“Esto sirve para que vean lo que las travestis somos capaces de hacer más que prostituirnos, armar quilombo y vestirnos escandalosamente”, sintetizó la actriz Camila Sosa Villada, protagonista de La viuda de Rafael, anoche durante la presentación de esta miniserie de ficción de Canal 7. Y más allá de los méritos artísticos de la entrega –o tal vez justamente ése sea uno de ellos–, el primer gran aporte de La viuda... pasa entonces por quebrar con el canon televisivo, para el cual el gay era (es) abusivo, las (contadísimas) lesbianas, apetecibles para el ojo masculino, y la travesti directamente quedaba para el informe periodístico amarillista con el eje puesto en vender su cuerpo. Acaso haya pocos espacios tan proclives como la televisión a mostrar a los sectores LGTB. Eso sí, siempre y cuando no se denominen así y cuadren dentro de la propia lógica que el medio impone.

Estrenada ayer, la miniserie –que va de martes a jueves a las 22.30 por Canal 7– se centra en la historia de Nina, una transexual que, tras la muerte de su pareja, deberá luchar contra un sinfín de obstáculos legales, la familia del muerto y costumbres sociales, no sólo para hacer valer sus derechos de viuda, sino para ser reconocida como tal. Esta ficción no sólo le da visibilidad al mundo transexual, y en el prime time, sino que otorga papeles fundamentales a artistas de la comunidad LGTB, como es el caso de las principales amigas de Nina (Ela, Cristi y Susi). Alfredo Scoccimarro, secretario de Comunicación Pública de la Nación, recalcó: “Estamos trabajando para recuperar la escarapela, que incluye reconocer la inclusión como materia de Estado”. El funcionario también recordó que La viuda... es una de las veinte ganadoras del Concurso 2012 del Consejo Interuniversitario Nacional y del Consejo Asesor del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre para series de Prime Time.

La historia de La viuda... comienza con la muerte de Rafael Jiménez (Luis Machín) y su velorio. El manejaba una exitosa empresa familiar y había convivido por casi veinte años con Nina. Con su fallecimiento, la protagonista corre el riesgo de quedar desahuciada por los deudos. La villana mayor no es otra que la madre de Rafael (interpretada por Rita Cortese), una mujer de fuertes convicciones religiosas. El primer capítulo (de una serie de trece) tuvo como referencia insoslayable al cine de Pedro Almodóvar. Desde la temática, con tonos genéricos que van del melodrama a lo cómico, a rasgos de estilo como en el uso de boleros, y un timing efervescente de actuación, pero en un contexto plenamente argentino en el medio de los debates por la inclusión a sectores homosexuales.

“Esta es una hermosa historia que nos permite entender por qué es tan importante una ley como la del matrimonio igualitario”, explicó Melina Petriella, directora general del proyecto junto a su hermana Julieta. La dirección está a cargo de Estela Cristiani. Los guionistas son Tony Lestingi y Marcelo Nacci, quienes adaptaron la novela homónima del puertorriqueño Luis Daniel Estrada Santiago.

A pocos días de la marcha por el orgullo gay, y a un año de la Ley de Matrimonio Igualitario, la presentación del programa en el Estudio 1 de Canal 7 fue también un hecho político social. Entre los presentes había referentes de la comunidad homosexual como Alex Freyre y José María Di Bello, el representante de actores Alejandro Vanelli y su pareja Ernesto Rodríguez Larrese, y Norma Castillo y Ramona Arévalo, las dos primeras mujeres en casarse en la Argentina. Tristán Bauer, presidente de Radio y Televisión Argentina, puso en consonancia al programa con la proyección de nuevos contenidos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y recalcó que es muy importante para la televisión pública que “eleve su nivel, su calidad”. “Esta serie que vamos a ver es otro símbolo de la Argentina que quiere más belleza, más felicidad y más amor”, expresó.