuso hacerse cargo de los fondos.
En 1964 fracasaron el foco guerrillero de Masetti en Salta y el retorno de Perón, interceptado en Río de Janeiro. Pero Gallego Soto mantuvo una relación política y de amistad con John William Cooke y su esposa Alicia Eguren que lo relacionan con jefes del ERP. Hasta que en 1977 es secuestrado y desaparecido por la dictadura militar.