ESPECTáCULOS › EL PERIODISTA JUAN CARLOS KREIMER Y EL DESAFIO DE UNA NUEVA SERIE
“Se puede ser sencillo y riguroso”
El autor de “Punk, la muerte joven” explica la génesis de la colección “Intelectuales”, que busca facilitar el acceso del público masivo a los grandes temas del pensamiento contemporáneo.
Por Verónica Abdala
Juan Carlos Kreimer lleva cuatro décadas componiendo páginas, desde casi todos los ángulos posibles. Trabajó durante años como periodista, coordinó talleres de escritura, dirigió una revista –Uno mismo–, escribió numerosos libros –entre ellos, el a su modo mítico Punk, la muerte joven, publicado por primera vez en España en 1978– y desde mediados de la década pasada se desempeña en simultáneo como editor independiente y como responsable de las publicaciones culturales de Longseller. Concibió y vio crecer colecciones de divulgación y difusión del arte, la cultura y el pensamiento –la serie “Para principiantes” le deparó las mayores satisfacciones–, una experiencia que define incomparable. Está empeñado desde hace meses en la construcción de una nueva serie de libros pensados para facilitar el acceso del público masivo a los grandes temas de la política y la sociedad. Se trata de la colección “Intelectuales”, que edita Campo de Ideas, y se compone de títulos que abordan la obra de autores contemporáneos a partir del análisis de un tema determinado.
Hasta ahora, Kreimer y José María Martín, su socio español en este proyecto, llevan publicados en “Intelectuales” media docena de libros: Toni Negri y los desafíos de Imperio, de Néstor Kohan; Edgar Morin y el pensamiento complejo, de Miguel Grinberg; Georges Bataille y el erotismo, de Osvaldo Baigorria; Pierre Bourdieu y el capital simbólico, de Cecilia Flachsland; Noam Chomsky y el control del pensamiento, de Gabriela Roffinelli y Naomi Klein y el fin de las marcas, de Judith Gociol. Se distribuyen en España, Argentina, México, Colombia, Venezuela, Chile y Uruguay. Están trabajando en la edición de otra decena que aparecerá durante el 2004, en un plan que incluye un total de cuarenta títulos.
La idea original, relata Kreimer, surgió de la necesidad de cubrir un espacio editorial vacante ante la demanda de un público compuesto básicamente por lectores jóvenes, muchos de ellos estudiantes universitarios. Gente interesada en la cultura y el pensamiento, pero sin “la paciencia necesaria” para abocarse a la lectura completa de la obra de un autor. “Suele pasar que muchos autores se repiten de un libro a otro, o tienen un lenguaje cerrado al no especialista. Nos propusimos, junto a los autores, presentar los grandes temas de la cultura contemporánea, y a los grandes pensadores, en libros que operen como extractos de fácil comprensión y rápida lectura. Yo mismo no podía terminar Imperio, de Toni Negri, ni No Logo de Naomi Klein, cuando pensé en hacer una colección como ésta”, cuenta Kreimer.
–Si bien “Para principiantes” e “Intelectuales” mantienen evidentes diferencias, se advierte un trasfondo común: la voluntad de democratizar el acceso a las teorías fundantes, a las grandes obras.
–Por supuesto, en ese sentido hay una apuesta ideológica. Por detrás de esta colección late la idea de que cualquier persona debe tener la posibilidad de leer y comprender los grandes textos.
–¿Hay una definición ideológica también en la elección de autores y temas?
–Sí, de algún modo todos los autores seleccionados mantienen una actitud crítica frente a ciertas cuestiones: los supuestos beneficios del proceso de globalización, del rol que les cabe a los intelectuales, incluso respecto de ellos mismos. Casi todos los autores que integran la colección “Intelectuales” empiezan a convertirse lentamente en objeto de estudio. Muchos de ellos son autores no canonizados, pero ocupan las tapas de los suplementos culturales, tienen una creciente cantidad de gente que los lee y los sigue, ganan la atención de los círculos universitarios...
–¿Qué prejuicios debe superar una colección como ésta?
–Los prejuicios giran básicamente en torno a la fantasía de que un libro sencillo en su forma no puede ser riguroso desde el contenido. Se tiene la falsa idea de que lo complejo hace a lo serio, de que un buenautor o un gran texto necesariamente deben tener cierto grado inherente de dificultad, y por supuesto que esto no tiene por qué ser así. La verdadera difusión cultural pasa por permitir el acceso masivo de público a los grandes temas. En un principio sufrimos esos prejuicios con la colección de “Para principiantes” de parte de cierta crítica mediocre que ni siquiera se tomaba el trabajo de leer los libros. Luego esos prejuicios fueron superados: los mismos críticos descubrieron que síntesis no es sinónimo de resumen, que no nos interesaba hacer un cut & paste de los grandes libros. Nosotros no publicamos libros light, como tampoco libros que nadie entiende, algo que a algunos autores les fascina que ocurra.
–¿Cuál es su mayor orgullo como editor?
–Que haya lectores que se reconozcan adictos a los libros de estas colecciones.