Lunes, 14 de noviembre de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › PRESENTARON EL SISTEMA FEDERAL DE IDENTIFICACIóN BIOMéTRICA QUE INCLUYE DESDE LOS RASGOS FACIALES HASTA LOS DACTILARES
El nuevo Sistema Federal de Identificación Biométrica permite la acumulación de datos de identidad civil de todas las personas. El software fue desarrollado en Cuba. Cualquier organismo público en línea podrá reconocer a una persona.
Por Soledad Vallejos
Chau dedos entintados y lucha con jabones imposibles durante horas, días. Se acabó el pianito. Eso se anunció con la presentación del Sistema Federal de Identificación Biométrica, que no es otra cosa que una práctica que acostumbramos a ver en televisión pero solemos creer alejada de la vida cotidiana. Y sin embargo la biometría está todos los días ahí nomás: es la información de cualquier cámara de seguridad callejera que puede quedar archivada y registrar, más que una acción cualquiera, quién la hizo; es la posibilidad de que la información de un rostro capturado al azar se cruce con la ficha de una base de datos y arroje un nombre; es una huella dactilar abriendo la puerta a un archivo que relate vida, obra y milagros de quien dejó esa impresión. Es, digamos, el cuerpo como mensaje: paradójicamente, o no, cuanto más avanzan las tecnologías informáticas, la única verdad es la corporalidad.
Hasta ahora, la identificación de una persona en Argentina requiere “el testimonio de su nacimiento, fotografías, impresiones dactiloscopía (sic), descripciones de señas físicas, datos individuales, el grupo y factor sanguíneo”. Esos requisitos son los que estipula la Ley 17.671, de “Identificación, registro y clasificación potencial humano nacional”. Esos datos son los que, en adelante, serán reemplazados por la información biométrica, que no es otra cosa que información biológica inalterable: la definición de rasgos de un rostro en combinación con huellas dactilares. La tendencia para los Estados, cuando de políticas y modos de identificación se trata, es ir a eso tan básico, que puede sufrir transformaciones superficiales pero nunca esenciales, porque la cosmética y la estética, finalmente, no modifican la información. Universalidad, unicidad, permanencia y cuantificación: esos son los requisitos para que un rasgo se vuelva información biométrica. La tecnología para procesar esos datos personalísimos está ahí; las diferencias, claro, radican en cómo se la usa.
En el futuro inmediato de Argentina, pasar de la foto carnet y la ficha de huellas dactilares entintadas a registrar cara y dedos en la computadora y con scanners puede leerse, sostienen las autoridades encargadas del cambio, como un cambio de paradigma. “Por una parte, pasar al sistema de biometría es adaptarnos a la evolución de la tecnología en materia de identificación”, asegura Mora Arqueta, directora del Registro Nacional de las Personas. “La Ley 17.671 es de 1968. Después tuvo algunas modificaciones y ajustes, pero es la ley que está vigente. Por el momento en que fue dictada, tiene una impronta militar fuerte. Tenía un abordaje distinto a lo que era la identificación de las personas, que por entonces tenía más que ver con poner número de identidad a la gente, para tenerla clasificada de alguna manera.”
Con el paso del tiempo, con el desarrollo de otras tecnologías y los modos posibles de pensar la información estatal sobre los ciudadanos, ese concepto fue variando. “En los últimos años –sostiene Arqueta–, no se trata ya de clasificar, sino de tener la mayor cantidad posible de información de las personas, y tomar al ciudadano como un individuo que interactúa con el Estado desde muchos lugares”.
Entre noviembre de 2009 y ahora, se emitieron 11 millones de DNI con información biométrica; entre marzo de este año y principios de este mes, sucedió lo mismo con un millón de pasaportes. Todas esas personas debieron, para acceder a esos documentos, dejarse retratar con una cámara digital conectada a una computadora que procesa de inmediato esa imagen, y registrar sus huellas dactilares con la lucecita de un scanner. Ese sistema usado por el Ministerio del Interior conforma el AFIS (las siglas para la expresión en inglés de Sistema Automático de Identificación de Huellas Dactilares) en su versión civil, facial y dactilar, un software desarrollado en Cuba que el Estado argentino ya usa y planea utilizar en adelante para crear esa base de datos de toda la población. (Desde el 1º de enero, además, cada ciudadano tendrá un DNI con estos datos en cuanto nazca; los equipos para registrarlos se instalarán paulatinamene en las maternidades). Por otra parte, paralelamente, el Ministerio de Seguridad se sirve del AFIS Criminal. Los dos sistemas son parecidos pero diferentes.
Arqueta explica que ambos AFIS “detectan lo mismo”, pero que “el Criminal se alimenta de rastros que una persona dejó de manera involuntaria”, mientras que “en el caso del Civil cada persona brindó sus datos de manera voluntaria”. “En el AFIS Criminal, que va a ir conformando una base de datos para esclarecer hechos delictivos, se carga, por ejemplo, un cuadrante de una huella dactilar, en lugar de una huella completa como en el Civil, que va a tener los 24 puntos para completar.”
Conectado en línea, el sistema Civil podrá reconocer “en forma automática” en cualquier oficina pública con acceso y autorización al sistema, a una persona. “Esto tiene el potencial de ayudar a las fuerzas de seguridad a prevenir delitos, por ejemplo, en las fronteras. Evita la suplantación de identidad, asegura que la misma persona que entra o sale del país es la que había hecho lo contrario antes. También puede servir mucho en los casos de personas perdidas, por ejemplo. Si una persona buscada pasa por un puesto de migraciones, el sistema reconoce en segundos si esa persona es quien dice ser”, aclara la funcionaria. Los “puntos de captura” de información (fotos y huellas) estarán en los puestos de frontera, en las penitenciarías “para cuando se ficha a los detenidos”, en las oficinas del Renaper, entre otros lugares.
El AFIS Civil, a diferencia del AFIS Criminal, de impronta norteamericana (a fin de cuentas, es el que puede verse en series como CSI), fue desarrollado en Cuba, desde “una concepción que tomó en cuenta las necesidades del Estado”. “Estados Unidos no tiene sistema de identificación nacional. La concepción anglosajona es que el hecho de que el Estado tenga esa información es invadir la privacidad de las personas. En Gran Bretaña, además, actualmente hay una discusión fuerte, porque hay resistencias al pasaporte electrónico (biométrico, como en otros países europeos), porque guardar la huella digital, en esa cultura de identificación, es vulnerar la privacidad”.
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