SOCIEDAD › UN JURADO EN FLORIDA CONSIDERó QUE UN VECINO BALEó A UN ADOLESCENTE NEGRO DESARMADO EN DEFENSA PROPIA

Cómo legitimar la legítima defensa

George Zimmerman fue liberado de cargos luego de balear a Trayvon Martin. Lo vio sospechoso por ser un negro con capucha.

Un jurado de la ciudad de Sanford, Florida, compuesto por seis mujeres, consideró que George Zimmerman, integrante de un grupo de vigilancia barrial, mató al adolescente negro Trayvon Martin en legítima defensa. El caso, ocurrido el 26 de febrero de 2012, sacudió a Estados Unidos y convocó a reclamos de parte de la comunidad afroamericana. El propio Barack Obama había dicho, luego de ocurrido el crimen, que “si tuviera un hijo se parecería a Trayvon Martin”. El jurado consideró que Zimmerman, quien estaba armado, mató a Martin, quien estaba desarmado, y que existían dudas razonables para considerarlo culpable y sostuvieron finalmente que había actuado en legítima defensa. Se realizaron marchas en diferentes ciudades en reclamo contra el fallo. En Oakland, California, las protestas alcanzaron picos de violencia.

La noche del domingo 26 de febrero de 2012, el joven Martin, de 17 años, caminaba desarmado tras comprar unos caramelos y una bebida de regreso a su casa, vestido con una camiseta y una capucha, en la ciudad de Sanford (de algo más de 50 mil habitantes), en el estado de Florida. Martin fue seguido por Zimmerman, por entonces de 28 años, quien era vigilante voluntario del vecindario. Zimmerman llamó a la policía cuando detectó a Trayvon y lo consideró digno de sus sospechas, especialmente por reunir tres condiciones necesarias (y suficientes): era un adolescente, era negro, y estaba encapuchado.

Cuando se comunicó con la policía (que no por ser profesional dejaría de compartir los tres argumentos de Zimmerman), el agente con el que habló le ordenó que no siguiera al muchacho. Zimmerman, que por algo se había constituido en voluntario armado, decidió incumplir la orden y seguir al acusado de tres etiquetas de peligrosidad.

En algún momento, que el fiscal durante el juicio no logró determinar con precisión, Zimmerman y Martin forcejearon; el arma del vigilante fue disparada y el proyectil mató al muchacho negro. Zimmerman no fue detenido inmediatamente porque la policía salió rápidamente a asegurar que había actuado en legítima defensa, es decir, los uniformados se vieron proyectados en el lugar del victimario, cuando en realidad habían desaconsejado la persecución, lo que debiera haber ubicado a Zimmerman en otra circunstancia. Terminó detenido pero integrar la parte de la sociedad con argumentos para matar en defensa propia le permitió fácilmente quedar liberado bajo fianza.

El sábado por la noche, finalmente, el jurado decidió de forma unánime que George Zimmerman disparó y mató al chico en legítima defensa. Para quienes utilicen el caso para polemizar contra el juicio por jurados habrá que recordar que un tribunal constituido por jueces no hubiera fallado de manera diferente, además de que el jurado ensayó el ideario de buena parte de la sociedad estadounidense: las marcas de la peligrosidad justificable. De otro modo, hubiese sido mucho más difícil para Zimmerman actuar del modo en que actuó y que luego su legítima defensa fuera verosímil.

“Su fianza será liberada, su monitor GPS desconectado y no tendrá más cuentas pendientes con la Justicia”, dijo la jueza Debra Nelson a Zimmerman, después de que las seis mujeres que componían el jurado decidieran tras 16 horas de deliberaciones.

La fiscalía fracasó en su dudoso intento de demostrar que existió “mala voluntad y odio”, condiciones para el asesinato en segundo grado que hubiese supuesto que Zimmerman fuera condenado a cadena perpetua. El jurado también tenía la posibilidad intermedia del homicidio culposo, pero finalmente decidió que Zimmerman era no culpable.

“Fue un chivo expiatorio de un caso de derechos civiles”, celebró el abogado de la defensa, Mark O’Mara, que negó siempre la amplitud del caso dado por los defensores de los derechos de los afroamericanos y consiguió convencer a las seis mujeres de entre 30 y 60 años que conformaban el jurado de que existía la “duda razonable” que permitía exculpar al vigilante. Su estrategia dio resultado: logró demostrar que el vigilante estaba asustado y temió por su vida.

“Nunca fue culpable de nada excepto de protegerse a sí mismo”, dijo O’Mara, que de forma voluntaria y sin contraprestación económica asumió la defensa de Zimmerman. “Fue un poco David contra Goliath y ganamos”, festejó el abogado sin aclarar qué lugar le tocaba.

La resolución del caso que agitó a la opinión pública en Estados Unidos en febrero y marzo de 2012 por el obvio componente racial del crimen volvió a encender los ánimos de la comunidad afroamericana en Sanford y en las redes sociales.

“Da asco”, escribió en Twitter Mia Farrow, mientras que el jugador negro de baloncesto del Miami Heat Dwyane Wade preguntó: “¿Cómo les explico esto a mis hijos?”. “¡El sistema ha facasado!”, protestaba un grupo de afroamericanos con una pancarta en las afueras del juzgado de Sanford. Roslyn M. Brock, presidenta de la Naacp (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color), hizo un llamamiento “inmediato” al Departamento de Justicia para realizar su propia investigación “de la violación de los derechos sociales cometida contra Trayvon Martin”.

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Marchas en diferentes ciudades de Estados Unidos desataron el reclamo de la comunidad afroamericana.
Imagen: AFP
 
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