ESPECTáCULOS › RAUL LAVIE ES DON QUIJOTE Y MIGUEL DE CERVANTES
“Yo luché con molinos de viento”
El actor y cantante aborda el más clásico de los textos de habla hispana en el musical El hombre de La Mancha. “Quiero que mi personaje sea lo más natural posible”, dice.
Por Karina Micheletto
Se cumplen cuatrocientos años de su publicación, y El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha sigue multiplicando sus apariciones. Ahora, tanto el Quijote como Miguel de Cervantes Saavedra serán encarnados por Raúl Lavié, en el musical El hombre de La Mancha. La obra, que se estrenó en 1965 en Nueva York y desde entonces siguió representándose en todo el mundo, ubica a Miguel de Cervantes en la cárcel, a punto de ser juzgado por la Inquisición. Cuando el resto de los presidiarios amenaza con sacarle sus pocas pertenencias, el escritor arguye una defensa: comienza a representar el manuscrito de su obra maestra, El Quijote. En el elenco de la obra, que se estrena hoy en el teatro El Nacional, también están Sandra Ballesteros en el papel de Dulcinea y Omar Calicchio como Sancho Panza. La producción es de Diego Romay, el responsable de otros musicales como Tanguera y Nativo.
Son los últimos ensayos en El Nacional y Lavié hace su aparición lanzando un sonoro y castizo “¡¿Cómo estáis?!” Muestra un cambio de look, además de los retoques que se hizo en el programa Transformaciones: se dejó una barba candado para dar más con el personaje. Pero dice que en escena no se agrega nada más y tampoco piensa exagerar el acento castizo. “Quiero que el personaje sea lo más natural posible, sólo me agrego la barba larga del Quijote, nada de bigote estrafalario”, explica, y avanza sobre la “experiencia de vida” necesaria para interpretar un papel como éste: “Cervantes tenía 57 años cuando se editó la primera parte de El Quijote, una edad avanzada para la época (comienzos del siglo XVII). Vivió todo lo que había que vivir, pasó todos los extremos, la guerra, el encierro, y en todos esos años no se privó de nada. Todo lo que le costó vivir lo transfirió a este personaje que lo supera por todos lados, al punto de que el personaje se come al autor, cobra vida”.
Aunque su nombre suele aparecer más ligado al tango (de hecho, en veinte días abrirá una casa de tango en La Boca –Che Tango– con gran despliegue), Lavié se preocupa por aclarar que siempre osciló entre la música y el teatro. En 50 años de carrera (tiene 67 años) hizo más de veinte musicales, entre sainetes, vodeviles, comedias y obras de Broadway como Annie, Pippie o Hello Dolly. Pero, además, es la segunda vez que Lavié asume el papel principal de El hombre de La Mancha. La primera fue en México, en 1968, cuando estaba casado con Pinky. El personaje también tuvo que ver con su actual esposa, Laura Basualdo. “Cuando la conocí tuve un juego un poco quijotesco al tratar de ganar la confianza de sus amigos”, cuenta Lavié. “Ellos la subestimaban bastante por haberme elegido, era un grupo social que no tenía nada que ver conmigo. Yo era un tipo separado, con hijos, 16 años mayor que ella... Le decían: ‘Dejate de embromar, ¿cómo te podés meter con ese tipo?’ Su despedida de soltera fue mi presentación en sociedad; ahí yo tenía que ir solo a la boca del lobo, frente a todos sus amigos. Me preguntaron cómo la había conquistado, me arrodillé y le canté a Laura la canción de Dulcinea. Con eso los compré a todos.”
–¿Qué fue lo que más le costó a la hora de interpretar el Quijote?
–Ya lo tenía sabido, de la puesta en México. De alguna manera, a uno le queda metido el personaje. Pero además uno ya tiene internalizada la obra de Cervantes, forma parte de nuestra idiosincrasia hispana.
–Quiere decir que no hubo mucho de desafío.
–Bueno, sí, siempre son un desafío interesante los personajes épicos, yo tuve la suerte de hacer Martín Fierro, Zorba, y ahora el Quijote. Además pasaron muchos años desde aquella primera vez. Y uno va expresando otra mirada, rescatando cosas que antes pasaron de largo. Evidentemente, los años y la experiencia suman al personaje. Eso se nota hasta en los ensayos; ahora los disfruto de otra manera.
–¿En qué se siente cercano a Miguel de Cervantes y al Quijote?
–El Quijote y Cervantes eran prácticamente uno. Y me siento cerca de ellos tal vez en la forma de encarar las cosas. Yo comencé muy de abajo, fui un tipo que luchó con muchos molinos de viento.
–¿Cuáles, por ejemplo?
–Por ejemplo, cuando, desde el lugar de cantante, quise volcarme a ser actor, tuve que vencer muchas reticencias, en el propio ambiente me decían: “Para qué te metés en ésa, si te está yendo bien”. Por otro lado, en la misma carrera de cantante busqué un estilo difícil. Siempre tuve que ir contra algo establecido. Siempre me tocó la suerte de tener un lugar especial en el público, pero no paré de trabajar en todo este tiempo. Hoy ya no necesito buscar, todo viene hacia mí, pero para eso tuve que pelearla. Yo no tuve un marketing, fui haciendo todo en base al instinto. Y en seguir una línea de la que no me aparté, en mejorar física y profesionalmente, en saber elegir las cosas que hago.
–¿Imaginaba que su operación en el programa Transformaciones iba a tener tanta repercusión?
–Sí, pero, ¿cuál es el escándalo? ¿Por qué habría que ocultar una cirugía?
–Una cosa es ocultar y otra exhibir.
–¿Y qué hay de malo? ¿Qué es lo que produce tanto escándalo? Fue simplemente sacarme las bolsas de los ojos y la papada, no fue un cambio de sexo. Todos los días se ven y se escuchan cosas mucho más feas en la televisión. Hay delincuentes que se entregan en cámara, otros confiesan que son homosexuales o drogadictos. Entonces, ¿cuál es el tema conmigo? ¿Que me hice una operación y no me la cobraron? ¡Ese es un problema mío! Me insistieron mis hijas, y yo sentí que tenía que hacerlo porque no me veía bien, en el plano profesional no me servía lo que veía. Pensé: tengo que hacer el Quijote, me veo papada, una cara grandota, vamos a hacerlo. Y ahora me siento fenómeno.
–En otros programas se burlaron de usted. ¿Cómo lo tomó?
–En uno solo dijeron que era patético. Y a mí me parece más patético lo que hacen algunos de ellos todos los días. A éstos que supuestamente están en la televisión diciendo que hay que tomar las cosas con humor, yo les digo que son los primeros en no tomarlas con humor. Con mi esposa nos reímos, dijimos, sí, vamos a operarnos los dos juntos, hacemos un combo, ¿cuál es? Y, ¿quiere que le diga una cosa? Me parece bárbaro que hablen de mí. Quiere decir que estoy vivo.