Miércoles, 30 de julio de 2014 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Paola Fernández sostiene que a partir de la emergencia de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación –TIC–, el desafío de las políticas públicas implican retos que no deben limitarse al acceso de dispositivos y conectividad, sino que deben incluir la formación y capacitación para la adquisición de nuevas competencias, que le permitan al ciudadano el ejercicio pleno de sus derechos en la era digital.
Por Paola Fernández *
No es una novedad que las innovaciones tecnológicas han sucedido sin interrupción y a una velocidad vertiginosa. La emergencia de la televisión interactiva y la sofisticación en las herramientas que posibilitan la descarga y acceso a materiales audiovisuales por Internet hacen prever una mejora sustancial en el campo de la educación, sobre todo en lo que refiere a la disponibilidad de bienes y obras intelectuales. Ya desde la Cumbre Mundial de la Información (Ginebra, 2003) se advierte la necesidad de garantizar a cada persona la posibilidad de adquirir las competencias y conocimientos necesarios para comprender la Sociedad de la Información y la economía del conocimiento; elementos que promueven la participación –no sólo en el campo digital– para un óptimo ejercicio de la ciudadanía. De esta línea se desprende que la alfabetización y educación primaria universal son factores esenciales para crear una Sociedad de la Información articulada e integrada. A la vista de la amplia formación de especialistas en las TIC y la información necesaria a múltiples niveles, debe prestarse particular atención a la creación de capacidades institucionales.
No obstante, las políticas públicas en relación con el uso de las TIC en Argentina han hecho hincapié en garantizar el acceso a los dispositivos tecnológicos, con excepciones aisladas como San Juan, San Luis y La Rioja, con el modelo 1:1, de los cuales sin embargo habría que indagar caso por caso. Se destaca el plan nacional Conectar Igualdad, que implica la entrega de computadoras a estudiantes de escuelas primarias y secundarias públicas, sin que se perciba, sin embargo, un correlato en el proceso de alfabetización digital.
Las competencias técnicas son necesarias para que el ciudadano pueda incursionar autónomamente en el uso de las TIC, entendidas como condiciones para el pleno ejercicio de derechos. Por ello es preciso fomentar la comprensión de la funcionalidad de las TIC, en términos de oportunidades y beneficios para, desde allí, promover el alcance y el esfuerzo en la adquisición de más y mejores competencias técnicas.
En este contexto, uno de los problemas que se identifica es la simplificación de la alfabetización y la cultura digital al aspecto tecnológico. Equipar a las escuelas de computadoras parece ser el único objetivo de las administraciones públicas, sin una articulación –necesaria– con las capacitaciones a docentes y estudiantes, eslabón indispensable para el ejercicio educacional de las TIC; para fomentar prácticas de uso y apropiaciones plenos, cuya experiencia en verdad sea enriquecedora. Limitadas así al valor de la técnica, no se fomenta la producción de contenidos y nuevas experiencias narrativas y audiovisuales. La cultura digital es una nueva cultura. Porque es tecnológica, pero también porque exige nuevas competencias de lectura y escritura para la producción y transmisión de contenidos en un escenario atravesado por la brecha digital. En este aspecto, se la comprende no sólo por las diferencias en el acceso a la conectividad que se percibe en la sociedad, sino por las capacidades tecnológicas-culturales de cada uno de los miembros. Así, la alfabetización digital debe articular la educación referida a cualquier medio de comunicación, que incluye tanto las palabras como los gráficos, sonidos e imágenes fijas y en movimiento, transmitidos a partir de cualquier tipo de tecnología. Sus principios consisten en capacitar a las personas para comprender los medios de comunicación utilizados en su sociedad y el modo en que operan, así como la adquisición de las habilidades en el uso de tales medios para comunicar con otros desde múltiples narrativas, por ejemplo, las transmedia, expansión en la narración de una historia en múltiples géneros y formatos.
Urge corregir el reduccionismo tecnológico para que la sociedad no sea un mercado de la información y para que la ciudadanía se comunique por múltiples medios, impulsando la integración y participación de los sujetos. No alcanza con una ciudadanía conectada, sino que ésta debe comprender la trascendencia de las tecnologías en el desarrollo social y estar alfabetizada y capacitada para el ejercicio pleno de sus derechos de acceso y participación en el entorno digital. Esto sólo será posible con un Estado que intervenga en la construcción de políticas públicas y acciones comunitarias que lo garanticen. De otra manera, la concentración del sector privado, preocupante en la era digital, consolidará su rol hegemónico a través de la legitimación con las prácticas a nivel usuario de los miembros, constituidas a imagen y semejanza de los intereses financieros de los principales grupos económicos, de los cuales Google.inc y Facebook son los principales –pero no únicos– referentes.
* Licenciada en Comunicación Social y Maestranda de la Maestría en Industrias Culturales: Política y Gestión. Universidad Nacional de Quilmes [email protected]
@paolaefernandez
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