“Hay un montón de gente que le tiene miedo a la ciencia. Nosotros pensamos que puede incorporarse a la sociedad y generar conocimientos que aporten a la educación, la política o la economía”, dice a Página/12 Fabricio Ballarini, doctor en Ciencias biológicas e investigador del Conicet. La idea la tiene desde que comenzó como becario en 2007. Según cuenta, fue la que lo llevó a interesarse en el estudio sobre las capacidades de aprendizaje de los alumnos en las escuelas desde la neurociencia, disciplina que intenta explicar los procesos del cerebro. Así realizó experimentos en colegios bonaerenses y advirtió que los chicos retenían más información cuando se los sorprendía: si les leían un cuento y luego interrumpían la clase para hacer experimentos en un laboratorio, la novedad hacía que retuvieran más pasajes de la historia. Esas experiencias le mostraron también que estos descubrimientos no sólo le interesaban a él sino también a docentes frustrados en sus intentos por enseñar. Producto de esa curiosidad surgió Educando al Cerebro, un proyecto único en el mundo en el que científicos transmiten sus avances en pedagogía y aprendizaje a educadores para capacitarlos.

La propuesta consiste en jornadas de charlas cortas donde distintos especialistas presentan temas que combinan ciencia y educación de manera simple y atractiva. Están destinados a profesores, investigadores, médicos y estudiantes. El primer encuentro tuvo lugar a fines del año pasado y el 3 de diciembre se realizará la cuarta experiencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Ballarini, organizador y uno de los oradores del evento, sostiene que la idea del proyecto comenzó cuando realizaba trabajos especializados en neurociencia con animales. Su objetivo por ese entonces era evaluar si las ratas podían mejorar su nivel de aprendizaje. “A mí siempre me gustó la ciencia aplicada para poder cambiar algo en la sociedad. En ese momento descubrimos que, si se exponía a ratas a situaciones novedosas, podían adquirir saberes. Esto lo asocié con cómo las personas nos acordamos en forma vívida lo que nos pasó el 11 de septiembre cuando cayeron las Torres Gemelas, que fue un hecho sorprendente. Si lográbamos hacer las mismas experiencias con chicos y obteníamos resultados, podía ser estupendo y, a nivel científico, algo novedoso”, explica.

De esta manera, en 2009 comenzó a realizar experiencias en colegios de la provincia de Buenos Aires que con reservas, pero con intriga, se sumaban. “Notamos, por ejemplo, que si una profesora les leía a los alumnos un cuento de Ema Wolf y después paraba la clase por la mitad para que nosotros les enseñáramos ciencia en un laboratorio, recordaban más partes de la historia que si hubieran tenido una clase normal. Al final de la investigación, con una muestra bastante grande, comprobamos que los chicos incrementaban su nivel de memoria y aprendizaje en un 60 por ciento”, asegura.

Cuando Ballarini quiso presentar sus resultados, se encontró con que su público no se limitaba a sus pares; autoridades de colegios y docentes también estaban interesados. Los descubrimientos arrojaban luz sobre el problema que tenían para lograr que sus estudiantes prestaran atención y lograran aprender. En este sentido, Educando al Cerebro surgió de manera casual por sugerencia del rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, quien se entusiasmó y le sugirió mostrar su trabajo a los docentes de la institución. Entonces se presentaron primero en la CABA y luego se extendieron a Río Negro y Córdoba, con las premisas básicas de explicar de qué trata la neurociencia y exponer sus investigaciones, sus logros y sus posibilidades en el mundo de la educación.

Para la próxima jornada se presentarán 17 oradores que darán exposiciones de 15 minutos desde un enfoque multidisciplinario. Los temas van desde cómo el método científico posibilita cambios positivos en la forma de pensar de los chicos, y en su forma de encarar problemas cotidianos, hasta las maneras en que la actividad física puede ayudar a desarrollar procesos cerebrales o los aportes que puede hacer la filosofía al conocimiento. A continuación de cada charla habrá un espacio de 10 minutos para consultas del público. El encuentro es abierto y gratuito. Para participar es necesario inscribirse en www.edu candoalcerebro.com

“Son conocimientos simples que se busca transmitir a los educadores para que puedan aplicarlo en las escuelas. En mi caso, voy a hablar del consumo de alcohol en niños y adolescentes para entender cómo funcionan estas sustancias y los efectos que produce en las capacidades de los jóvenes”, comenta a este diario Ricardo Pautassi, orador de la próxima jornada e investigador adjunto del Conicet. “La ciencia es una herramienta que ofrece datos certeros para que las autoridades después puedan tomar decisiones”, agrega Pautassi, doctor en Ciencias biológicas.

Por su parte, Pablo González, otro de los expositores, afirma que el evento “surge de la necesidad de mostrar que todos los días hacemos ciencia. Es una forma de ver el mundo, no sólo una profesión. Por eso intentamos transmitir conceptos duros para cualquiera, con ejemplos de la cotidianidad y de forma entretenida”. González es biólogo molecular y forma parte de El Gato y la Caja, un proyecto de comunicación que divulga la ciencia con la misma lógica que estos encuentros.

Ballarini detalla que la neurociencia comenzó a tener impacto en la educación hace unos cinco años. “Aunque el sistema educativo es conservador para los cambios, la mayor convocatoria que tenemos es de docentes que buscan aplicar los conocimientos que compartimos. La avidez con la que se interesan es increíble. Es un paso importante porque permite que la ciencia genere conocimientos que llegue a todos. El fin es cambiar la sociedad.”

Informe: Gonzalo Olaberría.