Miércoles, 30 de julio de 2014 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LOS NOCTILUCA, DE VICTORIA LOVELL
En el nuevo libro de la poeta rosarina ninguna palabra sobra y todas, sin excepción, significan. Son palabras que hacen huella en lo real, en algo más cierto que lo apenas verdadero, siempre sujeto este último a la duda y a la prueba.
Por Beatriz Vignoli
Los Noctiluca (Papeles del Boulevard) es el libro de poemas más reciente de Victoria Lovell, quien recurre ya desde el título a una metáfora cargada de múltiples sentidos simbólicos. Se llaman noctilucas, o chispas de mar, a unos literales seres de luz de vida libre. Ni animales ni plantas ni hongos, son un género de organismos bioluminiscentes que forman fulgurantes colonias; se encuentran en las mareas y en una canción de Jorge Drexler. La noctiluca (en latín, lo que brilla de noche) produce su luminosidad mediante la luciferina.
No se las ve de día: "Fosforescencia marina/ protozoo flagelado/ nocturna noctiluca/ invisible diurna". La frase "los Noctiluca", escrita así en la portada, remite a la taxonomía y a algún apellido familiar. Quiénes son? No llegan a constituir personajes. Podría pensárselos como agrupamiento informal de cuerpos vivos sin órganos, aunque con alguna organización, porque la biología marina nos avisa que la noctiluca consta de citoplasma, membrana, flagelo y núcleo. Otra particularidad es que su flagelo no se agita solo, de modo que su movimiento acuático depende de poder seguir la "línea de flotación".
El lector de Lovell alcanza a saber que estas casi nadas flotantes habitan algo: un "recinto", "templo" o "garage" (las tres palabras aquí son intercambiables); un "páramo" o "querencia" (que acá son sinónimos a pesar suyo). En suma: están en una "estancia", no sólo en sentido rural sino además arquitectónico. O en el sentido amplio que los abarca a ambos: un lugar donde estar.
Están todos? No. Los Noctiluca se clasifican en dos grupos: los extinguidos invisibles y los sobrevivientes. Los sobrevivientes tienen la particularidad de olvidar y los extinguidos la de reaparecer, pero el olvido impide a los otros identificarlos. Entre todos ellos hay uno, el amanuense, que escribe al dictado "detrás de la cortina de mimbre". Es el sobreviviente invisible. No lo oculta una cortina cualquiera. Ahora ya sabemos dónde está: en casa.
Aquí, ninguna palabra sobra y todas, sin excepción, significan. Son palabras que hacen huella en lo real, en algo más cierto que lo apenas verdadero, siempre sujeto este último a la duda y a la prueba. A veces el poema, de tan preciso, se adelgaza hasta la anotación ("Socavando la superficie/ apuntalar los cimientos/ visibilidad de pozo") o concentra su contundencia en un epigrama: "No hay yo que sustituya el nosotros". Lo cotidiano exótico (por categorizarlo de algún modo) lo ornamenta: "una sombrilla tai"; "tendido el pareo". La imagen del silencio de la hija ante la madre que reconoce el propio rostro en una mascarilla mortuoria tiene el poder de condensar en un poema una anécdota que podría haber alimentado un cuento entero.
Nacida en Rosario, profesora de Letras, docente en talleres de poesía e integrante del grupo Poetas del Boulevard, Lovell publica libros de poesía en Rosario y en Buenos Aires desde 1981. "Fábula" autobiográfica en poemas, alegoría generacional y/o ancestral, Los Noctiluca despliega una saga visionaria de viñetas poéticas y gráficas, incluyendo dibujos de la autora que parecen aludir a esos traslúcidos espíritus que alientan en los textos. El arte de tapa por la pintora rosarina Patricia Frey suma su luminosidad marítima a este libro misterioso, embrujador, minucioso y espléndido.
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