Domingo, 3 de marzo de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › COMO ES LA BRECHA LABORAL Y DE SALARIOS ENTRE HOMBRES Y MUJERES
Las mujeres ganan menos pues consiguen empleo en sectores peor pagos y más precarizados. Y porque deben trabajar menos horas ya que mantienen la carga doméstica. Un informe de la CTA muestra que en las tareas menos calificadas la diferencia salarial es mayor.
Por Mariana Carbajal
A pesar de las mejoras en los indicadores laborales de los últimos años, las brechas de género en el trabajo y en los salarios siguen siendo muy amplias y se profundizan en los sectores menos calificados. Las mujeres ganan menos que los hombres porque consiguen empleo en los sectores peor pagos y más precarizados y, sobre todo, porque pueden trabajar menos horas que ellos debido a que tienen mayoritariamente a su cargo las responsabilidades domésticas, como el cuidado de los hijos y de personas dependientes, como aquellas con discapacidad o un familiar enfermo, incluso la madre del marido. Estas son las principales conclusiones de un nuevo informe del Centro de Estudios Mujeres y Trabajo de la Argentina (Cemyt), al que accedió en forma exclusiva Página/12. “La limitación que implica la presencia de niños/as en el hogar para la participación laboral de las mujeres es sustancial”, advierte la investigación. El problema se agudiza por la ausencia de políticas públicas para paliar ese escenario que condiciona –o inhibe– la participación laboral femenina. En el caso de los trabajadores registrados, las mujeres trabajan un 22 por ciento menos horas que los varones y en el caso de los no registrados trabajan un 36 por ciento menos, precisa el informe.
“El estudio derriba la idea de que las mujeres cobramos menos en el mismo trabajo. Para eso incorporamos la variable de salario horario y horas trabajadas. Se demuestra de manera muy rotunda que trabajamos menos, por eso cobramos menos, porque la brecha de pago horario es muy pequeña. Significativamente distinta a la salarial, que es más amplia. Lo que sigue demostrando que somos las mujeres las que resignamos calidad de empleo y salarios por cuidados familiares”, señaló a Página/12 Estela Díaz, coordinadora del Cemyt y secretaria de Género de la CTA que conduce Hugo Yasky. La investigación indaga en las diferencias existentes en la participación y modalidad de inserción laboral de mujeres y varones, con el objetivo de profundizar el análisis de las brechas entre los salarios percibidos por unas y otros en el mercado de trabajo. El Cemyt es un espacio creado en el marco de la CTA.
En ese sentido, se muestra con claridad que la participación de las mujeres en el mercado laboral disminuye a medida que aumenta la cantidad de hijos/as. Por el contrario, en el caso de los varones aumenta. “Mientras que la brecha de participación entre mujeres y varones que no conviven con niños/as menores es del 27 por ciento, en el caso de los que conviven con más de un menor en el hogar aumenta al 53 por ciento. Si bien los espacios de cuidado están previstos en la Ley de Contrato de Trabajo (artículo 179), a pesar de no estar aún reglamentada, sostenemos que incluso cumpliéndose no cubriría las distintas modalidades de trabajo hoy presentes y menos aún las situaciones de informalidad laboral, donde las mujeres están sobrerrepresentadas”, señalan las autoras de las investigación “Inequidades laborales. Las brechas de género en el trabajo y en los salarios”, que llevó adelante un equipo que coordinó Díaz y encabezó Nora Goren.
El artículo 179 establece: “Toda trabajadora madre de lactante podrá disponer de dos (2) descansos de media hora para amamantar a su hijo, en el transcurso de la jornada de trabajo y por un período no superior a un (1) año posterior a la fecha del nacimiento, salvo que por razones médicas sea necesario que la madre amamante a su hijo por lapso más prolongado. En los establecimientos donde preste servicios el número mínimo de trabajadoras que determine la reglamentación, el empleador deberá habilitar salas maternales y guarderías para niños hasta la edad y en las condiciones que oportunamente se establezcan”. Este artículo nunca fue reglamentado, con lo cual la existencia de salas maternales o guarderías depende de la voluntad de las empresas. Al mismo tiempo, las vacantes en los establecimientos públicos –en los barrios en los que hay– suelen ser escasas.
