Viernes, 2 de septiembre de 2011 | Hoy
CHICOS › LOS LIBROS DE ARTE PARA CHICOS, MUCHO MAS QUE UN “NICHO”
La investigación realizada por Página/12 no sólo arrojó un resultado de gran variedad estilística, sino sobre todo un admirable nivel de calidad. Aquí se ofrece una recorrida por las múltiples variables para que los niños –y sus padres– se calcen el pintorcito.
Por Karina Micheletto
De un tiempo a esta parte, una cantidad de publicaciones y emprendimientos didácticos y editoriales buscan abrir el mundo del arte a los más pequeños. Muestran las obras, cuentan la vida de los grandes maestros, imaginan historias a partir de esas vidas e invitan a que los chicos también sean artistas, investiguen y pongan manos a la obra. Buena oportunidad para tomar la paleta y calzarse el pintorcito, enchastrarse con colores y descubrir el cada vez más amplio mundo de los libros de arte para chicos. Una oportunidad, además, para volver a sorprenderse con la calidad de las ediciones infantiles y juveniles argentinas.
La colección Arte para chicos, creada por la especialista en arte y educación Vali Guidalevich y publicada por Albatros, propone descubrir a través de un relato en primera persona las vidas y obras de grandes artistas argentinos. ¡Hola! Soy Xul Solar. Soy Antonio Berni. Soy Emilio Pettoruti. Soy Luis Felipe Noé, proponen estos cuentos. “¿Quieren subirse conmigo a mi tren? ¿Quieren descubrir los personajes más queridos de mis pinturas?”, invitan enseguida. Las reproducciones y fotos son de gran calidad y el relato es acompañado por propuestas de juegos y experimentos para que el libro tome otros caminos, con la guía de padres y maestros.
“Yo creía en lo que hacía. Aunque una obra mía no fuera aceptada en un concurso o la gente protestara en la calle por mis exposiciones, yo seguí pintando”, dice Pettoruti. “Nunca dejé de mostrar mis obras en mi país, y de expresar en ellas el terror, el drama y la esperanza”, dice Noé. En su caso, las palabras fueron dichas textualmente a la autora, en una de las muchas entrevistas y visitas a su taller. “Puedo decir que dentro de esta colección tengo un privilegio: soy el primer autor que puede decir personalmente que está muy contento con el libro”, contó Noé, en una broma muy seria, en la presentación de este libro en el Malba, unos meses atrás. El de Noé es el primer libro de la colección dedicado a un artista vivo, y al arte contemporáneo. Guidalevich cumple con la propuesta de acercar el arte a chicos y chicas confiando en una mirada crítica, lúdica, atenta, capaz de desarrollar la imaginación.
Otra colección de Ediciones Continente trae a Carpani, Dalí, Picasso, Gaudí y Velázquez para niños. Es una propuesta diferente a la anterior: libros finitos (que igualmente guardan buena calidad de impresión), algunos de los cuales incluyen juegos visuales para resolver y completar cuadros, u ordenar sus partes. El de Velázquez trae también stickers de las obras, para ir armando la “galería” propuesta. Algunos de los relatos –escritos por Marina García, Emilio Sola, Francis Rosemberg e Irene Marín– están en primera persona, y todos proponen un recorrido cronológico y una reseña biográfica final.
La colección Pinta tu aldea, de Editorial Calibroscopio, le da una vuelta de tuerca al asunto y plantea el acercamiento a grandes artistas latinoamericanos a través de historias inspiradas en sus vidas y obras. Títulos como Cuentos que son de verdá, Mago Xul y Quinquela, el pintor de la Boca reconstruyen los mundos de Molina Campos, Xul Solar y Benito Quinquela Martín a través de relatos de la escritora Didi Grau, en hermosos libros que incluyen, por supuesto, una gran cantidad de reproducciones de las obras.
“Había una vez hace un tiempo largo un nene llamado Benito Martín que tenía seis años, era menudo, tenía un guardapolvo gris y no tenía mamá ni papá. Y sin mamá ni papá los días se le hacían largos y tan grises como el guardapolvo”, comienza Grau, por ejemplo, la historia de Quinquela Martín. Una vida que se comprueba “de cuento” y que aquí está narrada con la belleza de la escritura y la fuerza de la empatía posible de un niño que lee (o al que le leen) que hubo otro niño de su edad, que llegó a ser el gran pintor de su barrio y a concretar, junto a sus amigos, travesuras como la de Los Caballeros de la Orden del Tornillo.
