Martes, 7 de abril de 2009 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A LITTO NEBBIA, EL ARTISTA QUE NUNCA PARA DE TOCAR
Hiperkinético y prolífico, desde mediados del año pasado el rosarino grabó tres discos, compuso la banda de sonido de dos films y escribió una comedia musical. Ahora prepara una gira por el país y otra por los EE.UU. “Tengo el mismo entusiasmo que a los 15 años”, dice.
Por Cristian Vitale
60 años redondos tiene Litto Nebbia. Pero su energía, en el hacer, le saca varios. 1) A mediados de 2008 editó un disco de improvisación al piano –¡grabado en cinco días!– durante horas libres que rescató en el estudio de Paco Ortega, un amigo madrileño: Bella Madrid. 2) En ese mismo estudio, donde grabaron Paco De Lucía, John McLaughlin y Stevie Wonder (Musigrama), registró las tomas de su próximo disco de canciones: Soñando barcos. 3) A fines del año pasado rindió su propio homenaje a Atahualpa Yupanqui con De mi madre tierra, disco fenomenal cuyas composiciones compartió con Cecilia Nella. 4) A dos manos concibió la música de dos films: Eva, luz del espíritu (de Héctor Chavetta y Ana Carina Korzeniewiez) y Artículo 13, de Pablo Helman, amigo de él y jefe de efectos especiales de Steven Spielberg y George Lucas. 5) Escribió la música de Alicia en el país de las maravillas, comedia musical para niños dirigida por Héctor Presa. 6) Está partiendo a una gira que lo paseará por Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán, primero, y después por Miami, Nueva York y Washington. Diez conciertos en la primera y siete en la segunda.
Así, Nebbia es un motorcito humano que nace de un concepto: “La música sigue siendo una pasión para mí. La pasión de grabar discos y no vender millones... éste no es el comienzo ni el fin del arte. Se trata de tener el mismo entusiasmo de cuando empezaste a tocar, a los 15 años”, dice. Y desglosa parte a parte –sin descuidar detalles– cada eslabón de su cadena de producción. Arranca con Bella Madrid: “Estaba grabando Soñando barcos en un estudio de Madrid que suena como la puta madre, y tiene unos pianos de cola extraordinarios. De primeras tomas quedaba todo bárbaro y todos los días me sobraban dos horas. Entonces le dije al tipo: ‘Dejame joder un rato’. Me senté y en pocos días grabé este disco de improvisación en el piano. El dueño del estudio me dijo: ‘Es tuyo, te lo regalo’, entonces me traje el master y lo edité por Melopea. Sacar un disco así en los tiempos que vivimos parte de una satisfacción personal y no para vender, eso está claro”, insiste.
–Los temas están dedicados a ciertos amigos. ¿Cómo se le ocurre que tal melodía puede caberle a tal personaje o a tal título?
–Es medio de brujería (risas). A ver: yo escribo música instrumental con un leitmotiv cuando hago música de película, a lo mejor sé qué música hace falta para tal imagen, y así. Es lo que estoy haciendo ahora con el documental sobre Evita y con Artículo 13. Pero cuando es un disco como éste, pienso en momentos, asados, shows... No sé, me acabo de encontrar con uno de los homenajeados, el Alemán Jorge, y el tipo me dijo: “La música que me dedicaste es una descripción de como yo camino”. ¡Mirá si voy a sacar tu caminar! Pero parece que él agarró como un espíritu, eso.
