Miércoles, 8 de septiembre de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › DIEZ POLICíAS DETENIDOS EN CORRIENTES TRAS MATAR A UN CHICO DE CATORCE
Un chico de un barrio humilde de la capital provincial fue baleado en el cuello. Primero dijeron que fue una persecución por un hurto. Después, el gobierno reconoció que fue un error, un “desafortunado episodio”. La Justicia detuvo a diez policías.
Por Horacio Cecchi
Un chico de 14 años murió baleado por un policía en el humilde Barrio Pío X, de la capital correntina. Diez uniformados fueron detenidos e incomunicados para ser investigados por el procedimiento que realizaron el lunes pasado a plena luz del día. El chico, Ezequiel Riquelme, recibió un disparo en el cuello. Fue intervenido quirúrgicamente pero falleció a la noche. La familia denunció que lo confundieron con otro y lo fusilaron. La escuela donde cursaba suspendió las clases y dio asueto por duelo. Ayer, el ministro de Gobierno y Justicia, Gustavo Valdés, reconoció el “error” policial como un “desafortunado episodio”. A confesión de parte. De todos modos, el error no hizo referencia al método sino al objetivo. Ezequiel “era un chico bueno”.
El curioso caso de Ezequiel Riquelme deja de ser curioso a medida que se despeina la versión policial. Las primeras informaciones surgieron más de medio día después de fallecido el chico y un día después de baleado. Los primeros datos desparramados en las noticias afirmaban que una mujer había denunciado en la comisaría 12ª el arrebato de su cartera. Policías de esa comisaría habían salido en “rastrillaje”, hasta que detectaron a dos jóvenes en “presunta actitud sospechosa en una motocicleta a la altura de las calles Las Heras y San Lorenzo”. Cuando los uniformados dijeron dar la voz de alto, los dos jóvenes, según el runrún policial, desobedecieron y huyeron. Se inició entonces una persecución en la que participaron patrulleros de las comisarías 2ª, 3ª y de la Brigada de Investigaciones. Durante la fuga, los dos jóvenes parece que decidieron abandonar la moto y seguir a la carrera. Uno de ellos perdió en el camino una zapatilla. Finalmente, fueron detenidos en el Barrio Pío X. Uno de ellos, Ezequiel, recibió un disparo de bala de goma en el cuello, “probablemente al forcejear el arma” del uniformado, señalaba la información. Desde la jefatura policial se informó, pero en off, que los policías fueron recibidos a pedradas por los vecinos del barrio. “Un barrio conflictivo”, fue la descripción que dio del vecindario la fuente oficial oficiosa.
Del relato policial, la posterior detención de los diez uniformados suena a injusticia por aquello de las piedras, la cartera, la peligrosidad, dos jóvenes en moto, la ola de inseguridad y demás.
Desde otro punto de vista, la versión oficial cruje porque más que oficial es oficiosa, la mujer de la denuncia no aparece, los jóvenes no sólo no tenían moto, tampoco cartera, apenas pantalones cortos y zapatillas porque jugaban al fútbol, y cuando vieron a la policía huyeron porque los barrios humildes tiene la acendrada costumbre de la supervivencia. Una bala (perdigón) de goma, en el cuello, no es indicio de persecución sino de proximidad. Y, como en Bariloche, habrá que ver si era goma.
El jefe policial, Juan Antonio Ojeda, se reunió ayer por la mañana con el gobernador, Ricardo Colombi, para ofrecerle un informe sobre los hechos. Luego, el ministro Valdés dijo a los medios que se trataba de un “desafortunado episodio”. El momento en que lo dijo, cuando el caso saltó críticamente a la escena pública, y la calificación de “desafortunado” dejan suponer que el error fue el chico bueno y no el fusilamiento.
“Es un asesinato –dijo a este diario Rafael, tío de Ezequiel–. Pidió permiso para ir a jugar a la pelota, se juntó con unos muchachos y fue a jugar al club Libertad. Pero cuando llegó la policía corrieron. ¿Qué iban a hacer? Ya están acostumbrados y cuando los detienen les dan una paliza siempre. Ezequiel llegó hasta la puerta de una casa, a treinta metros de la suya, y pidió que le abrieran para protegerlo. Pero los policías lo agarraron. Estaba tirado en el piso, ya estaba detenido. Ahí le tiraron con una escopeta.”
Anoche, la fiscal Graciela Fernández Contarde tomaba declaración al único testigo y a los familiares del chico.
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