Viernes, 19 de noviembre de 2010 | Hoy
RESCATES. MADAME BLAVATSKY RUSIA 1831-1891
Por Aurora Venturini
Nació en Ucrania rusa Helena Petrovnavon Hahn y luego heredará de su marido el apellido Blavatsky y lo usará para firmar sus libros. Su papá fue un coronel de origen alemán afincado en Rusia y perteneciente al ejército del Zar, y su mamá Helena Faéher, de noble linaje magiar, que fallecerá cuando la hija está en edad infantil, lo que desorienta y desespera a la criatura. Hasta su adolescencia será educada por sus dos abuelas, quienes resuelven casarla con el adinerado anciano Nicanor Blavatsky. Según mentas, el matrimonio no se consumó. La joven esposa huirá montada a la grupa de un caballo al castillo de un abuelo adicto a la música, al canto y a las danzas populares y de él heredará un talento para el piano. Todo esto ocurría en la localidad de Tiflis, donde el esoterismo significaba práctica corriente a la que Helena se aficionó. Su matrimonio tuvo lugar a sus 17 años; su huida, a los 18, y a los 19 conoce en Londres al maestro Rasput Mahatma, instructor maharajá. Según ella, antes de verlo lo había soñado en su niñez.
En el Tíbet cursará un lapso de estudios ocultistas con Rasput, un intenso ejercicio de prácticas espirituales la impulsó al Cáucaso; luego a los Balcanes, Siria e Italia, pero esa misma vocación esoterista la devolverá al Tíbet, donde conoció al maestro Koot-Hommi. Sufrió un accidente que predijo en sus trabajos de iniciación, en un viaje en barco en los mares griegos y del que se salvó milagrosamente. En la ciudad de El Cairo fundó la Sociedad Spirita. Estas aventuras viajeras de Helena han llegado al gran público merced a las cartas dirigidas a su parentela. Luego de sus andanzas por Medio Oriente paró en Ucrania de donde partió hacia París por consejo del maestro Hommi. Allí conoce al coronel Henry Quan Juige y empieza a sentir que se agudizan sus poderes. De nuevo se encuentra con el maestro Hommi y fundará la Sociedad Teosófica, sin por ello abandonar el budismo de Maháyuana. Cómo no iba a conocer entonces al escritor esoterista Sinnet. Pues bien, de sus conversaciones y cartas surgiría el libro El mundo oculto y el budismo, cuyos manuscritos se guardan en el Museo Británico de Londres.
En 1882, comprará una gran casa en Madras, India, donde funcionaría la Sede Internacional de la Sociedad Teosófica. Dos miembros socios la acusan de plagiaria, pero ella salvará su reputación contra viento y marea, viendo entre sueños que ambos calumniadores mueren incinerados, lo que ocurriría poco tiempo después... No obstante, volverían a acusarla de charlatana rotulándola de impostora, lo que afectaría su salud resolviendo recluirse en la intimidad de su casa para dedicarse a escribir en Londres. Cuenta que un visionario indio le ha profetizado que debe continuar con sus trabajos o morir dentro de su cuerpo. Ella resuelve seguir viviendo. Su libro sobresaliente es La doctrina secreta, cuyo primer volumen hace análisis de la cosmogenética y evolución universal. En 1888, la escritora dará a publicidad su libro La llave de la filosofía, que es una exposición sobre la creación de la Sociedad Teosófica. Helena Blavatsky, en su libro El velo de Isis, da a conocer páginas de tal hondura e intensidad que llama la atención del crítico Williams Colemen, que dice que ese extraño contenido es el resultado del esoterismo y poderes extrasensoriales de la autora. Helena responderá que todas sus obras son producto de su saber mediúmnico y de la intervención de las ánimas de seres vivientes a los que llama mathatmas. En La doctrina secreta, segundo tomo, se adentra en el conocimiento y origen de las lenguas semíticas. Esta mujer, por cierto extraña, falleció en Londres, siendo cremados sus restos, distribuidas las cenizas en tres urnas, que pararon en Escocia y en EE.UU. Williams Quan Juige depositó el tercer grupo en la Sociedad Teosófica, integrándolas luego, al material usado para la escultura que recordaría a la teósofa, ocultista y escritora. El escritor español Mario Roso de Luna o Mago de Logrosán redactó su biografía. Ernesto Pérez Zúñiga recopila la obra en una antología titulada La cueva de los ecos y otros cuentos macabros, publicada por Celeste Ediciones. Roso de Luna deduce que los cuentos macabros persiguen el propósito de que los espíritus selectos los acepten como enseñanzas fundamentales del ocultismo.
Los seguidores de Mme. Blavatsky aseguran que ella actualmente aparece en sesiones espiritistas.
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