Es algo que pasa a menudo: ante el fallecimiento de una personalidad importante, del ámbito que fuere, brotan hasta de debajo de las baldosas amigos, ex novias, amantes, compañeros y hasta peluqueros con algo para decir (bueno o malo, muchas veces da igual, mientras haya mercado para el tema) sobre el fallecido. Con Larsson no hay excepción: Mi amigo Stieg Larsson es la obra de Kurdo Baksi, un ex compañero periodístico del autor que acaba de salir a la venta en Suecia, iniciando la obra literaria de Baksi con una contundente crítica de Gabrielsson: “Una perfecta calumnia”.

Según Baksi, durante su trabajo en los ’90 como periodista de la agencia TT, Larsson habría “falsificado entrevistas, escrito textos partidistas y tenido un comportamiento fanfarrón e hipersensible”, esto último dicho como si la sensibilidad fuese un pecado más que una virtud. Para más, el autor del libro que pronto se publicará en el mercado hispano (con llegada tal vez al norteamericano), asegura que el aura sobrenatural que recubre al personaje de Salander es simplemente fruto de la “mala conciencia”.

De todos modos, así como un ex jefe de Larsson en TT se sumó a lo dicho por su viuda, desestimando las acusaciones de Baksi –que conoció a Larsson en la revista Expo, donde el autor de Millenium investigaba al movimiento neonazi, desde una postura claramente contraria–, la crítica europea calificó de “flojo” y “claramente cuestionable” el libro, que fue publicado por Norstedts, una reputada editorial local.