Viernes, 15 de abril de 2011 | Hoy
TEATRO › JORGE SANCHEZ ESTRENA CON EL RUMOR DEL PAISAJE, EN EL TEATRO DEL SUR
El director argentino armó la obra junto a las dos protagonistas, la francesa Morgane Amalia y la española Marta Cuenca. “Ciertos jóvenes europeos ven en América latina una esperanza para recuperar un estilo de vida que los proyecte hacia ideales”, explica.
Por Cecilia Hopkins
Dos jóvenes europeas deciden abandonar su lugar de residencia y venirse a Buenos Aires. Dejan su ciudad, viajan, pero luego vuelven al punto de partida, y las imágenes y sonidos de todo lo experimentado las toman por asalto, entreverándose los tiempos y los paisajes entre la extrañeza y la emoción que provoca lo desconocido. Escrita a partir de vivencias personales entre el director argentino Jorge Sánchez y dos actrices, la francesa Morgane Amalia y la española Marta Cuenca, Con el rumor del paisaje (hoy viernes a las 21 en el Teatro del Sur, Venezuela al 2200) propone una forma no convencional de reflexionar sobre el cruce de culturas, sobre la elección de vivir entre una y otra realidad cultural y, de algún modo, rehabilitar la experiencia humana del nomadismo. Entre el teatro de texto y la dramaturgia de imagen y de objetos, Sánchez habla también de su propia vida, la cual transcurre desde hace ocho años entre Buenos Aires y Madrid, donde fue becado para estudiar dramaturgia con Sanchís Sinisterra. Tras haber sido dirigido por Daniel Veronese, Mónica Viñao y Javier Daulte, entre otros, Sánchez fundó en la capital española su propio espacio de investigación teatral, La Cantera, y viaja periódicamente a Buenos Aires con sus obras.
Las actrices se conocieron aquí y junto al director fueron modelando el espectáculo entre sus estadías en el país y España. Pero como no querían realizar un espectáculo autobiográfico, decidieron entrevistar a más de una treintena de jóvenes europeos con experiencia de vida en algún país de América latina. De este modo comprobaron que existe una suerte de fenómeno generacional: las migraciones, según apunta Sánchez ante Página/12, “no nacen de una necesidad económica sino de razones individuales; ya sea por la inquietud por conocer otras culturas o por reencontrar sociedades más humanas, más abiertas”.
“Cuando el espectáculo comienza, las protagonistas se debaten en un ámbito que las oprime y las envuelve en un circuito sin salida”, resume Sánchez. “Es por eso que surge el viaje, más impulsivo que premeditado, que las lleva a conocer un nuevo lugar, con otras maneras de vivir. De alguna forma, ellas mismas se redescubren y sienten que han tomado las ‘riendas’ de su propia vida.” Pero hay algo más: “Con el rumor del paisaje habla de la necesidad de abrirse hacia una ideología del tránsito, del devenir, de la no definición”, dice el director. No se trata, entonces, de tomar la decisión de quedarse o de volver al punto de partida: “Sentimos que inclinar la respuesta por una u otra opción era reducir el planteo del espectáculo”, subraya Sánchez.
–¿Qué es lo que, según su punto de vista, les ocurre a los jóvenes que desean emigrar?
–Encuentro que es muy frecuente que jóvenes de entre 22 y 30 años, que han terminado sus estudios universitarios-terciarios o están a punto de finalizarlos, aun sabiendo de los muchísimos beneficios que el sistema les provee, no encuentran una proyección personal en él. No pueden valorarlos y reordenarlos hacia sus propios deseos pues más que ofrecerles oportunidades reales sienten que les entretienen para encerrarlos en un “sistema de bienestar” con valores muy estructurados, sin movilidad.
–¿Cuáles son las razones?
–El individualismo, el consumismo desaforado y la progresiva frialdad con que se van entablando las relaciones humanas les hace descreer de que se pueda hacer algo para revertir este “estado de cosas”.
–Hay que ver que tienen algunas facilidades para emigrar...
–Es cierto. La fortaleza de sus sistemas sociales (becas, ayudas, premios, paros) les permite pensar que una temporada en el extranjero no es un imposible. Hay quienes se atreven a dar el paso. Probar, al menos por unos meses, no cuesta mucho... Algunos vuelven tras esta experiencia; otros, en cambio, apuestan por quedarse y seguir desarrollándose por acá.
