Sábado, 8 de noviembre de 2014 | Hoy
CINE › ENTREVISTA A ADAM ZUCKER, DIRECTOR DEL DOCUMENTAL EL REGRESO
El film, que se verá hoy en el Festival Internacional de Cine Judío, se plantea, a partir de la historia de cuatro mujeres polacas, cómo reaccionaría una persona si se hubiera criado en una religión y en la adolescencia hubiera descubierto que sus orígenes son otros.
Por Oscar Ranzani
Se sabe que los diarios son fuente de inspiración para el cine. Eso le sucedió al cineasta estadounidense Adam Zucker, de ancestros judíos de Polonia y Ucrania, cuando un día leyó una nota en The New York Times sobre un festival de cine judío que se realiza en Cracovia desde hace muchos años. A partir de esa lectura, tuvo una primera aproximación a la popularidad de la que goza actualmente la cultura judía por aquella tierra europea. Zucker no se quedó quieto porque la idea le generó interés. Decidió conocer el tema en el mismo lugar: viajó a Cracovia, se impregnó de su cultura, escuchó música local y también conoció a una gran cantidad de jóvenes judíos polacos. “Encontré diferentes historias respecto de cómo cada uno de estos jóvenes descubrió que realmente era judío y de cómo se iba acercando hacia su identidad”, cuenta el realizador en diálogo con Página/12. Zucker vino especialmente a Buenos Aires a presentar su documental El regreso, que podrá verse hoy a las 19 (repite el lunes a las a las 16) en el Cinemark Palermo (Beruti y Bulnes), como parte de la programación del 12º Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina, que dirige Luis Gutmann.
El regreso se sostiene sobre una premisa: ¿cómo reaccionaría una persona si se hubiera criado en la religión católica y en la adolescencia hubiera descubierto que, en realidad, proviene de una familia judía? Zucker se detiene en el caso de cuatro mujeres polacas: Kasia, María, Tusia y Katia, quienes cuentan cómo redefinieron su identidad. Para conectar estas historias, el director viajó con su cámara por cinco ciudades diferentes de tres continentes y fue testigo de dos bodas, dos nacimientos y hasta de una conversión. Como se sabe, gran parte de la población polaca judía fue exterminada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pero –y éste es otros de los temas de la película– hay en la actualidad un resurgimiento de la cultura judía en Polonia. Y, entonces, El regreso también da cuenta de cómo se vive el judaísmo en la Polonia actual.
–¿Qué lugar ocupa, según su visión, la religión en la construcción de la identidad de una persona?
–Ocupa un lugar importante. Cuando me encontré con estas jóvenes que habían sido criadas como católicas, era lo usual, porque en Polonia la mayoría son católicos y ser polaco es casi como una equivalencia de ser católico. No necesariamente son muy tradicionalistas, de ir a la iglesia, pero se criaron como católicos. Lo diferente allí, en cambio, es ser judío, que son una minoría. Eso también implica otra identidad.
–¿A qué conclusión llegó después de realizar este documental respecto de cómo una persona puede crecer con una mentira sobre sus orígenes?
–Después de la Segunda Guerra Mundial, los judíos solían esconder su identidad y, a veces, era por una cuestión privada, que la escondían para sí, o bien para los demás. Cuando la gente joven descubrió su origen, realmente lo resignificó y tuvo otro tipo de conexión con el pasado. Por ejemplo, dentro de una misma familia, para uno puede ser muy importante y, tal vez, para el hermano es irrelevante. Se trata de algo muy personal.
–Una de las entrevistadas dice: “Se puede ser judío sin la religión”. ¿Usted qué opina? ¿Se puede explorar el judaísmo sin un sentido religioso?
–En Nueva York, los judíos no están necesariamente apegados a la tradición. Son judíos seculares, no asisten sí o sí al templo. Cada uno tiene su manera de practicar la religión. Por supuesto que también hay religiosos, pero hay muchos que se asumen como judíos sin necesidad de ir al templo. Opuestamente, en Polonia sí están ligados a una tradición. El problema es que les cuesta más llevarlo a cabo porque no hay una comunidad que respalde y en la que ellos puedan apoyarse, porque se rompió esa continuidad con el pasado y se rompió durante la Segunda Guerra Mundial. Al final, Polonia, aunque es muy pequeña, es muy religiosa, porque están apegados a la tradición. El que es religioso, de algún modo, tiene una contención de la minúscula comunidad judía que pueda haber. El que es secular está más desprotegido.
–¿A qué atribuye que, como las protagonistas del documental, miles de personas judías no sabían que lo eran hasta que cayó el comunismo en Polonia en 1989?
–Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los judíos sobrevivientes decidió quedarse en Polonia, pero ocultaron su identidad. Entonces, muchas familias se enteraron de que tenían orígenes judíos cuando el sobreviviente de cada una de ellas lo confesó antes de morir. Como punto de partida, fue porque el comunismo soviético era muy antisemita. Entonces eso llevó a mucha gente a ocultar su judaísmo. Recién surgía a la luz cuando dejaban algún rastro al morir o lo confesaban. A partir de 1990 empezó a haber una apertura mental y se pudo dejar de esconder la identidad judía para reconocerla. Esto no sólo pasó con el judaísmo, sino que en toda Polonia hubo una apertura a partir de eso.
–Después de haber hecho un documental sobre cuatro mujeres y el judaísmo, ¿qué opina sobre el lugar que ocupa la mujer en la cultura judía?
–Cuando empecé a pensar el documental, no me había propuesto abordarlo sobre mujeres, pero a medida que las fui conociendo, me resultaron interesantes sus historias, ya que las veo como mujeres muy matriarcales. En mi comunidad y en el templo al que asisto hay rabinas y quien canta también puede ser rabina. En ese sentido, hay mucho progreso dentro de lo que se llama el judaísmo conservador que, en realidad, es reformista, pero se llama conservador tal vez para no atreverse a colisionar demasiado con la ortodoxia, que sí es mucho más cerrada y donde el rol de la mujer está supeditado.
–¿Busca que su documental sirva para preservar la memoria de la cultura judía en Polonia, en particular, y en el mundo, en general?
–Me haría muy feliz si realmente pudiera cumplir ese objetivo, aunque inicio mis películas sin un objetivo determinado: se arman a medida que voy trabajando. Tomo los testimonios de la gente que voy conociendo, que admiro y que encuentro interesante. En este caso, quería hacer algo dramático; es decir, presentar un conflicto a partir de estas cuatro historias, para poder ayudar a los espectadores a que genere en ellos ganas de saber más. Lo que me interesa es que cada uno piense acerca de su identidad y de las decisiones que cada uno toma en relación con eso.
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