Martes, 10 de junio de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › UN JOVEN FUE ATACADO POR SU CONDICIóN SEXUAL EN EL PARQUE LEZAMA
Ariel Olivera, de 26 años, volvía de bailar el domingo a la madrugada en La Boca, cuando fue agredido por dos personas que le gritaban “Morite, puto, a los putos hay que matarlos”. Recibió golpes y patadas en todo el cuerpo. Hizo la denuncia en la comisaría y en el Inadi.
“Morite, puto. A los putos hay que matarlos”, le gritaban dos hombres a Ariel Olivera mientras le pegaban con saña el domingo a la madrugada. El joven, de 26 años, volvía de bailar cuando se encontró con los agresores en la zona del Parque Lezama, en el barrio porteño de La Boca, que lo comenzaron a insultar y a golpear por su condición homosexual. Debido a la agresión, Olivera quedó inconsciente y con varios golpes en distintas partes del cuerpo. En la comisaría donde realizó la denuncia más tarde, caratularon la causa como “robo y lesiones”, a pesar de que no le robaron nada. Ayer también se acercó al Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) para dar cuenta del hecho.
Ariel había salido a bailar el sábado por la noche y volvió temprano. A las 4 subió a un colectivo de la línea 168 y bajó a la altura de Parque Lezama, cerca de su casa. Allí se encontró con los atacantes. “Parate, puto, parate”, relató que escuchaba inmóvil y sangrando desde el piso por la golpiza.
“En dos oportunidades pude levantarme, pero en la tercera no lo logré porque me dieron una patada tremenda en el estómago. Estuve desmayado unos segundos y con muchos mareos”, contó la víctima, que milita en Unión PRO y participa de forma activa en las iniciativas relacionadas con las temáticas de género desde el área de Diversidad e Inclusión de la agrupación.
“Siempre me gritaron, me dijeron cosas por la calle, pero nunca a este extremo de golpearme hasta dejarme en el suelo sin poder levantarme”, aseguró en su testimonio al sitio Infojus. A causa de los golpes en la cabeza y el estómago, ayer debió realizarse estudios médicos. “Puedo decir que volví a nacer. Ahora estoy mejor, con dolores en la cabeza, en los dientes y todo el cuerpo por las patadas.”
En la madrugada de ayer, Ariel hizo la denuncia en la comisaría 24ª. También dejó constancia de la agresión en el Inadi. El policía que le tomó declaración en el departamento policial poco después de la agresión caratuló la golpiza como “robo y lesiones”. “Esto fue un ataque homofóbico. A mí no me faltaba nada”, aclaró el joven.
César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), indicó a Página/12 que “lo que sucedió fue gravísimo. Lo importante es poner en contexto estas piñas. Es el reflejo del sentimiento de homofobia que sigue sufriendo la comunidad homosexual, no sólo de algunas personas en la calle, sino también de ciertas instituciones que deberían defendernos, como la policía”.
“Es necesario que el Senado apruebe la modificación de la Ley Antidiscriminatoria para que no haya que inventar un delito como el robo, en vez de poner las palabras que corresponden: es un ataque por nuestra orientación sexual”, agregó Cigliutti.
El presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Flgbt), Esteban Paulón, reflexionó por su parte que “estas agresiones pasan. Estamos hablando de la Ciudad de Buenos Aires, que se supone que es una ciudad abierta y de diversidad. Todavía falta mucho más allá de las leyes que tenemos y que nos han dado ampliación de derechos”.
El 24 de marzo del año pasado, otro militante del PRO, Pedro Robledo, también fue agredido en una fiesta privada en San Isidro, provincia de Buenos Aires, por caminar de la mano con su novio, Agustín Sargiotto.
La pareja había sido invitada por los dueños de la casa. Sin embargo, uno de los invitados los abordó y les recriminó que “ésta es una casa católica, están ofendiendo a toda la fiesta y a la familia”. Enseguida, le partió la nariz a Robledo de una trompada.
Al agresor se le sumaron otros invitados, que tiraron al suelo a Robledo y lo patearon hasta dejarlo inconsciente. De manera similar al ataque a Olivera, uno de los agresores, mientras lo golpeaba, le gritaba “dale, puto, levantate. El Papa es argentino, no puede haber putos argentinos”.
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