Domingo, 22 de marzo de 2015 | Hoy
ESPECULACIóN CON LOS DOMINIOS DE INTERNET
En el último año, desde que el registro es pago, cayó el 66,9 por ciento de los dominios, lo que indica que en muchos casos se anotaban sólo por especulación.
Por Esteban Magnani
Parafraseando una famosa publicidad de fines de los ’80 se podría decir que “Un buen dominio es lo más valioso que uno puede tener”. Lo mismo ocurre en la web: un nombre simple u obvio puede ser fácilmente recordado y también permite mejorar la posición en los buscadores, algo fundamental para pasar por el ojo de esa aguja que tiene diversas formas de evaluar los sitios.
Pero ¿cómo se obtienen los nombres que encabezarán nuestras páginas web? A diferencia de lo que ocurre con otros aspectos de la vida cotidiana, buena parte de los mecanismos de la World Wide Web escapan al conocimiento del ciudadano medio. A esos nombres web se los llama “dominios” y reemplazan una larga serie de números comprensibles para las computadoras. Al ingresar un dominio en el buscador (por ejemplo, nic.ar) la parte final (en este caso .ar) hará que el pedido llegue hasta el ente encargado de administrar esa terminación, el que lo transformará en un número de ip (200.108.145.10 en este caso) e indicará en qué servidor se encuentra alojada la página que se busca. Esta es, rudimentariamente, la forma en la que se organiza la información. Justamente, el mencionado nic.ar es el ente encargado de administrar el dominio de nivel superior de nuestro país, el “.ar” que le ha sido asignado, así como el “.br” corresponde a Brasil, el “.uy” a Uruguay o el “.com” a secas a los Estados Unidos. Es en las entidades correspondientes donde el usuario puede registrar sus dominios e indicar en qué proveedor (o hosting) deberá buscarse el contenido que le está asociado.
En Argentina, el trámite para registrar dominios resulta bastante simple en general y no es necesario tener un conocimiento demasiado calificado para hacerlo. Alcanza con ir al sitio del nic.ar (cuya sigla significa Network Information Center, es decir, Centro de Información de Redes) y seguir los tutoriales que guían a los novatos.
Hasta marzo del año pasado la Argentina era uno de los pocos países que permitía el registro de dominios sin que mediara un pago, lo que permitía un acceso más abierto a los dominios por no contar con restricciones económicas. Sin embargo, lo que resultaba desde cierto punto de vista una ventaja se transformó en un factor de especulación: algunas personas y empresas comenzaron a registrar sistemáticamente dominios que algún día pudieran transformarse en pieza de cambio como marcas, nombres comunes, ciudades, productos. El objetivo es que algún interesado estuviera dispuesto a ofrecer dinero para que se los transfieran.
El grupo horizontal de periodistas y programadores cordobeses llamado Open Data Córdoba (opendatacordoba.org) realizó en las últimas semanas un encuentro para analizar qué es lo que ocurre con los dominios en la Argentina. Andrés Vázquez, uno de sus integrantes, explicó a Cash que “por curiosidad vengo juntando datos del nic.ar desde 2009. Tengo cerca de dos millones de registros sobre unos seiscientos mil sitios”. Para recopilar esa información utiliza un programa (script) que chequea la disponibilidad de dominios utilizando palabras del diccionario, nombres, marcas. El método es engorroso, pero si bien la información es pública, ya que aparece en el Boletín Oficial, Vázquez cuenta que no obtuvo acceso a las bases de datos completas pese a sus pedidos al nic.ar. Por eso su información es extensa pero parcial y seguramente son muchos más los nombres registrados en Argentina. La muestra que posee le permitió ver, por ejemplo, que en el último año, desde que el registro es pago, cayó el 66,9 por ciento de los dominios, lo que indica que en muchos casos se anotaban sólo por especulación.
Entre las curiosidades que Open Data Córdoba detectó, y que se encuentran disponibles en nic.opendatacordoba.org, se destacan algunos negocios que aprovechan los pliegues del sistema para ganarse algunos pesos. Por ejemplo, hay empresas que registraron cerca de dos mil dominios, algo que tiene sentido si ofrece ese tipo de servicios a clientes, pero que parece tener un fin más bien especulativo en otros casos, algo que se nota fácilmente al ver que el dominio no permite acceder a ningún contenido. Eso ocurre con cerca de un 16 por ciento del total de dominios analizados, según algunos muestreos realizados durante el Nicathon. ¿Cuánto vale un buen nombre? “Uno genérico tiene valor si alguien lo necesita. Un nombre de una ciudad, por ejemplo, tengo entendido que se puede pagar desde 20.000 pesos, o incluso mucho más si es una ciudad importante. En el caso de las provincias hay una sola que aparece registrada por la gobernación, entrerios.com.ar, aunque por ahora no lo usa. Las demás deberían comprar los dominios si quisieran utilizarlos, aunque hay otros como formosa.com.ar y larioja.com.ar que están vencidos pero no disponibles aún.” Incluso existen sitios que se ofrecen como intermediarios para vender los dominios. Por ejemplo, al intentar visitar fernet.com.ar se llega a una página que ofrece la posibilidad de adquirirlo a través de SEDO, un intermediario que se dedica a eso, por 988 dólares.
Obviamente, el potencial negocio se vio afectado por los pagos anuales obligatorios para renovación anual de dominios. No es lo mismo registrar miles de dominios con costo cero que si conlleva un pago anual de 160 pesos. Por eso, según detectó Open Data Córdoba, en algunos casos se reanuda el trámite de renovación cada pocos días, aprovechando el tiempo que da el nic.ar para efectuar el pago en efectivo en un banco. También ocurre que en algunos casos, sobre todo de marcas, se llega a presentar demandas para dirimir la disputa
registro
- En Argentina, el trámite para registrar dominios resulta bastante simple en general y no es necesario tener un conocimiento demasiado calificado para hacerlo.
- Hasta marzo del año pasado la Argentina era uno de los pocos países que permitía el registro de dominios sin que mediara un pago.
- Era un factor de especulación: se registraban sistemáticamente dominios que algún día pudieran transformarse en pieza de cambio.
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