Martes, 28 de agosto de 2007 | Hoy
DANZA › DOS PAREJAS ARGENTINAS GANARON EL MUNDIAL DE BAILE DE TANGO
Inés Muzzopappa y Dante Sánchez festejaron en Salón. Natalia Tonelli Attori y Fernando Gracia celebraron en Escenario.
Eran las 23.20 cuando Fernando Bravo anunció desde su lugar de conductor del evento, finalmente, a la pareja 278 como la ganadora del V Campeonato Mundial de Baile de Tango, en la categoría Salón. Inés Muzzopappa y Dante Sánchez se fundieron en un abrazo de esos sincronizados a la perfección que los llevó al medio de la pista con una sonrisa de oreja a oreja, a recibir el premio y esperar la avalancha de cronistas ansiosos por escuchar las palabras de los jóvenes campeones. El sábado, Natalia Tonelli Attori y Fernando Gracia habían vivido una situación similar, cuando se llevaron el título en el rubro Escenario.
En el caso de Muzzopappa y Sánchez, la copa es el corolario de cuatro meses de bailar juntos, sin ningún plan formal de prácticas, “porque esto se hace yendo a milongas y bailando, no te queda otra”, aseguró Sánchez, estudiante de psicología devenido tanguero, enfundado en su traje gris claro, con la barba apenas crecida y sus 19 años henchidos de orgullo y una pizca de sorpresa. A su lado, Muzzopappa lo miraba desde sus ojos verde claro y su aire de muñequita de barrio. Todavía estaba embargada por la emoción y dejaba en boca de su compañero la mayoría de las declaraciones, pero no la sonrisa. Nacida en el porteñísimo barrio de Villa Urquiza, esta diseñadora gráfica que baila el 2x4 desde los últimos seis de sus 20 años aseguró que no esperaban ganar tras una pobre experiencia en el campeonato Metropolitano, cuyos titulares, Javier Díaz y Cecilia Favaro, quedaron en un ajustado segundo puesto en esta ocasión.
Pero la química entre ambos apareció toda la noche en la pista; aun en los momentos en que estaban en el fondo del escenario, no se podía evitar mirarlos con el rabillo del ojo y verlos moverse con tempo cuidado y cadencia perfecta. Algo en su movimiento llamó a desviar la mirada para verlos en muchos pasajes y ese “algo” los colocó al tope de los cuarenta finalistas que arribaron a la noche de domingo en la Sociedad Rural con ganas de llevarse el premio (7000 pesos y ropa tanguera exclusiva).
Compitieron 23 parejas argentinas y 17 extranjeras, en su mayoría colombianas, aunque había algunas de Rusia, Italia, Japón y Alemania y representantes de Estados Unidos y Venezuela (el binomio venezolano se llevó el premio del público a la pareja más elegante, por delante de la presencia y el porte de las dos formaciones italianas). Fue una puja reñida y, como lo expuso un anónimo espectador durante una de las pausas, mientras tocaba Vale Tango, “no me animo a elegir, son todas buenas”, rendido ante los finalistas. “Me gustaba una pareja, él de saco marrón, que venían firuleteando bien, pero cometió un error justo delante del jurado”, explicaba.
Quizás el secreto de los ganadores esté en su apego a la tradición tanguera, que desplegaron en el pabellón Ocre del tradicional espacio porteño en honor de sus maestros, Carlos y Rosa Pérez. Eso y una seguridad filosófica imprescindible: “No hay nada más lindo que sentir a una mujer, que abrazar a otra persona”, aseguró Sánchez luego de la coronación. “En el tango que se está haciendo ahora eso se está perdiendo”, lamentó, ante la total aprobación de Muzzopappa.
Ambos se impusieron a centenares de parejas participantes, de 4 continentes, 28 países y 154 ciudades, sintetizadas en 40 finalistas a la vista del lleno total del salón destinado a la final y a otras quinientas personas que se tuvieron que conformar con seguir la final desde el restaurant, habilitado de urgencia ante la avalancha de espectadores ansiosos de tango que no iban a conformarse sólo con visitar los 33 stands en la Feria de Productos ni con lo visto en las diez jornadas que habían precedido a la noche definitiva.
En las gradas quedó la ilusión de los seguidores de la pareja 86, venida de Rosario, que aportaron la única bandera que flameaba en las tribunas. También tuvo que conformarse con lo hecho el japonés que gritaba “¡Banzai!” cada vez que Bravo anunciaba a alguna pareja nipona. Fue una noche de brillos, como los que se desprendían de las lentejuelas traicioneras del vestido de Johana Copes. Hubo show continuo y emoción asegurada.
Sin embargo, con todas las luces de la final, algo es seguro: el tango está allí, en las calles de Buenos Aires y del mundo, resurgiendo en las noches de milonga, en la pasión y la simplicidad de sus practicantes que, sencillamente, bailan la danza que les gusta. Y salen de La Rural caminando, y con el premio en la mano.
Informe: Andrés Valenzuela.
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