Martes, 26 de agosto de 2008 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A LA POETA, PIANISTA Y CANTANTE LILIANA FELIPE
La artista cordobesa radicada en México ve con asombro cómo una de sus últimas canciones se ha convertido en México en el himno de la resistencia civil contra el gobierno de Felipe Calderón. “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”, es el verso-hit.
Por Mariana Carbajal
Desde México DF
Liliana Felipe está conmovida. La poeta, pianista y cantante cordobesa que vive en México desde los años de plomo acaba de llegar a su casa después de correr con sus dos perros salchichas por las calles del barrio colonial de Coyoacán, al sur del Distrito Federal, donde vive y abre la intimidad de su hogar, un sábado por la tarde, para recibir a PáginaI12 y adelantar los temas de su próximo disco. Todavía en jogging, transpirada por el ejercicio, cuenta, emocionada, lo que le sucedió unos minutos atrás: “Venía entrando por un callejón, por acá y pasa un auto rojo con una señora manejando con jóvenes adentro. El auto se para. Medio me asusté. Se abren las puertas y todos empezaron a aplaudirme fuerte y un chico, de no más de 14 años, con voz bien de adolescente, me dice: ‘Nos tienen miedo porque no tenemos miedo’”, repite ella, imitando la voz desafinada del muchachito, que acababa de cantarle el estribillo de la canción que compuso con Jesusa Rodríguez, su compañera de la vida y el arte, apenas unos meses atrás y que se ha convertido en México en el himno de la resistencia civil contra el gobierno federal de Felipe Calderón, del PAN, quien llegó a la presidencia en 2006 de la mano de un escandaloso fraude electoral, que le arrebató la primera magistratura a la izquierda. “¿No te hace feliz que te reconozcan?”, le dice su esposa, la actriz y directora de teatro Jesusa Rodríguez, que está terminado de almorzar en el comedor. La tarde es gris, húmeda, cada tanto cae una llovizna liviana y el verano se despide.
El living explota de colores. Entra luz por varias ventanas. Una pared roja, sillones azules con mantas con motivos indígenas muy alegres. En ese reducto, sigue la charla. “No sabés lo que jodí con esa canción. Es de hace poquito. ¿Cuándo la grabamos, Jesu? –le pregunta. Jesusa se asoma desde el comedor y recuerda que fue el 24 de febrero, el día de la bandera en México. Lo que más la conmovió de la anécdota callejera, dice Liliana Felipe, es que haya sido justamente un adolescente el que repitiera las estrofas, porque “el movimiento de la resistencia está formado por viejitos, no jovencitos”. Hoy, su canción es emblemática en México. El video que grabaron está colgado en el sitio de youtube (http://www.youtube.com/results?search_query=Liliana+Felipe+ resistencia&search_type=&aq=f ). Vale la pena verlo.
Los dos salchichas ladran de vez en cuando desde un pequeño patio, a la entrada de la casa. Coyoacán, donde viven Liliana y Jesusa, es un barrio mágico del Distrito Federal. La historia y la cultura se entremezclan con el verde de enredaderas y árboles de distintas texturas. Ahí tuvo su vivienda en el siglo XVI el conquistador Hernán Cortés. Y en tiempos más recientes, claro, la pintora Frida Kahlo su Casa Azul –hoy convertida en museo–, donde nació, vivió y murió.
Suerte de militante musical performática, La Felipe siempre vinculó su trabajo creativo con la actualidad, con la marca de un furioso anticlericalismo, la lucha por la libertad de elección sexual, el antiimperialismo y el pacifismo. “Gracias a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana yo soy atea”, no se cansa de decir, siempre entre risas. El humor (ácido) es otra de sus especialidades. Pero ahora, dice, la realidad política mexicana (por ejemplo, el proyecto de privatizar el petróleo del gobierno de Calderón) no le deja demasiado margen para reírse. Cuenta que estaba “superilusionada” con viajar a la Argentina para dar una serie de recitales el mes próximo, entre ellos uno en el centro cultural donde funcionó la ESMA, para recordar La Noche de los Lápices, pero le acaba de informar su editor en Buenos Aires, Javier Tenembaum, del sello Los Años Luz, que parece que la movida se frenó.
