Miércoles, 30 de abril de 2008 | Hoy
CINE
Antes de debutar como directora, Albertina Carri trabajó en el área de cámara de cine. Su ópera prima fue No quiero volver a casa, que fue seleccionada en los festivales de Rotterdam, Londres y Viena y se exhibió en el II Bafici. Su incursión en las técnicas de animación no son sólo exclusividad de sus largometrajes: así lo demostró en los cortos Aurora y Barbie también puede estar triste, donde la muñeca símbolo de la segunda mitad del siglo XX se ve envuelta en un melodrama porno. Su segundo largometraje, Los rubios, indaga de un modo muy particular en un pasado doloroso. Carri establece, a través de un documental ficcionalizado, una investigación sobre sus padres, secuestrados por un grupo de tareas y desaparecidos durante la dictadura militar. En su siguiente ficción, Géminis, abordó el tema del incesto, en una familia disfuncional. Fue presentada en la “Quincena de los Realizadores”, en la edición 2005 del Festival de Cannes.
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