Es decir, el informe plantea que “cuando se habla de diferencias salariales entre mujeres y varones, no estamos hablando de que las mujeres ganan menos que los varones por el mismo trabajo. Mujeres y varones no hacen los mismos trabajos, ni en la casa ni fuera de ella, así como tampoco trabajan la misma cantidad de horas en el trabajo remunerado. De ahí la importancia de no reclamar salarios iguales por el mismo trabajo, sino salarios iguales por trabajos de igual valor”.
En resumen, desde el Cemyt señalan que el importante crecimiento de la oferta laboral femenina experimentado en los últimos años “no se ha traducido en una mejora equivalente del lugar que ocupan dentro del mercado de trabajo”.
La brecha salarial se profundiza cuanto menos capacitación tiene la mujer. Entre quienes poseen estudios secundarios incompletos, las mujeres tienen un salario promedio mensual de un 47 por ciento menor que el de los varones. En el caso de las que tienen el secundario completo es del 32 por ciento, mientras que entre las que han alcanzado el nivel universitario es del 29 por ciento. Esta diferencia se explica, apunta el estudio, porque las mujeres trabajan menos horas que los varones, limitadas por la carga de las tareas domésticas. Al mismo tiempo, los varones se insertan mayoritariamente en los sectores de actividad donde los salarios son más elevados y que a la vez tienen alto grado de formalización, mientras que las mujeres lo hacen en los sectores donde los salarios son menores y es mayor la precarización laboral.
En ese sentido, si se considera el salario promedio de la construcción, sector donde se inserta el 12 por ciento de los varones y donde el 97 por ciento de los empleados son hombres, respecto del servicio doméstico –que representa al 20 por ciento de las mujeres asalariadas y al 98 por ciento de las ocupadas en el sector–, se verifica que el salario es de 2492 pesos vs. 1017 pesos, compara el informe. Por otra parte, el salario por hora que perciben los varones en la construcción es de 13,1 pesos mientras que el de las mujeres es de 9,5 pesos. En la construcción los varones tienen una jornada de 43,8 horas semanales y en el servicio doméstico las mujeres trabajan un promedio de 24 horas semanales.
En el sector enseñanza, que es un sector altamente feminizado, hay un 76 por ciento de mujeres y un 24 por ciento de varones. En este ámbito las mujeres ganan menos que los varones: la brecha en el salario mensual promedio percibido por unos y por otras es del 22 por ciento. Esa brecha, si bien en menores proporciones, también se evidencia cuando se observa el salario horario, donde las mujeres ganan un 6 por ciento menos que los varones. “Esta diferencia entre las brechas puede ser explicada porque las mujeres trabajan menos horas que los varones que se desempeñan en el sector”, señala la investigación del Cemyt.
Al analizar la estructura de calificación de las mujeres surge que la presencia femenina se concentra en puestos no calificados en un 36 por ciento, en puestos operativos 32 por ciento, y un 21 por ciento en empleos técnicos. Mientras que los varones se concentran mayoritariamente en los puestos de tipo operativos: 62 por ciento. “En este sentido, si observamos el salario promedio mensual que ganan mujeres y varones en los puestos de tipo operativo se evidencia que las mujeres ganan en promedio un 11 por ciento menos, dado que trabajan menos horas que los varones.” No obstante, el salario horario de las mujeres es un 11 por ciento mayor que el de los varones.
En los puestos profesionales, las mujeres también ganan menos que los varones, tanto en el salario promedio mensual (un 27 por ciento menos), como en el salario horario (un 17 por ciento). “Esto podría suponer que las mujeres acceden a puestos de menor jerarquía institucional”, indica el estudio.
El estudio concluye que la brecha salarial debe explicarse porque tanto en los empleos registrados como en los no registrados, las mujeres trabajan menos horas que los varones. “Parece ser una clara expresión de cómo los patrones socioculturales que les asignan a las mujeres, compatibilizar vida pública y vida privada, atraviesa todos los sectores”, sostiene la investigación. En el caso de los trabajadores registrados, las mujeres trabajan un 22 por ciento menos horas que los varones y en el caso de los no registrados trabajan un 36 por ciento menos.
“En las últimas décadas hemos asistido a cambios importantes en el mercado de trabajo, desde mejoras en los indicadores laborales, baja de la desocupación, subocupación, disminución de la no registración, así como la masiva incorporación de las mujeres con la consiguiente feminización del colectivo de asalariados. Esta ha tenido y tiene como telón de fondo la desigualdad”, advirtió Estela Díaz.
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