Sábado, 1 de octubre de 2016 | Hoy
El macrismo sigue sin entender por qué los vecinos se retoban ante las obras que quieren hacer, sobre todo en los espacios verdes. Un problema de falta de calle.
Por Sergio Kiernan
La Asamblea del Parque Chacabuco anda muy preocupada con la versión de que el gobierno porteño se piensa desdecir y va insistir con la ley de bares en las plazas y parques. Esta idea tonta y abusiva del espacio verde arrancó, como se recordará, en el Chacabuco y fue frenada por sus vecinos. Esta vez, la Asamblea mostró su indignación porque la comunicación de la idea se hizo por el diario oficialista La Nación, que agregaba que se iba a concesionar un bar “porque lo piden los vecinos”. Resulta que siete mil vecinos firmaron un petitorio pidiendo que se descarte la idea.
La Asamblea hasta se lo dijo al jefe de Gobierno en persona, el dos de septiembre, cuando Horacio Rodríguez Larreta hizo uno de sus “cafés” con la gente de la Comuna 7. Le recordaron que se opusieron a la idea en 2008, cuando apareció por primera vez, se opusieron en 2014, cuando se aprobó, y se opusieron cuando se hizo la licitación, que el gobierno porteño tuvo que cancelar. Por supuesto, le avisaron que se siguen oponiendo a la ley 4950 y que harán lo imposible para frenar la idea del bar.
De hecho, le explicaron a Larreta con precisión que se oponen a que su parque tenga otro café, porque ya tienen uno y bastante grande. En el bajo autopista hay un gran bar de 500 metros cuadrados, con baños públicos y todo. Como lo que resta del parque -originalmente de 200 hectáreas, hoy de 80- cumple los parámetros de la ley, que permite un bar cada 50.000 metros cuadrados de espacio abierto, los vecinos la dan por cumplida. De hecho, en la Asamblea subrayan que la ley 4950 no ordena que haya bares en los parques, sino que los permite sin crear ninguna obligación al gobierno. Los vecinos se atajan señalando que tampoco le hace falta un bar a su parque, porque en un entorno hay más de cuarenta bares, kioscos y despachos de comida y bebida, una oferta suficiente.
¿Por qué tanta obcecación con hacer este parque? Los vecinos señalan como una explicación que la empresa que ganó la licitación tiene directivos en común con otra constructora que cuenta con varios Rodríguez Larreta en sus directorios, lo cual justificaría tanta insistencia con este proyecto en particular. En fin, la cosa es que mañana a las once estarán juntando más firmas en la esquina de Emilio Mitre y Asamblea.
Hay cosas de la democracia que el macrismo simplemente no entiende. Una de las principales es el desorden de la espontaneidad, el reconocimiento a lo que ya está porque fue surgiendo como pudo, como se dio. Como el macrismo es un invento de laboratorio, un partido sólo en nombre, sin base territorial ni tradiciones internas, le cuesta hablar con los vecinos. Una de las cosas que más asombra a más de un extranjero cuando se les cuenta, es que los porteños protesten para evitar obras y no para pedirlas. Sólo lo entienden cuando se les explican las raíces de la desconfianza hacia el PRO.
El Corralón de Floresta es el nuevo caso en cuestión, un aparente desorden de los que irritan y desconciertan a los larretistas porque no logran entenderlo. El Corralón es literalmente eso, un viejo corralón municipal para carros sobre Gaona al 4600 lleno de edificios desparejos, partes que forman una plaza y alguno que otro galpón. Los vecinos empezaron a usarlo, limpiarlo y darle sentido en 2003, y hoy hay veinte grupos que tienen ahí su sede. Hay una biblioteca, una huerta, un teatro, talleres de danza, cerámica y circo, gran cantidad de encuentros sueltos, momentos de difusión científica y cultural, y hasta una actividad más o menos estable sobre los derechos y la cultura de los pueblos indígenas.
Todo esto es autogestionado, gratuito o a la gorra, vocacional, barrial... exactamente el tipo de caos aparente que el macrismo no entiende ni sabe manejar. Con lo que un buen día de este año, el gobierno porteño se apareció por el Corralón con un plan de obras que ni se molestó en consultar con los vecinos. Obviamente, los usuarios se resisten, con lo que estamos en otro caso absurdo de obras que los supuestos beneficiarios no quieren y que el gobierno tiene que imponer.
Para entender el tipo de sordera que afecta a estos municipales de country, resulta que la secretaría de Descentralización, encargada del bodrio, ni pensó en dónde mudar las actividades de los vecinos durante los sesenta días que duraría la obra. La obra implica cosas de sentido común como retirar chapas de amianto de techos y tanques de combustible, fuertes contaminantes. Pero los vecinos señalan que sacan las chapas y no ponen otras, con lo que efectivamente cierran espacios en uso para que queden esas pérgolas que algún arquitecto municipal parece considerar su “firma”. Para mayor complicación, al proyecto original más moderado se le suma hoy uno de “plaza cultural” que tomaría casi un año, si se cumplen los plazos, lo que implica la efectiva disolución de varios grupos del Corralón.
Todo esto, como es costumbre en el macrismo, está mal explicado por un gobierno que considera que colgar un render en internet es explicación suficiente para los vecinos. Como Buenos Aires no es el consorcio del country donde parecen haberse criado tantos funcionarios, la protesta es inevitable y los vecinos del corralón están “exigiendo” un proceso más participativo. Lo primero que quieren es que el macrismo madure un poco y reconozca que existen a través de su Mesa de Trabajo y Consenso, que los dejen también fiscalizar la obra y que no se cierre por un año. De hecho, el primer pedido es el de información, que tuvieron que pedir por vía judicial ante la jueza Andrea Danas.
El Observatorio del Derecho a la Ciudad ya supo transformarse en una molestia para el gobierno porteño, título que lo honra. La ONG participa de varios amparos y casos legales sonados, ayudando a vecinos o iniciándolos con otros grupos, y ahora abre la propuesta a la comunidad. Concretamente, el Observatorio llama a abogados y estudiantes de derecho a unirse al grupo y ayudar en este frente tan importante.
Los temas van del planeamiento urbano al transporte, la especulación, los espacios verdes y las interminables avivadas y negocios actuales. Estos son temas urgentes, porque una novedad del macrismo fue lograr que las lucrativas excepciones se tramiten por mesa de entradas, sin necesidad de pasar por la Legislatura... Quien quiera participar puede comenzar por ver qué es y qué hacer el Observatorio en www.observatoriociudad.org. El contacto es [email protected] o 15-3266-7008.
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