Domingo, 9 de marzo de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › LOS ADOLESCENTES QUE USAN SU SITIO PERSONAL EN LA WEB PARA CONSEGUIR SEXO
Miles de adolescentes tienen su propio lugar en Internet, en el que publican sus fotos y reciben comentarios. Ahora, muchos de ellos los utilizan también para encontrar pareja. Aquí, los fotologueros explican los “beneficios” de ese método.
La cantidad de piel mostrada por los adolescentes en sus fotologs es directamente proporcional al número de posts que recibirán. Los sitios personales gratuitos donde pueden subirse fotos y recibir mensajes de otros usuarios de la red se volvieron masivos entre los adolescentes hace ya un tiempo. Ahora, la novedad es un fenómeno aún incipiente: la utilización del contacto en los fotologs para conseguir sexo. Es un grupo entre los miles de usuarios, pero son cada vez más los que se acoplan a esta tendencia mediante comentarios osados y fotos al borde de lo permitido por el “código de convivencia” del sitio. El camino se torna cada vez más común y tiene tres etapas: un post, un chat y a la cama.
Fotolog.com nació como una red de 200 amigos universitarios que compartían fotos de sus vacaciones y celebraciones a sus conocidos. En 2002 la abrieron y a partir de entonces, los ajenos a aquel grupo primigenio comenzaron a participar. Nacieron los fotologueros o floggers, que comenzaron su uso de Fotolog.com haciendo gala de esa idea de “compartir fotos con familiares y amigos” y luego se volcaron cada vez más hacia la exposición sensual. La tendencia no es adjudicable a todo flogger que ande suelto, pero lo cierto es que los nuevos fotologs están cada vez más cerca de esta radicalización que de aquella red de fotos “apta para todo público” del dúo Heiferman-Seifer, creador del sitio.
La tendencia ocurre a la vista de todos, y en ese sentido, el coqueteo vía comentarios es una práctica con una exposición mayor a su predecesor y coetáneo “chamuyo por MSN”. El mensaje que uno deja en un fotolog ajeno puede ser leído hasta por 15 millones de usuarios, de los cuales 450 mil son argentinos, la segunda nacionalidad más común en América latina detrás de los chilenos. En realidad, puede ser visto por cualquiera con acceso a Internet.
Se calcula que existen dos fotologueras por cada fotologuero, pero esa superpoblación de escotes por sobre los abdominales –los dos objetivos fotográficos más comunes que se suben a los fotologs– se suple porque ellas están más lanzadas. Mariela explica a Página/12 cómo funciona el levante vía flog: “Si alguien me cabe, le dejo un post provocativo. Tipo ‘hola, esa foto me excita. ¡Ay esa boca, agregá mi MSN!’. Siguiente paso, el chat por MSN. Me calienta crear fantasías con esa persona y si con palabras y fotos logra excitarme, el encuentro es factible”, revela. Según precisa esta adolescente de 16 años de Avellaneda, tuvo relaciones con 17 chicos floggers. Con diez de ellos tuvo relaciones en su primera cita.
Florencia, que tiene 17 y es de Ramos Mejía, justifica la práctica al decir que “lo bueno de los fotologueros es que son más directos con lo que quieren, mucho menos tímidos, más rápidos para decir las cosas, y que hay una posibilidad de conocer gente muy rápido”. Aún prefiere el levante cara a cara, pero no se privó de “curtir con tres chicos y dos chicas bi” que conoció por esta vía. En cambio, para Clara, también de Ramos Mejía pero de 23, el “gustito” de conocer fotologueros le viene por el lado de la simplicidad: “Limita el margen de error de toparse con alguien que no sirve, un miedo muy común en nosotras, porque concurrir a su fotolog es como conocerlo de antemano”, sostiene convencida esta joven, que tuvo a cinco fotologueros en su cama y mantuvo noviazgos “serios” con otros dos.
–¿Se puede conocer a una persona visitando su sitio?
–Aprendés a leer a una persona a través de sus gustos, sus fotos y por los textos que sube. Pero apoyás eso con charlas por MSN, mensajes de texto y fotos compartidas. Chateo un mes antes de decidir estar con un flogger.
Para la sexóloga Virginia Martínez Verdier, “estos chicos no precisan salir a bailar; simplemente hacen una preselección y averiguan lo que les interesa del que les gusta. Es un tipo de mediación tan válido como lo es que un amigo te presente a alguien o la mediación del cuerpo y la ciudad en el levante callejero”. Lo alarmante, aclara, ocurre cuando “se desvirtúa el encuentro y el cuerpo se convierte en mero objeto sexual”. No obstante, resalta que “sigue siendo una herramienta alternativa y muy interesante para chicos con problemas para relacionarse con otros”.
Enseguida aparece otro problema: que los pormenores de un encuentro terminen diseminados en la red. Haber tenido “malas experiencias” en ese sentido es la razón que frenó a Julieta tras dos encuentros: “Me da miedo y vergüenza de que publiquen algo, porque yo soy muy reservada”, confiesa esta veinteañera de Ramos Mejía, una de las zonas más propicias a sumarse al fotolog. Algo similar le pasó a Fernanda, que tiene 19 años y es de Berazategui. Uno de los cinco floggers con los que se relacionó iba al mismo secundario que ella, pero nunca habían cruzado palabra. Hasta que intercambiaron posts y, a las dos semanas, se cruzaron en la cama. “Se acabó porque me enteré de que él le contaba a sus compañeros de curso todo lo que hacíamos”, revela.
