Miércoles, 16 de diciembre de 2009 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Tomando como punto de partida un reciente estudio del Comfer sobre el tratamiento informativo de la gripe A, Gustavo Bulla saca conclusiones sobre el ejercicio periodístico en la televisión.
Por Gustavo Bulla *
Con motivo de la propagación de la gripe A (H1N1), uno de los equipos de investigación del Comfer –integrado por Verónica Salerno, Paola Ramírez Barahona, Javiera Astorga y Mariano Barragán– ha elaborado un informe (el texto completo se puede descargar de www.comfer.gov.ar) en el cual se analiza el comportamiento de los dos noticieros televisivos nocturnos de mayor audiencia, Telenoche (Canal 13) y Telefé Noticias (Telefé). El período analizado incluyó 28 emisiones –seleccionadas de manera aleatoria– desde el 27 de abril al 30 de julio, contabilizándose un total de 107 unidades de mensaje relacionados con la enfermedad.
El informe arrojó como principales resultados que:
Pese a que los programas de noticias construyeron columnas y espacios dedicados a la transmisión de información sobre salud, las recomendaciones para evitar el contagio e identificar los síntomas recolectaron sólo 16,8 por ciento de los mensajes totales de la muestra.
Se registró escasa información dirigida a los grupos de riesgo. El 72 por ciento de los mensajes se orientó a la población en general, sin consideraciones sobre la edad, sexo, enfermedades preexistentes u otras situaciones particulares. Sólo el 2,8 por ciento de los mensajes fue destinado a las embarazadas y no se identificó ningún tipo de información dirigido a pacientes con deficiencias inmunológicas.
Dentro de los mensajes que citó alguna fuente, se detectó en un mismo plano de importancia las opiniones y consejos de profesionales del ámbito de la salud frente a testimonios que fueron recogidos entre personas que no poseían formación específica en el tema. La diferencia entre ambos fue tan sólo del 1,9 por ciento.
Se registró una utilización frecuente de titulares acompañados de palabras como “alerta”, “miedo”, “amenaza”, “colapso”, detectándose así una intención de despertar el interés del espectador desde la dramatización del abordaje de la situación sanitaria.
Las cuatro conclusiones precedentes que arroja el informe, siempre con la relatividad que supone la muestra adoptada, ilumina sobre algunas tendencias más generales del ejercicio periodístico en los medios de comunicación argentinos, y muy especialmente en la televisión. Se prioriza la información como denuncia o escándalo por sobre el servicio a la comunidad. El así llamado periodismo de impacto no se detiene ni ante una pandemia. En lugar de utilizar la enorme penetración de los medios masivos de comunicación para acercar calma y racionalidad a los comportamientos sociales frente a la enfermedad, se potenció la alarma, la confusión y las actitudes histéricas.
El oposicionismo tan cultivado últimamente por buena parte de los medios tampoco se detuvo ante la evidencia de una situación sanitaria delicada. En medio de las informaciones, a veces contradictorias, sobre los reales alcances de la enfermedad, no pocos medios y periodistas se dedicaron mucho más a señalar presuntas responsabilidades políticas que a contribuir con información de calidad para que el público pudiera adoptar medidas preventivas para evitar el contagio. La política de la sospecha constante sobre las cifras de personas contagiadas les ganó minutos y horas a los consejos para evitar que esas cifras se engrosasen. La desmesura llegó a tal extremo, que a los conductores de algunos canales y señales informativas se los veía ansiosos y hasta eufóricos ante la posibilidad de anunciar nuevas muertes causadas por la enfermedad.
La cita de fuentes y de autoridad constituye uno de los problemas más serios del periodismo televisivo de nuestro país; si se aplicaran los criterios enseñados en las carreras universitarias y terciarias de periodismo para evaluar el rigor con el cual se construyen las noticias, con el cual se chequean las fuentes, un porcentaje alto de los profesionales no aprobarían.
El informe lo consigna de manera muy gráfica: prácticamente se consultó a la misma cantidad de profesionales de la salud que a personas sin formación específica en la materia. Estas decisiones de los productores periodísticos son las que generan ese magma de opiniones e informaciones contradictorias, que desde el público receptor es percibido como un auténtico caos. Según el canal o programa que uno viera, muchas veces no se sabía si era importante o no usar barbijo, si no era una exageración y/o el negocio de alguien la promoción del lavado continuo con alcohol, ni hablar de los tratamientos una vez detectada la enfermedad, si tal antitérmico sí, si tal otro no...
La carrera frenética por captar audiencias y anunciantes lamentablemente no hizo una excepción con motivo de la pandemia de gripe A. El objetivo de analizar estos comportamientos mediáticos y darlos a conocer es suscitar la reflexión pública y recordarles a los responsables de los medios masivos de comunicación que hay cosas con las que no se puede jugar, una de ellas es la salud de la población.
* Licenciado en Comunicación UBA. Director Nacional de Supervisión y Evaluación del Comfer.
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