Domingo, 26 de febrero de 2006 | Hoy
Por Leo Masliah *
No defiendo el que empresas multinacionales vengan a extraer riquezas del trabajo de uruguayos o argentinos, pero las migajas de esas riquezas generaron en principio una apetencia que del lado entrerriano iba a tomar forma de coima, y en el caso del lado uruguayo, iban, o van, a ser usadas para paliar la pobreza y la desocupación. Creo que el Uruguay debería inventar mejores formas de generar riqueza. Pero como venganza por haber perdido la pulseada por la adquisición de aquellas migajas, se generó en Entre Ríos una corriente de pánico basada en la amplificación de los efectos contaminantes de estas plantas de celulosa. Esta campaña, aun cuando esté basada en datos serios (cosa que ponen en duda destacados científicos tanto uruguayos como argentinos), no deja de ser hipócrita porque ataca un factor de contaminación mientras hace la vista gorda ante los demás. No lo digo sólo por las plantas de celulosa que hay en Argentina, sino por la cantidad de otras industrias argentinas que contaminan el río Uruguay. La población litoraleña argentina, mucho más numerosa que la uruguaya, también (por su sola fisiología humana) es un factor de contaminación para el río. La ciudad de Buenos Aires (¿no la ven?) en su conjunto es para el Río de la Plata un factor de contaminación seguramente varios millones de veces más peligroso que estas plantas que están construyendo en Fray Bentos. Hay que pedir que la saquen de ahí. Creo que esta lucha de ambientalistas estrechados en su campo visual y gente honesta movilizada por el pánico fue calladamente avalada por el gobierno argentino para favorecer el turismo interno en esta temporada, y para molestar a la economía uruguaya en beneficio de la argentina. Si el corte de suministros que le están haciendo al Uruguay se lo estuvieran haciendo a las industrias argentinas que vienen contaminando alegremente toda la región desde hace tiempo, sería severamente reprimido y sus fundamentos ecologistas serían silenciados. Pero el bloqueo resultante del corte de los puentes no es sólo ni principalmente a las plantas en construcción, es a miles de empresas y personas que no tienen nada que ver con el asunto. Es una modalidad de protesta que se puso de moda en los últimos años. Por ejemplo: los trabajadores de cierta repartición estatal o de la empresa X están siendo perjudicados por el Estado o por el señor X. Entonces, en vez de agarrárselas con ellos, cortan la calle Z, perjudicando a los que querían circular por ahí. Tal vez esperan que los damnificados vayan y reclamen al Estado o al señor X que solucione el problema de estos trabajadores. ¿Van a hacer eso los damnificados? Otro ejemplo: tengo problemas en mi trabajo con mi jefe. Le quiero pegar. Pero en vez de pegarle a él, le pego a mi mujer, me resulta más fácil. Tal vez espero que ella, para que yo no le pegue más, sea la que vaya y le pegue a mi jefe. ¿Lo va a hacer? En Entre Ríos la gente prefiere no ver los problemas de contaminación generados por Argentina, porque la protesta sería más costosa. Es más fácil y más divertido optar por “juguemos en el bosque mientras el lobo no está”.
* Músico. Vive en Uruguay, aunque pasa parte del tiempo en Buenos Aires.
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