Bella Madrid tiene sólo tres temas que no corresponden a Litto: “Isn’t she Lovely”, de Stevie Wonder; “Ave de paso”, de Charlo y Cadícamo; y “With a Little Help from my Friends”, de Lennon y McCartney: una mini-síntesis de sus gustos personales y un recorte, en el caso de Los Beatles, que no corresponde a la etapa que más le gusta. Contra la posición general de que los mejores discos de la banda de Liverpool son los de Rubber Soul para acá, Nebbia sostiene que los primeros (Please, Please me; With the Beatles y A Hard Day’s Night) son incomparables. Lo dijo en el especial 40º aniversario del Album Blanco que sacó la revista La Mano, y lo ratifica a Página/12. “Creo que esos primeros discos son su leitmotiv, lo mismo que Absolutely Free y Lumpy Gravy para Frank Zappa, son toda su obra. ¡Y mirá que tengo 140 discos del tipo! (por Zappa)... Esos primeros discos de Beatles tienen esa magia donde está todo. No existía ese formato de canción cuando ellos las hacían, y además es el momento en que mejor se comunica la química Lennon-McCartney... Después siguen con un buen nivel y van por otros caminos, pero se empieza a diferenciar más la cosa, se individualiza. Para mí, el Album Blanco no fue ¡guau...! En ese momento, yo estaba enloquecido con el primer disco de Hendrix o con Pet Sounds, de los Beach Boys; no porque no me gustara el White Album, sino porque me parecía un disco muy largo. Era una onda ‘faltan 40 minutos, ¿qué hacemos ahora?’”
–A menos que se trate de una obra muy definida en lo conceptual, como The Wall o Tommy...
–O esos discos de Miles Davis que necesitaban ese vuelo; pero temas cortos en un álbum doble es difícil. Bueno, viste, a lo mejor me pasa a mí con Abandoneando, otro disco que va a salir y que es doble (risas).
–¿Otro más?
–Es que estoy convencido de que los músicos van a seguir grabando discos todo el tiempo. Hay un gran público en el mundo que no solamente espera CDs, sino que está volviendo a comprar vinilos. En España, incluso, acaban de salir mis dos primeros discos como solista y Huinca en ese formato.
–A propósito de la historia, ¿habrá otro retorno de Los Gatos o Los Gatos Salvajes?
–No. Fue lo que fue. Sólo que a mitad de año vamos a publicar el DVD del show de Los Gatos en el Gran Rex, que se está terminando de digitalizar y compaginar. También va a salir el libro de Mario Antonelli, con toda la historia del grupo. Pero cumplió su historia ahí... sería una locura querer reiterarlo, igual que con Los Gatos Salvajes.
Otro eslabón: De mi madre tierra. Casi en simultáneo a Bella Madrid, Nebbia editó este sentido homenaje a Yupanqui del que participa a Suma Paz, Leo García, Emilio Del Guercio, Ariel Minimal y La Luz, su grupo base. Es un páramo musical de 18 piezas que, a excepción de “Piedra y camino” y una narración de Yupanqui en persona dedicado a un indígena–criollo de Amaicha (“Don Mercedes Yampa”), se basa en textos de Cecilia Nella, musicalizados por él. “La mayoría de mis canciones tienen letra propia, donde cuento mi sentir, pero muchas veces puse música a otros letristas, no sólo cuando me gustó su poesía, sino también cuando noté que su estilo nada tiene que ver con el mío. En Nella encontré que sus textos tienen el tipo de lenguaje de la tierra, una descripción de lugares y costumbres que visito constantemente por mi condición de viajero.”
–En el caso de Soñando barcos, las letras pertenecen a Juan Mari Montes, un poeta de Salamanca. ¿Cómo ocurrió el encuentro?
–Igual que con Nella: por mail. Es un poeta exquisito que también escribe cosas que no se me ocurrirían.
–Ahora enfrenta dos giras: una por el NOA y otra por EE.UU. ¿Cómo arma las listas, dada la extensión y variedad de su material discográfico?
–Es un lío, porque tengo mi gusto personal, más el de mi mujer, mi hija y mis amigos. ¡Me la arman entre todos! (risas). Digo, hay cinco o seis canciones que toco siempre, si no, no salgo del local... Pero el resto lo cambio siempre. Mezclo “Sólo se trata de vivir” o “Viento dile a la lluvia” con otras que no conoce ni mi vieja. Cuando está todo bien, la gente se banca lo que toques... Siempre hay lugar para todo.
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