Sábado, 30 de enero de 2016 | Hoy
LITERATURA › ARIEL URQUIZA GANO EL PREMIO LITERARIO CASA DE LA AMERICAS
Los cuentos de Ni una sola voz en el cielo son de “un gran virtuosismo en los diálogos”, ponderó el jurado.
Por Silvina Friera
Un sueño dentro de otro sueño. El fulgor de un deseo que se materializa con un gran reconocimiento. Desde muy chico garabateó un puñado de textos, poesías “muy malas” que escribía en la escuela primaria. Entonces ensayaba también algún que otro cuento con el combustible inagotable de su imaginación infantil. Aunque tuvo la temprana certeza de que quería ser escritor, lo fue postergando hasta que no tuvo más remedio que tomarse la literatura en serio. Sin más prórrogas ni excusas. Ariel Urquiza ganó el Premio Literario Casa de las Américas con los cuentos Ni una sola voz en el cielo, la misma distinción que obtuvo Samanta Schweblin en 2008. El jurado integrado por Santiago Gamboa (Colombia), Ana Quiroga (Argentina), Eduardo Lalo (Puerto Rico), Ramiro Sanchiz (Uruguay) y Pedro Juan Gutiérrez (Cuba) eligió por unanimidad los relatos del escritor argentino por “el demostrado talento narrativo en historias que van desde Buenos Aires hasta México DF, teniendo en cuenta el habla y las atmósferas de cada lugar, con gran virtuosismo en los diálogos y argumentos que abordan algunos de los problemas más acuciantes del presente de la América latina; y por la sólida unidad del libro y su gran complejidad narrativa”.
“Me pone muy contento ganar un premio como el Casa de las Américas, tan reconocido en Argentina y en toda Latinoamérica”, dice Urquiza a Página/12. “No tengo libros publicados. Escribí una novela que fue finalista del premio Cambaceres de la Biblioteca Nacional, Ya pueden encender la luz, pero que aún no se publicó. Por eso también este premio es tan importante para mí”. ¿Por qué las tramas de los relatos incluidos en Ni una sola voz en el cielo suceden entre Buenos Aires y México? “Todos los cuentos del libro están relacionados entre sí. Algunos transcurren en Argentina y otros en México. El factor común es el narcotráfico. La mayoría de los personajes son narcotraficantes y sicarios. Hay personajes argentinos, mexicanos, uruguayos, peruanos, hondureños... Lo que los une es ese mundo; es una red que no aparece expuesta de manera demasiado evidente, sino que hay que ir armándola con la lectura de cada cuento. Pero el tema de fondo son las diferentes formas del comportamiento humano en situaciones extremas”, plantea Urquiza, porteño nacido en 1972.
“Se han ensayado infinitas definiciones de cuento, pero siempre va a haber un cuento que escape a cualquier definición. Hay puntos en común, claro. Pero es imposible demarcar sus fronteras. Con el cuento clásico resulta más fácil. Ahora, si queremos buscar una definición que abarque a todas las formas del cuento contemporáneo, se complica”, opina Urquiza. El ecuatoriano Diego Falconí Trávez obtuvo el Premio Casa de las Américas en el rubro “Ensayo de tema artístico-literario” con De las cenizas al texto. Literaturas andinas de las disidencias sexuales en el siglo XX por “la originalidad e intensidad crítica de su aproximación queer a la cultura literaria de la región andina”. En teatro ganó la cubana Legna Rodríguez con Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta; y se llevaron menciones dos cubanos más: Laura Liz Gil Echenique con Subasta (Boceto No. 1 de la serie Diáspora) y Rogelio Orizondo con Yelow, Dream Rd; y el argentino Mariano Saba con Odisea doble par (Farsa del Imperio). En el rubro “Estudios sobre Culturas Originarias de América” el premio fue para el colombiano Miguel Rocha Vivas con Mingas de la palabra. Textualidades oralitegráficas y visiones de la cabeza en las oralituras y literaturas indígenas contemporáneas. Casa de las Américas –institución cultural cubana dirigida por el poeta Roberto Fernández Retamar– otorga premios de carácter honorífico a libros relevantes de autores de América latina en los géneros poesía, ensayo y narrativa desde el año 2000. El Premio de Poesía José Lezama Lima lo ganó el poeta mexicano Eduardo Langagne con Verdad posible. El Premio de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada recibió el argentino Víctor Goldgel con Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX. El Premio de Narrativa José María Arguedas lo obtuvo el uruguayo Fernando Butazzoni con Las cenizas del cóndor.
“El libro nace de la necesidad de entender una realidad –advierte el autor de Ni una sola voz en el cielo–. Esa realidad es la que viven las personas involucradas de una u otra manera con el narcotráfico. No solo se trata de sicarios y jefes de carteles. Los cuentos intentan ir más allá de lo obvio, es decir, la violencia, el poder, la ambición. La idea es captar el alma de esos personajes, su visión de las cosas, la realidad que eligieron o que les tocó vivir. Es muy complejo. Es un mundo dentro de otro”.
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