Viernes, 17 de noviembre de 2006 | Hoy
MUSICA › LEON GIECO PRESENTA “15 AÑOS DE MI”
El músico de Cañada Rosquín cerrará el año con seis shows en el Teatro Opera. Más allá del nombre del espectáculo, León celebrará el conjunto de su carrera, con la reaparición pública de varios temas de vieja cosecha. Aquí habla de Dylan, de Babasónicos y de la tendencia al homenaje que muestra el rock nacional.
Por Cristian Vitale
15 años de mí en realidad es una excusa formal. Ingenioso juego de palabras mediante, alude más al disco/dvd que León Gieco editó como suma parcial de su década y media como artista de EMI, que al séxtuple show del Teatro Opera (abre hoy, mañana y pasado, repite el 24, 25 y 26 de noviembre) con que cerrará el año. En rigor, sólo uno de los tres bloques que el rey León tiene craneado para la presentación se ciñe estrictamente a la cuestión temporal. Es parte de lo que, a lo largo del año, el rosquinense presentó en casi setenta ciudades del país. Los otros dos pintan como material detonador para fanas de la primera hora. Uno de ellos será una minicumbre entre armoniquistas –León lo llama homenaje–, que incluirá a Franco Luciani y a Fabricio, de Mr Mojo, banda de blues santafesina. Y el otro, un recorrido nostálgico por canciones anteriores a “Sólo le pido a Dios”. “Voy a tocar el ‘tema de los mosquitos’, ‘La historia ésta’, ‘Soy un pobre agujero’, ‘Chacarera de dragones’ y otras canciones, que no canto hace mucho tiempo”, adelanta ante Página/12. La etapa “dylaniana” vendrá con yapa: clips de casi todas las bandas que lo influenciaron en la época –desde Almendra hasta Los Gatos– y sucesos políticos que, en forma paralela, motorizaron sus primeros soplos estéticos. Todo en tres pantallas y, como durante la presentación de Por favor, perdón y gracias, acompañando cada canción. “Todavía estoy presentando Por favor... en el interior y no dan los tiempos para cambiar sobre la marcha. El único cambio es que mejoró un poco la cosa técnica y ponemos tres pantallas en vez de una. Además, tener el show ya montado me da tiempo para componer temas nuevos.”
–Dado el tiempo que demandan las giras por el interior, ¿en qué momento compone?
–Generalmente, en los micros entre pueblo y pueblo. O nos juntamos con Luis Gurevich en el estudio para adornarnos con melodías que nos lleguen espontáneamente. Es todo un laburo y cada día cuesta más, porque hay que buscar no autoplagiarse. Además, estoy detrás de un proyecto con Luis y Claudio Kleiman: un disco que se va a llamar Vestido de rock nacional, donde vamos a destacar la música de fines de los ’60.
–¿Por qué ese período?
–Porque fue la etapa que me agarró en Cañada Rosquín. Y hoy, que tengo la posibilidad de cantar “Alza la voz” de Pajarito Zaguri, “Viento, dile a la lluvia” de Nebbia, “Soy un pedazo de atmósfera” del Gordo Peralta Ramos y alguno de Billy Caffaro o Miguel Abuelo, ¿por qué no lo voy a hacer?
–¿Usted no era de los que hacían la división entre complacientes y progresivos?
–No tanto. Para mí todo era útil. Billy Caffaro, Gasalla, incluso Nacha Guevara. Yo leía en las revistas que había un movimiento que partía del Di Tella y de los café concerts, que escapaba un poco a la represión del Onganiato. Como en La Cueva se reprimía mucho, los café concerts fueron como refugios de libertad en esa época.
–Escuchame entre el ruido de Lito Vitale, los homenajes a Calamaro, Pappo y Spinetta y el disco que está preparando Litto Nebbia con 200 versiones del rock argentino configuran algo así como la Era del Tributo. A muchos les parece exagerada la proliferación de homenajes. ¿Usted qué opina?
–Al contrario, me parece bárbara la reivindicación de nuestro acervo, porque en Argentina la interpretación es una cosa que casi no existe. La mayoría de los músicos, a diferencia de Brasil u otros países, cantan sus propias canciones. Por eso, hay una necesidad muy grande de interpretar. Y también una demanda popular.
–¿Le gustó la versión de “Pensar en nada” que hizo Babasónicos?
–Claro. Una de las razones es que se adapta a la época. Hay una camada nueva de pibes que están enloquecidos con “Pensar en nada”, porque la pasan en las discos todo el tiempo. Incluso, conocí pibes que me descubrieron gracias a Babasónicos.
–¿Le atrae la estética de Babasónicos?
–Es una propuesta súper inteligente y original. Además, en un momento se fueron a vivir todos juntos y me hizo recordar a lo que hacíamos nosotros con Los Moscos, el grupo que tenía en Cañada Rosquín. Todo lo diferente me parece bárbaro.
Otra paradoja temporal: “Todos los caballos blancos”, el tema que promocionó en todos los medios los shows del Opera, tiene mucho más que quince años. Gieco vuelve una y otra vez a la cuestión, para remarcar con contundencia que el “título” promocional escapa a sus intenciones de repertorio. “Es imposible presentar estrictamente 15 años de carrera, que además son producto de muchos discos. Igual, hay canciones de esa época que están grabadas en Desenchufado, que entra dentro de la etapa. Tampoco hay que tomarse todo al pie de la letra”, dice.
–¿Qué le pareció Modern Times, el último disco de Bob Dylan?
–Yo no puedo ser objetivo con Dylan, pero de todos modos admito que no todas las canciones me gustan. De diez temas, siete me dan vuelta la cabeza. Dylan es un tipo que me enseñó mucho. Estoy orgulloso de haberlo elegido como maestro. “Hombres de hierro” es un afano consciente de “Blowin’ in the Wind”, porque precisamente fue el que me inspiró a componerla. Me acuerdo que cuando lo vi con su atril y su armónica flasheé. Y justo tuve la suerte de que Claudio Gabis, que había formado el grupo Exu con mi compañero Horacio Fumero en bajo, me escuchara y tomara cuenta. Gabis, cuando yo vivía en Cañada Rosquín, se me hacía una especie de Spinetta, qué sé yo. Me devoraba sus notas cada vez que salía alguna en la Pelo. Gabis fue el que me regaló mi primer atril y mi primera armónica. Y, como estaba afinada en La, me sirvió para componer “Hombres de hierro”. Dylan es mi maestro y nunca me ha defraudado. Es un personaje increíble.
–¿Incluso durante su época oscura de los ’80?
–Mirá, yo no soy un fanático ultra de Dylan. No me interesa ser un histérico y tener absolutamente todos los discos. Es más, no los tengo. Tampoco hago un análisis de su vida. Entonces digo: uno no hace siempre un disco bueno, hay veces que entrás en momentos raros, de bajón. El ha tenido choques muy fuertes con la sociedad, como cuando le puso guitarras eléctricas al folk. O cuando empezó a hablar de Cristo y la Biblia... qué sé yo, pero son sólo momentos en la vida de las personas. Eso no cambia demasiado la esencia de los hombres. Además, ¿qué me importa que se haya hecho religioso alguna vez?
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