Miércoles, 3 de septiembre de 2014 | Hoy
CINE › LOS REALIZADORES DE SERé MILLONES CUENTAN LAS PECULIARIDADES DE SU PELíCULA
Dirigido a seis manos por Omar Neri, Mónica Simoncini y Fernando Krichmar y producido por Alejandra Guzzo, el film, que cruza testigos con actores, es una derivación indirecta de Gaviotas blindadas, aquel documental que recorría la historia del PRT-ERP.
Por Ezequiel Boetti
Oscar Serrano y Angel “El Turco” Abus caminan con el desgaste y la tranquilidad de quienes hace décadas –muchas– ya recorrieron lo suficiente. Son un par de abuelos a los que es demasiado fácil imaginárselos comprando en el mercado del barrio. Pero no: sus historias, sobre todo la que tienen en común, son, con el perdón del facilismo, de película. En la madrugada de un día cualquiera de enero de 1972, cuando la Argentina era regida por los caprichos del gobierno de facto de Agustín Lanusse, seis militantes del PRT-ERP entraron a las bóvedas de la sede central del ya extinto Banco Nacional de Desarrollo (Banade) y concretaron el que durante años fue el golpe más exitoso en la historia nacional: se llevaron ni más ni menos que 450 millones de pesos, el equivalente a diez millones de dólares. La limpieza del atraco (no hubo un solo tiro) y la soltura en los movimientos revelada por las pericias, síntoma de una logística trabajada con precisión relojera, confluyeron en la conclusión evidente del apoyo interno. Con el correr de los días, los medios y las fuerzas policiales y armadas les pusieron los nombres y apellidos de dos serenos: se trataba, claro, de Oscar Serrano y Angel Abus. Sus vidas, los recuerdos y la recreación de la “expropiación”, tal como ellos la denominan, son los ejes principales de Seré millones, que se verá desde este jueves en el espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635) y desde el sábado a las 18 en el Malba (Figueroa Alcorta 3415).
Dirigido a seis manos por Omar Neri, Mónica Simoncini y Fernando Krichmar y producido por Alejandra Guzzo, todos presentes para la entrevista con Página/12, el film es una derivación indirecta de Gaviotas blindadas, aquel documental que recorría la historia del PRT-ERP. Fue durante aquel rodaje que conocieron la historia de Serrano y Abus. “También encontramos en un archivo cordobés un noticiero de aquella época totalmente tamizado por la censura de los militares. Entonces, con tan rico material, ya había suficiente para un buen documental, pero la idea era ir un poco más allá y descubrir cómo eran los límites de este género para poder llegar a un público más amplio del que habitualmente se interesa por el cine militante. Seré millones es el toque final de un combate por poner en escena la lucha por el poder y la militancia en los ’70 desde el desprejuicio y desde una búsqueda formal que llegue un poco más lejos”, define Krichmar.
Esa ambición de ir “un poco más lejos” se traduce en la evasión de la narración tradicional de los hechos para, en cambio, prestarse a una propuesta mucho más lúdica, encuadrándose en esa tendencia tan presente en el cine argentino actual como es la de esfumar los límites entre documental y ficción. Así, al racconto histórico a través de imágenes de archivo oficiales se le suma el casting y la preparación de actores para una recreación ficcional y la posterior recreación, todo avalado por los beneplácitos de Serrano y Abus, a la postre los grandes protagonistas de Seré millones. “Había muchos elementos que nos servían en bandeja la posibilidad de contarlo de una forma más clásica, entonces nos propusimos experimentar. La idea era tratar de llegar a un público más amplio, y fundamentalmente a los jóvenes, y de ahí surge lo de la audición y la idea de poner a los protagonistas reales como una suerte de directores. Sabíamos que el cine iba a ser parte de la reflexión, por eso jugamos con algunos géneros populares. Queríamos mezclar todo eso para darle a una historia, que de por sí era interesante, otros puntos de vista”, amplía Krichmar. “Cada historia viene con una forma para contarse y aquí teníamos ganas de incluir a los jóvenes para que ellos también pudieran protagonizar una historia que pasó hace treinta años. Ya desde el principio la forma vino pegada”, opina Neri.
