El crucero Costa Concordia quedó recostado sobre uno de sus lados, como si estuviera descansando, al encallar ayer en un banco de arena luego de chocar contra una roca, cerca de la pequeña isla de Giglio, frente a la costa de la región de Toscana, en Italia. Hasta anoche se contabilizaban tres muertos y cuarenta pasajeros desaparecidos, mientras que el consulado argentino en Roma confirmó que se encuentran “sanos y salvos” los 18 argentinos, entre ellos tres chicos menores de edad, que se encontraban a bordo. El parte de las víctimas se completó con el reporte de 67 personas heridas, dos de ellas de gravedad. La nave, de 290 metros de eslora (largo), llevaba a 4230 personas, entre pasajeros de distintas nacionalidades y tripulantes. Los fallecidos, cuyas identidades no habían sido precisadas, son dos pasajeros franceses y un ciudadano peruano que era parte de la tripulación. La Justicia italiana dispuso la detención del comandante de la nave, Francesco Schettino, quien fue interrogado varias horas por el fiscal Francesco Verusio. Seguían las tareas de rescate porque había al menos cincuenta personas que continuaban dentro del barco.

“Parecía una película, volaba la vajilla, las luces se apagaron, pensamos que el barco iba a colapsar, vivimos una situación de pánico”, declaró Jonathan Balaban, uno de los argentinos que iban en el barco accidentado. Balaban se encontraba comiendo en el restaurante cuando comenzó a sentir “como si el barco estuviera rozando algo y empezó a temblar, a temblar y a inclinarse, entonces se apagaron las luces”. El barco, que navegaba por el mar Tirreno, chocó primero contra una roca y sufrió una grieta de unos 70 metros en el casco. Como consecuencia de ello se fue de lado y ahora permanece escorado 80 grados a estribor, sobre la arena.

En lo que respecta a los turistas argentinos que iban a bordo, el jefe de la sección Económica y Comercial de la embajada argentina en Roma, Gonzalo Sabaté, dijo que todos “fueron encontrados y están bien, tramitando su documentación”, perdida en el accidente.

En cuanto la tengan, regresarán a la Argentina o a los países en los que están viviendo. Los que tiene su domicilio en Buenos Aires estarían retornando hoy, en un vuelo de Alitalia. Algunos de los argentinos habían embarcado en Barcelona o estaban alojados en hoteles de la región de Lacio, cerca de Fiumicino. Además de los 18 argentinos, en la nave viajaban 46 brasileños, diez colombianos, diez chilenos, ocho peruanos, cinco venezolanos, cuatro dominicanos, dos cubanos, dos ecuatorianos, dos mexicanos y un uruguayo. El resto eran en su mayoría italianos, alemanes y franceses, aunque también había españoles, estadounidenses, croatas, rusos, austríacos, suizos, japoneses, holandeses, ucranianos, coreanos, rumanos, británicos, australianos, canadienses, chinos, portugueses y turcos. Los lesionados sufrieron cuadros de hipotermia o fracturas.

Los equipos de rescate continuaban anoche buscando víctimas. “Se trata de una operación peligrosa y muy difícil”, dijo el oficial de rescate Luca Cari, en declaraciones a la televisión. El problema es que se tiene que “explorar en el interior de la embarcación, que está sumergida en una posición de 80 grados”. Dentro de la nave y en el mar, se buscaba a los desaparecidos.

Algunos de los pasajeros rescatados comentaron que habían recibido un aviso de que existía en el barco “un problema técnico”, pero no supieron más detalles porque “enseguida vino el caos”. Los primeros en hablar ante la prensa dijeron que a bordo “se desató el pánico” y lamentaron que el rescate se haya iniciado “demasiado tarde y de manera caótica”.