Además de las reproducciones del pintor abordado, los libros tienen ilustraciones como las de Paula Adamo o Irene Singer. En el caso de Molina Campos, los cuentos surgen a partir de las pinturas, y están marcados por la gauchesca. El encanto poético de estos textos transforma en mago a Xul Solar, y en magia a los colores de sus obras: “Y con aquellos polvos de mil colores de la botica que había guardado preciosamente en el bolsillo de su memoria, Mago Xul creó mundos y para iluminar esos mundos encendió soles, lunas, estrellas. Inventó gente con pies de medias lunas y con pies de peces, personas-aviones, ciudades que volaban sobre otras ciudades, echó a correr ríos, tendió puentes”.
Algunas vidas y obras de artistas para chicos aparecen también en libros que no forman parte de colecciones pensadas a tal fin. Un paseo matemático por el museo, por ejemplo, integra el catálogo de Iamiqué, una editorial dedicada a la ciencia (a “demostrar que la ciencia no muerde y que puede ser disfrutada por todo el mundo”, según se presenta). Este libro del grupo coreano Majungmul parte de una pregunta diferente: ¿Cómo se relacionan las matemáticas con el arte? A partir de la visita de una familia al museo surgen las aventuras: Jasper Johns esconde números en sus obras; Georges Seurat muestra un cuadro hecho con puntos y nada más que puntos; Kandinsky las figuras planas; Fernand Léger las tridimensionales. Pablo Picasso y Edgar Degas explican que los objetos cambian observados desde distintos ángulos y direcciones; Giuseppe Arcimboldo, que cuando las partes se unen (como las frutas, flores y verduras de Las cuatro estaciones) pueden lograr un todo muy diferente. Por último, se proponen actividades para jugar con el arte.
Una flor para Monet, de Cecilia Blanco y Milton, es un libro de la colección Famosísimos (editorial Uranito) que hace foco en el pintor francés. Pensado para chicos a partir de 4 años, es un libro duro con textos breves, que invita a abrir solapas para descubrir que las cosas no son lo que parecen. No incluye reproducciones (excepto una pequeña, al final), pero el espíritu de Monet habita las ilustraciones.
“Todo puede existir si lo creás”, propone el ilustrador, diseñador y escritor Istvansch en el libro que se llama así, Todos podemos dibujar (AZ Editora). La aventura viene en forma de páginas con lugar para dibujar, pintar, imaginar, poner nombre, a partir de algunas consignas simples. Con lápices, crayones, con los dedos mojados en témpera, cortando y pegando, con los ojos abiertos o cerrados... “¡Opss! ¡Vos lo creaste!”, es la conclusión. Después hay que ponerle nombre a las criaturas, y pensar algunas cosas: “¿Se parece a algo conocido? Entonces tu obra es figurativa. ¿Es algo irreconocible? Entonces es abstracta”. O llegar a la conclusión de que “en un cuadrito puede entrar el universo”.
La misma editorial propone, para diferentes edades, seis niveles de introducción al arte, en las series Pequeños artistas 1, 2 y 3 (para 6 a 8 años) y Artistas trabajando 4, 5 y 6 (para 9 a 11). Con su formato rectangular, con espirales y agujeritos para ponerles ganchos, están pensados para que los chicos incorporen sus trabajos. En Pequeños artistas hay obras famosas, modelos para hacer collages, esculturas y pinturas, y muchas propuestas de actividades: dibujar con puntos, como Pissarro o Signac, completar una obra de Miró, hacer un Juanito Laguna como cada uno lo imagine, salir a observar el barrio como observaron los suyos Pacenza o Cúnsolo.
“El arte es un lenguaje, un sistema de comunicación elaborado por seres humanos con el objeto de transmitir ideas y sentimientos. No siempre es fácil expresar lo que uno siente y piensa, pero eso es lo que se logra a través de la actividad creadora. Abrir esa ventana y meternos en un mundo donde podemos revelar nuestras emociones y compartir nuestra percepción de la realidad es empezar a disfrutar del artista que cada uno lleva adentro”, dicen las autoras de Artistas trabajando, Analía Jaureguialzo e Irene Lacour. Aquí se avanza en conceptos como figura y fondo, formas y simetría, el plano y el volumen, las texturas, los colores y la luz, hasta llegar a otros más complejos como los ritmos, el peso y el equilibrio compositivo. Estos libros dejan claro que el arte no es una cuestión de edad.
El grupo chileno Agualuna viene a participar del ciclo del Momusi, en el Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444). Buena música para chicos, a cargo de un septeto de chicas. |
Vuelve Tecnópolis, y vuelve una cantidad de actividades para toda la familia en el Espacio Joven. Hoy a las 11 está El Choque Urbano (foto); mañana a las 14, 15 y 16, el grupo Cuatro Vientos. General Paz entre Constituyentes y Ricardo Balbín, Villa Martelli. |
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