“Me preocupa el sida –piensa un adolescente argentino–, sobre todo por papá y mamá: ellos no usan preservativo y papá no siempre se cuida en sus relaciones ocasionales..., pero el que menos se cuida en el sexo es el abuelo.” Los pensamientos de este hipotético joven están totalmente justificados: según una reciente investigación de la UBA, los que más recurren al preservativo son los jóvenes de 15 a 19 años: el 87 por ciento los usa con sus parejas ocasionales y el 71 por ciento con sus parejas estables. Entre los adultos/as de 45 a 54 años, sólo el 73 por ciento los usa en relaciones ocasionales, proporción que cae al 50 por ciento en los mayores de 55. “Los más jóvenes se han iniciado sexualmente en la era del sida, mientras que los mayores han tenido que cambiar sus prácticas”, señaló Ana Lía Kornblit, consultora de la encuesta, basada en la comparación con un estudio similar efectuado hace cinco años. Los resultados muestran que las conductas preventivas, centradas en el uso de preservativo, se incrementaron en la población general. Mañana se conmemora el Día Mundial del Sida.

La encuesta “Actitudes, información y conductas en relación con el VIH/sida en la población general–2008”, dirigida por Jorge Raúl Jorrat, fue realizada en el Centro de Estudios de Opinión Pública del Instituto Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. El estudio se efectuó sobre “población general de ambos sexos, de 15 a 69 años de edad”; se tomó una muestra de 4000 personas, de distintas clases sociales en todo el país. Se trabajó “en comparación con el estudio de línea de base de 2003” realizado en la misma institución, que Página/12 dio a conocer en su oportunidad.

En la población general, la proporción de los que “nunca usaron preservativo con pareja ocasional” bajó desde el 16 por ciento, en 2003, al 10 por ciento en 2008. Entre los de 15 a 19 años, había sido del nueve por ciento en 2003, y ahora es del cuatro por ciento. Entre los jóvenes de 15 a 24 años, el “uso consistente de preservativos con parejas casuales” subió del 66 al 81 por ciento en estos cinco años.

En 2008, el 81 por ciento de los encuestados que han tenido relaciones ocasionales declara haber usado preservativos en la última relación; en 2003, sólo lo había empleado el 75 por ciento. En la franja de 15 a 19 años, el 87 por ciento usó preservativo en su última relación ocasional en 2008; en 2003 lo había usado el 80 por ciento de los que tenían esa edad.

Diferenciando por franjas etarias, el uso de preservativos con “pareja ocasional” llega al 88 por ciento en las personas de 25 a 34 años; en la franja de 15-19 años es, como ya se consignó, del 87 por ciento; en los de 20-24, del 84 por ciento; en los de 35 a 44 años baja al 69 por ciento, sube al 73 en la franja 45-54 y cae al 50 por ciento en los mayores de 55 años.

Con “pareja estable”, el 71 de los de 15-19 años usan preservativo; también lo usa el 56 por ciento de los de 20-24 años; el 43 por ciento de los de 25-34; el 32 por ciento de los de 35-44, el 23 por ciento de los de 45-54 y el ocho por ciento de los mayores de 55.

Pero, cuando se discriminan los datos según clase social y nivel de educación, resulta que sólo el 52 por ciento de las personas con primaria incompleta usó preservativo en su última relación ocasional; la proporción sube al 75 por ciento en los que cursaron la secundaria incompleta; llega al 91 por ciento en los que terminaron la secundaria y, curiosamente, baja un poco entre los de instrucción universitaria o terciaria, donde se sitúa entre el 87 y el 89 por ciento. En términos generales, “el comportamiento de riesgo está inversamente relacionado con el nivel educativo y con el nivel socioeconómico”, observó Kornblit.

El menor porcentaje de uso de preservativo corresponde al No-roeste Argentino (NOA). Allí los que nunca lo emplearon con sus parejas ocasionales llega al 19 por ciento.

En cuanto al nivel de información con respecto al VIH, un 33 por ciento de los encuestados mostraron “nula o escasa información”; un 28 por ciento, “poca o mediana información”; y un 39 por ciento mostró “alta información”. En 2003, el 31 por ciento tenía “nula”, el 23 por ciento “poca” y el 35 por ciento “alta información”. Es decir que, aunque son más los que saben más, también son más los que no saben nada. Además, “errores como el de que los mosquitos puedan trasmitir el VIH se registran, como en 2003, en uno de cada cuatro encuestados”. Según Kornblit, “se registran menos cambios positivos en la información que en los comportamientos, sobre todo entre los jóvenes”.

Tampoco se registran cambios en las actitudes discriminatorias respecto de las personas con VIH: “Un 36 por ciento de los encuestados muestra baja discriminación; un 26 por ciento, media; y un 38 por ciento, alta discriminación hacia las personas con VIH/sida. Prácticamente se mantienen los valores de 2003: 34 por ciento, 29 por ciento y 37 por ciento respectivamente”. Uno de cada cinco encuestados dice que “no compartiría una comida” con una persona de quien sepa o sospeche que tiene VIH.