Domingo, 15 de noviembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › UNA FAMILIA DE DOS MUJERES Y SUS TRILLIZOS EN LA TRANSICION HACIA EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL
Silvina Maddaleno y Andrea Majul son mamás de trillizos que van a hacer su unión civil el miércoles, aunque dudan si no deberían pedir turno para casarse. La historia de esta familia da cuenta del amplio consenso social en torno del matrimonio gay.
Por Luciana Peker
“Es muy fuerte: de una vez, y para siempre, tu corazón está en otra persona. Es como vivir trasplantada en otros y otras que, a la vez, te copian los gestos, las inflexiones, los tonos, se hacen independientes y algunos ¡hasta se pueden hacer de Boca!”, cuenta y bromea Andrea Majul, de 41 años, para describir de qué se trata ser mamá de trillizos: Abril, Jazmín y Santiago, de dos años y tres meses. Andrea no estuvo embarazada, fue su compañera y la otra mamá de los trillizos, Silvina Maddaleno, de 36 años.
A Jazmín y Santiago los vino a buscar su abuela Stella Maris (la mamá de Silvina) para llevárselos a su casa con jardín de San Martín. A Abril se la lleva la tía Sol. Este fin de semana hay un respiro con causa: pidieron el fin de semana para prepararse porque el miércoles van a realizar la unión civil. Silvina ya sabe qué va a ponerse. Pero no cumple con la tradición: la novia conoce el traje. “No puedo no consultarla por cómo me queda la ropa”, confiesa, después de 17 años juntas. Y Andrea todavía está en veremos. Se conocieron cuando Andrea tenía 24 y enseñaba locución, y Silvina tenía 19 años y estudiaba. Ahora las dos son locutoras y redactoras y sueñan con un programa de radio y con más trabajo para solventar, por ejemplo, los 500 pañales por mes que tienen que comprar para Abril, Jazmín y Santiago. La palabra mamá las identifica a las dos, Pero Andrea es “mamu” y Silvina es “mami” para sus hijos/as. La maternidad no es un idilio permanente. Pero a Andrea se le agranda la sonrisa como se le estiran los brazos para tener a upa a sus trillizos cuando habla de los que revolotean la casa y tiran chupetes por el piso. “Cualquier círculo garabateado te emociona hasta las lágrimas y cualquier fiebre te da miedo”, define la maternidad. La que ellas viven de a dos y crían de a tres.
–¿Qué opinan del fallo de la Justicia porteña que autorizó el casamiento de Alex Freyre y José María Di Bello?
Andrea: –El fallo es maravilloso. El error es pensar que las familias diversas u homoparentales somos un tipo de familia diferente porque eso supone que hay un tipo de familia que es la regla y que deja afuera a un montón de mujeres solas y es una falta de respeto de los y las representantes ignorarlas. Es insultante no sólo para una minoría sexual, sino para la mayoría de la población. Pero ahora está la oportunidad de debatirlo. Hay consenso social para cambiar la ley. Sólo falta el valor de ponerse a tono con la sociedad civil, si no hablaría mal de nuestros representantes.
–¿Qué les cambiaría a ustedes, en concreto, la posibilidad de casarse?
Silvina: –Todo. Por ejemplo, yo ahora figuro como madre soltera. Lo importante es que no estamos pidiendo permiso para formar nuestra familia: nuestra familia ya está. Lo que pedimos es que nuestros hijos tengan los mismos derechos que los hijos de otras familias.
Andrea: –Si existiera la ley de matrimonio tendríamos los mismos derechos a la herencia, la patria potestad y los bienes gananciales. Y si no se aprueba, los más desamparados son los chicos porque si a mí me pasa algo mi heredera es mi mamá y no los chicos, por ejemplo –dice, antes de hacer volar por el aire a Abril y de ofrecerle jugo.
Silvina: –Y si a mí me pasa algo, la ley no ampararía que vivan con su otra mamá. Por supuesto que no se me pasa por la cabeza que mi mamá les saque los chicos a Andrea, pero va más allá de las situaciones puntuales, tiene que ver con los derechos de los chicos/as.
–Mucha gente dice “yo no discrimino a los gays y lesbianas, pero no quiero que puedan tener hijos porque los chicos van a sufrir discriminación”. ¿Cómo es su vida concreta?
Silvina: –A nosotras, desde el embarazo nos anotaron como grupo familiar en el Hospital Italiano y siempre nos trataron muy bien. Nuestra experiencia es muy buena. Por otra parte, los chicos siempre van a ser discriminados: por gordos, por usar anteojos o por cualquier cosa y hay que darles las herramientas para que puedan sobreponerse a eso: hay familias de dos papás, de dos mamás y familias que tiene una mamá y no papá o al revés. Ellos fueron ultra deseados y crecen en un hogar con muchísimo amor, a pesar del cansancio... Van a aprender a defenderse y van a crecer en un ambiente donde la diversidad es moneda corriente. La verdad es que nosotras siempre lo vivimos muy naturalmente.
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