Sergio Balandrini, sociólogo especializado en juventud y tecnología, observa que “los chicos tienen una concepción muy diferente de lo que puede ser lo privado o lo íntimo a la de los adultos. Ellos cuentan lo que quieren y el planeta puede ver lo que han escrito. No lo considero algo malo, pero los chicos no tienen en claro la extensión en tiempo y espacio que puede tener lo que dicen”, explica.
El separatismo
La necesidad de conocer previamente al otro mediante el fotolog llega en algunos casos al extremo de negarse a una relación con alguien que no es de la tribu. Ocurre sobre todo con las chicas. Ellas pertenecerían, de existir, a la República Separatista de Fotolog. Para muchas, “el que no tiene flog no existe”. “No importa si es el más lindo”, dice Antonella, que tiene 18.
Martínez Verdier lo analiza así: “Funcionan como un clan, donde aquel que comparte el código es deseable y valioso. Pero en realidad, no es un enriquecimiento en el sentido de llegar a otro con el que se tiene algo en común, sino el empobrecimiento de cerrarse a lo distinto”. Ellos parecen ser más flexibles. “Todos los goles valen uno”, ilustra Pedro, que tiene 27, vive en Caballito y ya anotó doce tantos por esta vía. Los fotologueros varones consultados coinciden en que no están buscando “sobresalir en este medio como ellas, las chicas”. Sólo expanden su campo de acción. “Le doy a la más linda, venga de donde venga”, reconoce Billordo, un músico de Palermo que tiene 31 años y un “extenso prontuario” en el ramo.
Sebastián y Martín tienen 21 y están en una fiesta habitualmente concurridas por floggers. Trago en mano, miran a un grupo de fotologueras adolescentes que bailan al compás del reggaetón. Ellos no usan fotolog. Por eso saben que sus chances vienen reducidas. “¿Ves los flashes y a las minas posando? Son todas del fotolog y no te dan bola si vos no tenés”, explican. De todos modos, se lanzan al ataque. Minutos después, están de nuevo en la barra, solos.
–¿Qué pasó?
–Nada, qué va a pasar. Me acerqué, le empecé a hablar y me cortó el mambo preguntándome si tenía fotolog. Dije que no y no me habló más. Como siga esta sequía nos vamos a tener que abrir uno.
El fotogold
Fernando y sus compañeros de banda son fotologueros. De hecho, el tecladista está de novio con una chica que conoció por fotolog. No obstante, Fernando critica que se entienda la música y el fotolog como instrumentos de levante: “Muchas bandas usamos fotologs para publicitar nuestras fechas y canciones, y otras para levantar minas. Me parece tan triste como el que escribe o actúa para ponerla, pero depende del nivel de caretaje que uno tenga”.
Otro que aparece entre los más codiciados es el goldmember: chicos que pagan –en realidad, sus padres– para subir más fotos y tener más posts. El abono permite derechos extra, tan exclusivos como que su sitio se sindique con una cámara digital dorada, que distingue al flogger ABC1 del raso. Balardini advierte que “en el submundo de los fotologs, que no es más que una reproducción de lo que sucede en el mundo cotidiano, juega mucho lo popular y lo que hay es una segmentación marcada por ciertas condiciones económicas. Pero además tiene que ver con la construcción de la identidad en base a la visibilidad pública”.
Fotolog, chat,
¿y después?
Los fotologueros consultados reconocieron que se trata de encuentros “fugaces” con “escasa posibilidad” de sostenerse en el tiempo. “No volví a tener contacto íntimo con ninguno con los que estuve, aunque seguimos hablando y dos son hoy mis amigos”, admite Florencia. Julieta se acopla y dice que “se cuentan muchas cosas íntimas al principio para tener tema de conversación, pero después da vergüenza haberlo dicho y hecho”.
Todos reconocen la dificultad de la fidelidad en una red con “demasiada tentación visual”, como señala Julieta. Muchas veces, la tentación no excede un comentario subido de tono o una alabanza al físico de otro, pero ese tipo de “roces con otras fotologueras” fue lo que llevó a Mariela a cortar dos relaciones que había empezado con chicos que conoció por fotolog. Pedro aprovecha para contar que un día una chica se puso “tan pesada” por las cosas que él les posteaba a otras que le hizo una escena “tremenda” y Pedro la terminó echando “a sifonazos” de su casa.
“Durar mucho o poco es una cuestión muy relativa, aunque tenga o no fotolog, aunque la conozcas o no por fotolog, las relaciones durarán lo que tengan que durar. Al final de cuentas, somos seres humanos”, concluye Fernando.
* A pedido de los floggers que brindaron su testimonio, sus nombres fueron cambiados. Las fotos que ilustran estas páginas fueron cedidas para su publicación en este diario por fotologueros que no participaron en esta nota.
Informe: Luis Paz.
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