Miércoles, 5 de noviembre de 2008 | Hoy
RICHARD STALLMAN, EL GURú DEL SOFTWARE LIBRE, DE VISITA EN BUENOS AIRES
El precursor y principal líder del movimiento por el SL llegó para dar una jugosísima charla que puso en perspectiva las diferencias radicales con el software privativo, no sólo desde lo técnico sino, fundamentalmente, desde un plano filosófico.
Por Facundo García
Muchos no saben quién es este hombre. Y, sin embargo, representa un pedazo de historia que afectará la vida de millones en las próximas décadas. Richard Stallman, mundialmente reconocido como precursor y principal líder del movimiento por el software libre, aprovechó una visita relámpago a la Argentina, invitado por la inquieta gente de la Fundación Vía Libre, para exponer ideas durante más de dos horas. En caso de que al lector la palabra “software” y el universo informático le resulten extraños, cabe pedirle una pizca de paciencia, bajo la promesa de que lo que sigue tiene que ver con algo extremadamente importante. Sirva como prueba una certeza: dado que las computadoras se han convertido en el aparato que media en buena parte de las actividades cotidianas y la difusión cultural, lo que vino a proponer este militante legendario tiene un peso político enorme y deja al descubierto uno de los nuevos rostros de la disyuntiva entre liberación y dependencia. Nada menos.
Así que ahí se paró Stallman, frente al auditorio del anexo de la Cámara de Diputados. Se mostró casi juvenil, con camisa roja y pantalón beige, elegancia que no le impidió llegar caminando en medias: este libertario no sólo escribe sus propios códigos en la pantalla de los ordenadores. “Voy a hablar de pie para no quedarme dormido”, lanzó en correcto castellano, e inmediatamente se largó con una retahíla de reflexiones que deben haber puesto al rojo las orejas de George Bush Jr., Bill Gates y otros jerarcas del presente. En tren de entender sus aseveraciones, vale remarcar que las computadoras requieren de ese conjunto de instrucciones que todos conocen como “programas” o “software”. En ese sentido, el barbado contó que “nos impulsan a juzgar programas según criterios superficiales-prácticos, como la comodidad o la apariencia. El inconveniente es que la mayoría suele hacer caso omiso a otros asuntos fundamentales, como las preguntas ‘¿cómo afectará este producto a mi libertad personal?’ o ‘¿cómo influirá esto en la solidaridad social de mi comunidad?’”.
Aquí surge una primera diferenciación. Por un lado está el software privativo (SP). Por otro, el software libre (SL). Dice Stallman: “El privativo (como Windows) mantiene a los usuarios en un estado de división e impotencia. División porque te prohíbe compartirlo, e impotencia porque los usuarios no pueden ver cómo fue hecho el programa. El ciudadano no puede hacer alteraciones ni consultar qué están haciendo con el equipo que adquirió”. En contraste, el software libre es aquel que admite cuatro “libertades esenciales” a las que Stallman se refirió en detalle:
- La libertad cero es “la que permite ejecutar el programa para lo que se desee”: “Estamos rodeados de productos que restringen quiénes pueden utilizarlos, o por cuántos meses, y eso te quita control”, apuntó.
- La libertad número uno es la posibilidad de analizar cómo ha sido montado ese plan de órdenes que se le da a la compu, como paso previo para poder estudiarlo y cambiarlo a gusto. “Así decidís vos cómo querés que funcione tu máquina, y no al revés. Si te es imposible investigar qué mecanismos están operando, nunca vas a tener la seguridad de que no te espían”, comentó el activista. Y tiró un par de bombas al informar que según investigaciones independientes “Windows XP envía a Microsoft información de los programas que el usuario tiene en su disco cada vez que éste acepta una ‘actualización’ vía Internet. Y eso no es nada”, continuó. “Hay pruebas de que, al menos desde 1999, Microsoft comparte información con una organización terrorista más violenta que Al Qaida: el gobierno de los EE.UU. ¿Sabían que cuando usan Windows Media Player o Realplayer para ver películas o escuchar música hay terceros monitoreando sus gustos? Apple hace lo mismo, a otros niveles. Son sólo un puñado de casos entre una cantidad incalculable. Si se niega la capacidad de ver cómo son los programas –el ‘acceso al código fuente’– es muy complicado detectar estas formas de control.”
- La libertad dos es la de “ayudar al prójimo”. Abre las puertas para que se hagan copias exactas de un programa, ya sean para vender o regalar. Desde la perspectiva de Stallman, “si usás un programa que no te deje concretar eso, caerás en un dilema moral. Cuando un amigo te pida una copia vas a tener que elegir entre dos males. Uno es pasarle el CD y romper la licencia que firmaste con el desarrollador del programa. Otro mal por el que optar es no compartir. El mal menor es darle la copia a tu amigo... porque si vas a hacer el mal, ¡al menos hazlo a quien se lo merece!”, bromeó. Tras las risas, retomó el razonamiento: “En realidad, lo mejor es evitar encontrarse con esos planteos. Conozco dos maneras. Una es no tener amigos, y es lo que parecen sugerir las grandes firmas. La otra es no usar soft privativo y expresarles que no podemos aceptar esas condiciones de uso porque significan traicionar a nuestras comunidades”.
- La tercera libertad es la de contribuir a la sociedad mediante mejoras. “Eso significa que no hay impedimentos para que distribuyas nuevas versiones, con novedades que a su vez puedan ser optimizadas por los demás”, puntualizó Stallman. “Si no sabés programar, no importa. Le pagás o le pedís a uno que sepa para que haga los cambios que se te ocurrieron, y entre todos vamos sumando. En la vereda de enfrente, el SP se desarrolla obedeciendo la dictadura de una compañía; y si el programa te ayuda en algo, lo hace como trampa para que ellos aumenten su poder sobre vos”.
Stallman está convencido de que el cumplimiento de esos requisitos permitiría “un sistema social de distribución y uso ético” en la cultura que circula por las PC. “Por lo tanto, la mera existencia de cada programa privativo es un problema social. Son golpes para dominarnos”, sintetizó. El mentor del copyleft dejó muestras del poder que oculta su apariencia inofensiva. “Ahora voy a mostrarles mi identidad secreta”, anunció. Mediante un par de giros reapareció encarnando a San IGNUsio (ver La ficha) y compartió sonrisas ante un público mayoritariamente juvenil que lo vitoreó de pie. “Yo los invito a venirse a vivir al mundo libre. Es un nuevo continente que estamos construyendo. Como es virtual, hay lugar para todos y nadie pone restricciones a la inmigración. Se acabaron las épocas de los señores feudales. Es hora de liberar al ciberespacio. Que el viejo mundo desaparezca, ésa es nuestra meta. Vos merecés la libertad, uses computadoras o no. Pero si las usás, la única condición que te salvará de ser casi un esclavo es rechazar el software privativo.”
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