“Ayer por la noche le escribí un e-mail a (José) Pepe Nun (secretario de Cultura de la Nación), que lo conozco de haber caminado y charlado por estas avenidas, por aquí, diciéndole que me daba mucha tristeza porque parece que han cambiado las autoridades de no sé qué y no se va a hacer lo de la ESMA. A mí me emocionaba muchísimo. El día que me lo propusieron por teléfono se me doblaron las rodillas, porque yo estuve en la ESMA hace dos años, vi lo que es y no podía resistir ese lugar. ¿Será que puedo?, me pregunté. Y se empezaron a juntar todos los hechos, los juicios (contra los represores), la cadena perpetua a (Luciano Benjamín) Menéndez y yo dije: Tengo que ir, hay que apoyar este acto de justicia tan enorme y tan increíble que ha ocurrido, hay que apoyar a los que lo lograron, a los HIJOS, a los abogados, a los fiscales, a los jueces, a la sociedad completa. Y tenía ganas de estar.”
El recital de la ESMA, en realidad, no estaba confirmado aún, pero se estaba gestando en el Sistema Nacional de Medios Públicos, según contó luego a PáginaI12 Tenembaum, pero con el reciente cambio de autoridades el show habría quedado en stand by. Comprometida con la lucha por los derechos humanos, el tema, sin dudas, la moviliza. Tiene una hermana y un cuñado desaparecidos.
Liliana se fue de la Argentina en enero de 1976, faltaban apenas dos meses para el golpe de Estado. Por entonces, estudiaba música, perfeccionamiento instrumental y composición, en la Universidad Nacional de Córdoba. “Integraba un grupo de música, se llamaba Canto Popular, hacíamos música para chicos, algo maoísta, tocábamos en los sindicatos, y recibimos una invitación para ir a Perú. Llegamos a Lima, estábamos ahí cuando se produjo el golpe militar y supimos que no podíamos regresar. Ninguno de nosotros tenía una militancia muy fuerte, pero nuestros familiares opinaban que ya que estábamos afuera, como la cosa estaba muy turbia...”
Su hermana Ester era militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Los militares la secuestraron el 10 de enero de 1977. Hacía menos de un mes que había dado a luz a su hija Paula, hoy militante de HIJOS. “A Ester y a su marido se los llevaron hasta Córdoba, al centro de detención La Perla, estuvieron una semana ahí y los mataron. Ella no estaba bien físicamente después del parto. Nos enteramos siete años después cuando pude hablar con una mujer que estuvo por esos días también en La Perla y me dijo que así había sido. La bebé cuando los secuestraron quedó tirada en la casa de mis papás.”
En la contratapa de su disco Trucho (2002) se ve la sonrisa de su hermana Ester Felipe y junto a la foto se leen estas palabras: “Desaparecida el 10 de enero de 1977 en Argentina. Se busca asesino!!! General (RE) Luciano Benjamín Menéndez”. Para la cara interna, Felipe escribió: “Dedico este disco al pueblo argentino, por su valentía y su coraje frente a tanto político mierdero, tantos jueces corruptos y militares caguengues, por no hablar de los curas, para qué”. Para el aniversario de los 30 años del último golpe militar en Argentina compuso Matar o no matar (2005). Inspirado en la obra del escritor Gïorgy Honrad, pretende ser un aporte a las reflexiones sobre el pasado de Argentina y al presente de los juicios contra los genocidas: lo presentó en el Gran Rex el 17 de marzo de 2006. De 2005 también son Tangachos y Tan chidos, donde teje puentes entre México y la Argentina. Y en su último disco, Mil veces mil, de fines de 2007, se inspira en Las mil y una noches para recrear los clásicos relatos en una versión libre bien a lo Felipe.
–¿En qué está trabajando ahora?
–Estoy trabajando sobre Benito Juárez, sobre el Estado laico. Me está dando una plataforma de dónde estoy parada. Después del fraude electoral de 2006 me empecé a dar cuenta de dónde estaba parada. Creo que vivía en una cosa muy ilusoria; creo que todos vivíamos así, no sólo yo, en una dictadura institucional. Y a mí me está abriendo los ojos leer y conocer de la Reforma, de las épocas más gloriosas de México, que las encabeza este pinche mugroso indio patarrajada que fue Don Benito Juárez.