–¿Por qué piensa que ponen su mirada en los países de América latina?
–Tanto en la Argentina como en el resto de América latina, ciertos jóvenes ven una esperanza para recuperar un estilo de vida que los proyecte hacia ideales. Ven unas dinámicas sociales más móviles, un cotidiano que los vincula más al calor de lo humano...
–¿Y por qué Buenos Aires?
–Buenos Aires es una de las ciudades más elegidas para hacer ese salto. Sus “mitologías” despiertan una gran curiosidad en Europa. También su estructura social tan similar a la europea hace que el “choque” no sea tan brusco como en otros países latinoamericanos. Por otro lado, el prestigio y desarrollo cultural que hay aquí, además del “coqueteo” del porteño con el europeo, ayudan a quedarse.
–¿Cómo se superponen ambas realidades, la de aquí y la de allá, en la experiencia de los personajes de esta obra?
–Con el rumor del paisaje no intenta narrar la historia de sus personajes, no pone el acento en el viaje concreto Europa-Buenos Aires, más bien la idea es adentrarse en el devenir de sensaciones, emociones, impresiones que a ellas les van surgiendo en esta experiencia.
–¿Las diversas estéticas que plantea el espectáculo tienen que ver con los diferentes momentos del viaje?
–A la manera de un sueño, el espectáculo va abriendo diversos relatos que se suceden sin solución de continuidad. Así, más que proponer una superposición entre el aquí y el allí, la idea es plantear esa lucha interior por unir el deseo de transformación personal con el de la realidad que las circunda.
–De todos modos, los cambios entre el aquí y el allá son evidentes...
–Cuando ellas se encuentran en la “realidad” de sus países de orígenes, el manejo del espacio es más formal, el trabajo corporal genera un ritmo desquiciante, aparecen los varios idiomas que se manejan en Europa, la sintaxis de las oraciones es telegráfica, los objetos son rectangulares... En cambio, mientras desarrollan sus momentos en la Argentina, se aflojan las formas, la conversación fluye, el idioma se estabiliza en el español y la redondez de los objetos cobra protagonismo...
–¿Qué cuentan los objetos en términos metafóricos?
–Utilizamos dos tipos de objetos. Por un lado están los geométricos, abstractos, conceptuales, los cuales se van transformando de opacos a luminosos a medida que se van encontrando respuestas y el espectáculo avanza. Los rectángulos predominan durante todo el inicio pero el viaje da paso a una bola luminosa que irá marcando el cambio, la transformación. Por otro lado está el objeto antropomórfico: una pequeña muñequita de papel.
–¿Cuáles son las conclusiones ideológicas de este cambio de “paisaje”?
–Con el rumor del paisaje habla de la necesidad de abrirse hacia una ideología del tránsito, del devenir, de la “no definición”.
–¿Qué lecturas compartieron?
–Permanentemente traíamos a nuestra mesa de trabajo diversos materiales teóricos sobre el migrar, los inmigrantes, los emigrados. Entre tantos, sin duda hubo un concepto que nos atrajo particularmente: el del nomadismo. Gilles Deleuze y Guattari o Toni Negri y Michael Hardt, desde sus diversos ángulos, nos dieron alguna repuesta, pero sin duda adentrarnos en los conceptos del francés Mikel Mafesolli ha sido clave.
–¿Cuál fue su aporte?
–El considera que estamos en un tiempo en el que el nomadismo ha dejado de ser un concepto histórico y ha empezado a ser una manera de organización de la sociedad actual. El afirma que los nómadas, al favorecer los encuentros y expresar un ideal comunitario, hacen que las resistencias se desplacen, que la vida reconstruya permanentemente sus desafíos, que se afronten nuevos obstáculos, que los adversarios se modifiquen.
–El nomadismo no se relaciona forzosamente con el individualismo...
–No, por el contrario, el nómada está abierto a formar bandas, tribus, comunidades y otras formas de socialización por fuera del Estado y expresa un nuevo deseo de libertad mostrando la resistencia del hombre contemporáneo a confinarse en un solo domicilio, una sola profesión, un núcleo familiar determinado o una identidad sexual.
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