Domingo, 26 de octubre de 2014 | Hoy
LIBROS DE AUTOGESTIóN CON LA EXPERIENCIA ARGENTINA
La potencia del movimiento de empresas recuperadas en Argentina, con más de 300 casos, ha contribuido a revitalizar el interés mundial por la autogestión.
Por Esteban Magnani
El Programa Facultad Abierta de Filosofía y Letras (UBA) tiene más de doce años de trabajo junto a las empresas recuperadas, durante los cuales realizó los relevamientos más exhaustivos sobre ese tema. A la par de este contacto cotidiano se han realizado investigaciones sobre el fenómeno que comienzan a publicarse en forma sistemática en la “Biblioteca de los trabajadores”. El director de Facultad Abierta, el antropólogo Andrés Ruggeri, explicaba a Cash que “La biblioteca Economía de los Trabajadores es una consecuencia lógica de todos los años de investigación y, sobre todo, de continuar con la línea de los encuentros internacionales que llevan ese nombre. Vimos ahí que faltaba, y no sólo en nuestro país, una línea de publicaciones que profundizara en el tema”.
La colección busca también la autogestión de las propias publicaciones. Por eso estos libros son impresos en empresas gráficas recuperadas. ¿Qué son las empresas recuperadas?, Trabajo informal, economía solidaria y autogestión y Crisis y autogestión en el siglo XXI son los primeros tres títulos publicados. También están por salir investigaciones de casos particulares como el de Textiles Pigüé y sobre otro tipo de problemas del mundo del trabajo en nuestro país y a nivel global.
¿Desde cuándo está Facultad Abierta y qué ha cambiado en este tiempo con el trabajo autogestionado? –preguntó Cash a Ruggeri.
–Facultad Abierta empieza en 2002, en un tiempo en el que las empresas recuperadas aparecían como uno de los movimientos de resistencia surgidos por la crisis, aunque en realidad ya había varios casos de los últimos años de los 90. Desde ese momento acompañamos el proceso de las empresas recuperadas tanto desde la investigación como desde la documentación, el registro y el apoyo concreto desde los recursos que tenemos, que son pocos desde lo económico. La crisis visibilizó la existencia de las empresas recuperadas y, más que nada, las conformó como movimiento. Creo que el principal aporte fue haber puesto en el centro de la escena al trabajo autogestionado como una alternativa válida al cierre patronal, al vaciamiento empresario, a la situación de informalidad y precariedad que el capitalismo global va convirtiendo en la forma mayoritaria de trabajo.
¿Qué cambió en esos años?
–Hubo muchos cambios desde la experiencia de más de diez años y más de 300 casos. Básicamente, los trabajadores están aprendiendo a organizar la gestión colectiva y a plantearse los problemas específicos que genera, en las que tienen más experiencia, y en los casos nuevos, la aparición de la autogestión como alternativa viable para conservar el trabajo surge con mucha mayor rapidez y genera menos dudas.
¿Hay interés por el trabajo autogestionado en el mundo?
–Sí, en los últimos años fui invitado a muchos países por el interés que despiertan las empresas recuperadas, especialmente desde que la crisis mundial puso a muchos trabajadores de los países centrales ante alternativas similares a las vividas en la Argentina. Estuve en el sur de Europa y en Sudamérica, principalmente, pero también en lugares donde parecería imposible plantearse el problema del trabajo autogestionado como No-ruega, un país que tiene uno de los ingresos per cápita más altos del mundo, y China, donde lo que menos uno podría imaginarse es que se pueden recuperar fábricas. Sin embargo, que interese nuestra experiencia no significa que se vaya o incluso que se pretenda replicarla.
¿Qué trasmiten en estos encuentros?
–Lo que tratamos de mostrar en esos lugares, donde las condiciones políticas y económicas, el sistema jurídico y la propia experiencia de los trabajadores son muy diferentes no es tanto el hecho de la toma y la ocupación de fábricas, algo que suele fascinar a la militancia, sino el hecho mismo del trabajo autogestionado y sus problemáticas, que es lo que puede ser tomado para el análisis y la reflexión comparada. Por supuesto, la potencia del movimiento de empresas recuperadas ha contribuido a revitalizar el interés mundial por la autogestión.
¿Cómo está hoy la relación Estado-empresas recuperadas?
–La relación del Estado con las empresas recuperadas es intensa y se han ido generando lazos fuertes aunque, en general, desarticulados y repartidos entre diferentes organismos. Lo que falta es darles coherencia y unidad a esos esfuerzos. Puede parecer contradictorio plantear la asociación entre autogestión y Estado, desde un punto de vista ideal, o que es un “gasto” en empresas inviables. La experiencia demuestra lo contrario, que es una inversión pública que puede dar enormes resultados si se la piensa como una oportunidad para desarrollar una lógica económica distinta y que refuerce la estructura productiva desde otras bases. Las empresas recuperadas surgen para cuidar las fuentes de trabajo, están abiertas a la creatividad y la innovación si eso contribuye a preservar y ampliar los puestos de trabajo, y el Estado puede aportar más en la articulación que las constituya como un actor económico fuerte, en lugar de pensarlas como pequeñas empresas en dificultades y marginales. Nunca una empresa recuperada va a comportarse como Donnelley ni va a preferir cerrar porque se gana más en el negocio financiero. Va contra su lógica básica y eso perfectamente se articula con un mayor protagonismo estatal en la economía.
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