Los cubanos decidieron tirar la casa por la ventana en el festejo del aniversario número cincuenta del Premio Casa de las Américas. Después de diez días de intensas lecturas y deliberaciones en La Habana, los argentinos Eduardo Rosenzvaig y Yoli Fidanza ganaron dos premios, en la categoría Literatura testimonial y Literatura para niños y jóvenes, respectivamente, con Mañana es lejos (memoria verde de los años rabiosos) y La prometida del señor de la montaña o La doncella del Huillallaco. También se llevaron menciones los argentinos Enrique Ferrari, Fernanda García Curten, Patricia Miriam Borensztejn y Carla Dulfano. En esta edición, en la que concursaron 624 originales de 19 países, el jurado, integrado por la mexicana Carmen Boullosa, el venezolano Carlos Noguera, el chileno Grínor Rojo y Héctor Tizón, eligió por unanimidad la novela del boliviano Claudio Ferrufino-Coqueuniot, El exilio voluntario, “centrada en una importante problemática latinoamericana, la de los desplazamientos que por distintas razones se producen desde nuestros países hacia los centros de poder hegemónico y las consecuencias que ello tiene”, fundamentó el jurado en el fallo y subrayó, además, la prosa formalmente vertiginosa, “narrada con enorme vitalidad y dominio del oficio”. En el rubro Literatura brasileña el galardón lo obtuvo Ledo Ivo con Réquiem, y el Premio Extraordinario de Estudios sobre los Latinos en los Estados Unidos, que se otorgó por primera vez, quedó en manos del puertorriqueño Juan Flores, autor de Bugalú y otros guisos: ensayos sobre culturas latinas en los Estados Unidos. Al margen de los galardones oficiales, un comité de la Casa de las Américas otorgó los premios honoríficos José Lezama Lima de poesía a El alternado paso de los hados, del peruano Carlos Germán Belli, y el José María Arguedas de narrativa a La ceiba de la memoria, del colombiano Roberto Burgos.

Rosenzvaig (San Miguel de Tucumán, 1951), doctor en Historia y profesor titular de Historia General de la Cultura en la Universidad Nacional de Tucumán desde 1985, ganó el premio Literatura testimonial con Mañana es lejos (memorias verdes de los años rabiosos), “debido a la inmensa capacidad para sintetizar la tragedia de la generación rebelde argentina a lo largo de veinte años, la calidad literaria del lenguaje, el brillo de las imágenes y metáforas, y su notable habilidad para narrar que la masacre no sólo afectó a muertos y desaparecidos, sino que destruyó el tejido social de todo un país, en un sorprendente ejercicio de reflexión y memoria sobre un tema crucial en la América latina”, señaló el jurado integrado por el mexicano Paco Ignacio Taibo II, el chileno Hernán Uribe Ortega y el cubano José Ignacio López Vigil. La mención especial la obtuvo la argentina Patricia Miriam Borensztejn con Hay que saberse alguna poesía de memoria. Testimonios de una mujer argentina.

En Literatura para niños y jóvenes, el jurado eligió a La prometida del señor de la montaña o La doncella del Huillallaco, de Fidanza, poeta y narradora que nació en Buenos Aires, por considerarla “una obra que aborda la tradición incaica con una visión original sin caer en estereotipos comunes a esta clase de temas; por humanizar un ritual iniciático a través de un lenguaje conciso que genera imágenes con resonancias perdurables, y transportarnos a una realidad lejana en el tiempo, sin perder una conexión emocional con el joven lector contemporáneo”. Las menciones fueron para el mexicano Ricardo Chávez Castañeda con El laberinto de las pesadillas; la argentina Carla Dulfano, con Sala de profesores, y el costarricense Rodolfo Dada con El mar de la selva. El premio Literatura brasileña quedó en manos de Ledo Ivo con Réquiem. El chileno Grínor Rojo (Santiago de Chile, 1941) obtuvo el premio de ensayo Ezequiel Martínez Estrada con Globalización e identidades nacionales y postnacionales: ¿de qué estamos hablando?