Viernes, 22 de agosto de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › SE LLAMA CHINA Y RESCATO A UNA BEBE A LA QUE CUIDABA COMO UNA HIJA
Ocurrió en La Plata. En la madrugada, la perra escuchó llorar en un descampado a una beba recién nacida. La tomó como un hijo propio, la agarró con su boca y la acurrucó junto al resto. Después, una nena de 13 años se presentó para decir que la había parido.
La noticia sorprendió. Tanto que traspasó los límites del interés nacional y fue objeto informativo de las agencias internacionales y, quizás, por efecto de la repetición, de los medios extranjeros. El hecho noticiable: China había rescatado un bebé recién nacido de un descampado y lo albergó junto a sus hijos. China es una perra, mitad ovejero alemán, mitad raza surtida, que vive junto a sus cachorros en una casucha con fondo a un descampado, en la localidad de Abasto, junto a la ciudad de La Plata. Al parecer, el llanto de la beba durante la madrugada del jueves alertó al dueño de China, que halló a la recién nacida desnuda dentro de la casilla de la perra, abrigada por el animal. La beba fue trasladada a un hospital, donde se la atendió. Horas después, el caso de la milagrosa naturaleza derivó en un caso de sujeto tácito, o más que tácito, olvidado, el otro costado abandonado de la historia, cuando una nena de 13 años se presentó acompañada por un vecino para decir que ella había parido sola a la criatura en el descampado. El caso, que inicialmente recayó en una fiscalía y se abrió una causa por abandono de persona, derivó a la justicia del menor.
Las agencias internacionales empezaron con rotular el caso como “Argentina curiosa” y relataron la historia tal como fue relatándose en el boca a boca. La heroína del caso, una perra cocoliche, de nombre China, que vive en una casa de la calle 506, entre 197 y 198, localidad de Abasto, periférica a la capital bonaerense. La perra que tiene tanto o tan escaso sentido de las obligaciones como una perra, tan solo actuó, sin mediar palabras, obvio. Escuchó berrear y sin distinguir entre ser humano o perrito, mas bien, en período de lactancia porque tenía sus cachorros, actuó como si la beba fuera uno de ellos. Se supone que lo tomó suavemente entre sus dientes y la trasladó junto a sus otros hijos. Se supone, porque por el momento China es la única que podría explicar cómo la beba apareció en su cucha.
Apenas el dueño de China se dio cuenta de que se trataba de un bebé humano, llamó a la comisaría 7ª, que a su vez trasladó a la beba al Hospital de Niños de La Plata, previo paso por el hospital Alejandro Korn. A todo esto, la fiscalía 1 platense abrió una causa por “abandono de persona”. Sea la difusión del caso, sea otro motivo desconocido por ahora, horas más tarde, en la comisaría 7ª se presentó una chiquita, que apenas le lleva 13 años a la beba recién nacida, acompañada por un vecino (cuya identidad y rol en el asunto se desconocen o no fueron divulgados) para decir que ella la había parido en el descampado.
La chica fue derivada al hospital Alejandro Korn, donde fue atendida y clínicamente dada de alta. Luego, el director del Korn, Egidio Melía, diría a la prensa que “la nena tiene muy pocas horas de vida y nació con 39 semanas de gestación. Pesa 4 kilos y está bien de salud, aunque tenía algunas escoriaciones en la boca y algunos hematomas”. En el Hospital de Niños, su directora, Erminia Itarte, informó que “el bebé está estable y es sometido a un tratamiento medicamentoso para prevenir riesgos de infección. Está internado en observación en la sala de terapia neonatal y en los próximos días será dado de alta”.
A todo esto, la fiscalía 1 debió derivar la causa a la justicia del menor, ya que la participación de la nena de 13 debe ser tratada por esa jurisdicción. Entretanto, el director del Korn, imbuido de los últimos principios médicos, psicológicos, filosóficos y del derecho, puso la mira sobre la nena y afirmó que “el instinto maternal de la perra fue más fuerte que el instinto maternal de la madre”. En realidad, no se equivocaba. La nena, a los 13 años, difícilmente podría tener ningún gesto de madre con una beba que habría podido ser su hermana. Melía no avanzó con interrogantes sobre el padre ni aclaró si tendría en ese caso menos instinto que un perro. Entretanto, en el Hospital de Niños, la beba, a falta de madre y padre, no la bautizaron con el nombre de Rómula ni Rema, sino con el más clásico Esperanza.
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