Sobre la mesa baja, frente a los sillones del living, están las pruebas de su fervor por conocer aquella parte de la historia mexicana: pilas de libros con biografías del gran estadista mexicano, de origen indígena zapoteca, presidente en varias oportunidades, que derrumbó el predominio de la Iglesia Católica en ese país y construyó las bases legales de un Estado laico.
“Estoy componiendo –sigue Liliana–, quiero hacer un disco para niños laicos. Pero llegó un amigo y me pidió hacer un himno para la tercera edad. En ese momento estaba Doña Jesu, la mamá de Jesu, enferma. Doña Jesu murió el 1º de julio, pero los últimos dos meses íbamos tomando lo que ella decía, como que hay que tomar un tequila diario para estar bien. Luego empecé a leer sobre la menopausia y me indignaba y estaba furibunda...”
Por estos días La Felipe cumple 54 años y hace varios –cuenta– entró en ese período de la vida de una mujer tan menospreciado y con tanta mala prensa. “Alguien me mandó una peliculita estúpida de power point de una neuróloga italiana, una señora que llega hasta los ciento y pico de años y va de congreso en congreso. Ella dice: ‘El cuerpo se arruga, el cerebro no’. Yo tomo esa frase para el himno de la tercera edad, pero le platico a Jesu: Yo creo que a mí también se me arrugó el cerebro (se ríe). Ya lo terminé. Lo vamos a grabar con la gente de un programa para la tercera edad del Distrito Federal, con el que estoy trabajando. Luego te lo canto.” Un rato más tarde, está sentada frente al piano, en otra sala de la casa, donde ocupa el lugar central una mesa de billar de prolijo paño. Y ahí nomás, Liliana toca “El cuerpo es” como titularon el himno de la tercera edad que compuso con Jesusa. Es melancólico, tristona la melodía, pero con sutiles ironías. “Hay que agitar a diario el corazón, estar pendiente del colesterol/ y del vocabulario desterrar por siempre ‘ya no puedo más’”, dice una de las estrofas (ver aparte).
La Felipe sigue en el piano. Ahora es el turno de “Boicot”, otra canción nueva que escribió con Jesu y es un canto contra el imperialismo comercial, un rechazo a comprar productos de empresas multinacionales, desde Bimbo hasta Coca-Cola, desde Wal Mart hasta McDonald’s. Dice que van a adaptar la letra para la Argentina, porque muchas de las compañías mencionadas no se conocen por el Cono Sur y tienen arraigo en México. “Boicot, boicot, boicot a las empresas que no tienen moral/ Boicot, boicot, boicot no saben respetar ni lo más elemental/ Boicot, boicot, boicot yo ya no gasto un peso en chatarra criminal/ Boicot, boicot, boicot, boicot a los que hicieron el fraude electoral”, canta la cordobesa, nacida en Villa María. La típica tonadita mediterránea se le escapa de vez en cuando en su mexicano remixado.
–¿La afectó mucho la llegada a la presidencia de Calderón?
–Muchísimo. Esos tipos son la mafia. Al Capone era una perita en dulce al lado de ellos. Estamos en manos de lo peor, ni siquiera se mueven por ideales políticos, son ideales económicos y punto. Y los ideales económicos tengo entendido que tienen un ejército y no es el cubano precisamente: es el ejército de Estados Unidos y lo sabe Irak.
De visita en casa de Liliana y Jesusa está la antropóloga feminista Marta Lamas (hija de padres argentinos, radicados en México), una de las activistas más reconocidas en este país. Amiga de ambas, Lamas pide la canción que compusieron sobre la menopausia para el próximo disco, “La Mayonesa”. Y con esa canción, en la que renace su humor feroz sobre vivencias cotidianas (ver aparte), La Felipe cierra el privilegiado minirrecital. Un taxi en la puerta espera a la cronista para ir directo al aeropuerto. En pocas horas partirá su avión de regreso a Buenos Aires.
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