Neri y Krichmar hablan ahora de un “público joven”, y uno de los protagonistas del film dice que espera que Seré millones sirva para que las nuevas generaciones entiendan cómo se pensaba en esa época.
Fernando Krichmar: –Es que ellos siempre tuvieron esa ilusión que termina de potenciarse con el contacto con los actores. De hecho, los tratan muy cariñosamente e incluso les dicen que se identifican con ellos. Evidentemente se sintieron interpelados a tener que comunicar sus ideas. Queríamos transmitirles una tradición y mostrarles que hubo gente que pensó otras cosas, cuestión de tratar de abrirles un poco más la cabeza. Muchas de las bajadas de línea de El Turco podríamos haberlas hecho nosotros, pero era interesante que las hiciera él.
Omar Neri: –Ahora es más fácil hablar de la militancia, pero hace diez años era mucho más complicado. Incluso cuando hoy se habla de miembros del PRT muchos los tratan de asesinos o dicen que las ideas eran lindas, pero fracasaron, y creo que en cierta forma nuestro trabajo es reivindicarlas frente a los jóvenes. Incluso creamos una productora falsa para hacer el casting y que no venga ningún conocido, porque queríamos gente lo más despolitizada posible, o al menos sin un interés político concreto.
–Entonces podría pensarse que el film también muestra la construcción política de esos actores...
O. N.: –Hay algo muy concreto que se da con uno de los chicos, y es que al principio estaba muy confundido sobre qué era Montoneros y demás, y al final termina diciendo “Hasta la victoria siempre”. En ese arco está marcado lo que queríamos mostrar sin subrayar.
–Uno de los actores reconoce que muchas veces se llega con prejuicios sobre los militantes de aquellos años. ¿Uno de los objetivos del film era desmontar esas ideas?
O. N.: –Los actores estaban muy confundidos porque pensaban que tenían que actuar y tardaron en darse cuenta de que íbamos por el lado del vínculo entre ellos y los protagonistas. Muchas veces se esforzaban por darle verosimilitud a sus interpretaciones y a nosotros no nos interesaba eso. En ese sentido fue muy bueno que El Turco y Oscar se prestaran. Oscar vio mucho cine y cayó con una lista enorme de películas de robos para que tomáramos determinados elementos, pero rápidamente se dio cuenta de que el juego venía por otro lado y ellos mismos empezaron a actuar e improvisar.
F. K.: –Nosotros sabíamos que íbamos a montar mezclando el ensayo con la puesta en escena, todo cortado por las opiniones de ellos y nuestras apariciones en la pantalla, cuestión de que nunca se dude que lo que se está viendo es una filmación y evitar problemas por el lado de la ruptura de la continuidad. Había un dispositivo armado que ellos desbordaron metiéndose en los diálogos, cosa que al final sirvió mucho porque enrareció todavía más lo que queríamos hacer originalmente. Nuestra idea no era reconstruir una época, sino trabar una relación que recupere esos ideales.
–Otro de los protagonistas termina siendo la sede del Banade. ¿Cómo trabajaron esa locación?
Alejandra Guzzo: –La idea original era que estuviera, pero en ese momento estaba cerrada y no sabíamos lo hermosa que era. Nos costó llegar a una persona que nos facilitara la sede, pero nunca renunciamos al ideal de conseguirlo.
F. K.: –Al final descubrimos que era un personaje más. Incluso lo aprovechamos más, porque la idea original era mostrar el encuentro de Oscar y El Turco con el edificio sin decirles muy bien si estábamos autorizados, ya que queríamos que tuvieran cierta cautela. Pero cuando vimos el lugar decidimos hacer ahí no sólo la escena final, sino también los ensayos. Pudimos tenerlo el tiempo que quisimos, y eso fue un plus muy bueno.
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